LAS OBRAS DE ARTE DE LA MAGNA MARIANA DE HUELVA (I)

16/09/2025


 

 
 
Cartel anunciador del pintor onubense Jesús García Osorno

 

Introducción

La procesión Magna Mariana constituye una cita histórica que reunirá el próximo 20 de septiembre en la capital onubense a las vírgenes coronadas de la diócesis, junto a imágenes sacramentales de la ciudad. Este acontecimiento, enmarcado entre las celebraciones del Año Santo Jubilar 2025, está inspirado en los dogmas y privilegios de María reflejados en las letanías lauretanas, una oración cristiana que invoca a la Virgen con diversos títulos y atributos. El repaso que realizamos tiene un carácter artístico, en ocasiones más allá de las esculturas participantes, y sigue un orden alfabético de advocaciones.

 

 
 
Foto: Pichi Gardel

 

María Santísima de la Amargura (Huelva)

Su autor, Ramón Chaveli, escultor valenciano afincado en Jerez de la Frontera, realizó con esta obra de 1938 la mejor de sus dolorosas. Fue muy importante también, sobre todo a nivel de policromía, la intervención efectuada por Sebastián Santos doce años después. De ojos semicerrados y acusado perfil hebraico, posee túnica, piernas y pies tallados y perfectamente anatomizados, calzándose con sandalias, lo que delata la formación levantina del autor.

Para la Magna Mariana la Virgen de la Amargura irá acompañada en su cortejo de un nuevo y espléndido Simpecado diseñado por Miguel Clarós y bordado en el taller Orobordado de Dolores Fernández, en cuya ejecución han intervenido los escultores e imagineros Santiago Delgado Carrera y Josema López Vidal, el orfebre Ramón León Losquiño, la joyería El Oribe y el taller de pasamanería de Sergio Guzmán.

 

 
 
Foto: Sheila Criado

 

Reina de los Ángeles (Alájar)

La actual imagen de la Reina de los Ángeles es una pequeña escultura en madera policromada (mide tan solo 38 cm de altura), fiel reproducción llevada a cabo por Antonio Illanes Rodríguez del simulacro gótico primitivo, que fue destruido en los disturbios de 1936 junto con el resto de los bienes muebles que se hallaban en su ermita; de ahí, por ejemplo, la incurvación propio del periodo que presenta (finales del siglo XIV o principios del XV).

En 2021 fue ejemplarmente restaurada por Sheila Criado. La restauración incluyó labores de fijación, limpieza y reintegración pictórica y volumétrica. Finalmente, se aplicó una fina capa de barniz respetando el brillo de la figura. Y para concluir la intervención, se añadieron las piedras de circonitas faltantes, el rubí del pecho del Niño Jesús y por último unas protecciones a las coronas para evitar futuros roces en la policromía.

 

 
 
Foto: Pichi Gardel

 

Nuestra Señora de las Angustias (Ayamonte)

Su aspecto actual es fruto de la intervención realizada en 1937 por el escultor José da Silva França, natural de Oporto y famoso por sus trabajos en el santuario de Fátima. Apenas unos fragmentos sobrevivieron de la destrucción sufrida un año antes en una obra original del siglo XVI, traída según la documentación histórica del Algarve portugués, que había sido profundamente remodelada en 1888 por el imaginero sevillano Emilio Pizarro de la Cruz.

La imagen, de talla completa sobrevestida con ricas telas, mide 113 cm de altura. La iconografía, muy emotiva, muestra a María sosteniendo la cabeza de Cristo muerto mientras enjuga su llanto con un pañuelo. Consta que su policromía fue intervenida en 1972 por el imaginero ayamontino José Vázquez Sánchez, discípulo de Sebastián Santos. La última intervención, con criterios científicos y conservativos, fue realizada en 2010 por María del Carmen Sánchez Ruda.

 

 
 
Foto: Pichi Gardel

 

María Auxiliadora (La Palma del Condado)

Escultura en madera policromada de 165 cm de altura. Se trata de una obra realizada en 1940 por Carlos Bravo Nogales para el colegio del Sagrado Corazón de Jesús de Ronda, pasando al Santuario de Nuestra Señora de Consolación de Utrera en 1951, donde permanecería hasta que, diez años más tarde, la comunidad salesiana se establece en La Palma del Condado trayendo consigo esta escultura.

María se presenta de pie, con corona y ráfaga de plata de ley y vestida con traje rosa y manto azul estofado. Adopta una elegante pose, portando en la mano derecha el cetro dispensador de gracias y en la izquierda al niño Jesús, que abre sus brazos con la intención de amparar a todos los cristianos. La talla fue retocada por el escultor Joaquín Moreno Daza en 1962, mismo año en que se constituye la Archicofradía para el culto y veneración de esta imagen.

 

 
 
Foto: Patrón Vélez

 

Nuestra Señora de la Bella (Lepe)

La imagen pertenece al modelo de virgen-sagrario o virgen-abridera, de ahí que se halle provista de una cavidad en su pecho, accesible a través de una portezuela, cuyo fin es guardar el Santísimo Sacramento en alusión a su divino embarazo. Este tipo de simulacros religiosos, salvo en territorios de marcada raigambre mariana como España o Francia, fue censurado e incluso perseguido por la Iglesia, temerosa de que el pueblo llano pudiera pensar que la Santísima Trinidad entera se había encarnado en María. Su advocación hace referencia a la belleza física y espiritual de la Señora.

La talla, fechable a principios del siglo XVI, aparece sentada en un trono, con el niño Jesús sobre su regazo en caprichoso escorzo. Los historiadores onubenses Juan Miguel González Gómez y Manuel Jesús Carrasco Terriza la acercan a la obra de Jorge Fernández y la ponen en relación con otras piezas del entorno del escultor como la Virgen del Pino (Teror), la Virgen de la Granada (Cantillana) o la Virgen de la Antigua (Santa Olalla del Cala). Entre 1962 y 1963 Juan Luis Vasallo redescubrió, en una ejemplar intervención, tanto la fisonomía como la policromía originales.

 

 
 
Foto: Pichi Gardel

 

Nuestra Señora de la Cinta (Huelva)

La venerada imagen posee un doble simulacro para la devoción onubense. Por un lado, tenemos la pintura mural del siglo XV que muestra a la Virgen con el Niño coronada por dos ángeles. Dicha pintura, coetánea a la construcción de la ermita mudéjar, fue seriamente dañada en 1936, debiendo ser cubierta por una pintura sobre tabla de Padilla (1937) que reproducía fielmente el original. En 1992 se recuperó el mural tras ser restaurado por Mauricio López Madroñero.

A efectos procesionales se utiliza desde época barroca una talla popularmente conocida como la Virgen Chiquita por su tamaño (51 cm). Sobre su origen y paternidad artística existen dos teorías: de una parte, los historiadores onubenses González Gómez y Carrasco Terriza consideran que se trata de una pieza del círculo de Benito de Hita y Castillo, realizada en torno a 1760; en opinión de Juan Manuel Miñarro, quien la restauró en 1991, hablamos de una obra anterior, de finales del siglo XVII, cuyas características nos remiten a los modelos roldanescos.

 

 
 
Foto: Pichi Gardel

 

Nuestra Señora de los Dolores (Huelva)

Original del sevillano Manuel Vergara Herrera (1943) y procedente de una colección particular de Carrión de los Céspedes (Sevilla), esta hierática dolorosa, titular de la Hermandad del Perdón, fue profundamente remodelada en 2002 por el onubense David Valenciano Larios, quien retalló la mascarilla, hizo nuevo candelero y la policromó de nuevo. Desde 2023 procesiona bajo palio tras hacerlo a los pies del Cristo del Perdón en su paso.

Para la Magna Mariana la Virgen de los Dolores de la Sacramental del Perdón estrenará nuevos candelabros de cola para su paso de palio, cuyo diseño y ejecución han corrido a cargo del taller sevillano de Francisco Javier y Juan Antonio Fernández (Orfebrería Hermanos Fernández).

 

 
 
Foto: Pichi Gardel

 

María Santísima de los Dolores (Huelva)

Es una obra de la Escuela gaditano-genovesa, realizada en torno a los años 1755-1762, que podemos relacionar con su homónima de Jerez de la Frontera, titular de la Hermandad de las Tres Caídas, una dolorosa que se hallaba tradicionalmente atribuida al escultor Francesco Maria Maggio, aunque los últimos estudios llevados a cabo por José Manuel Moreno Arana y Agustín Pina Calle la atribuyen al escultor Jacome Vaccaro.

La imagen onubense es titular de la Hermandad de los Judíos y procesiona en un magnífico paso de palio donde destacan el conjunto de palio, manto y faldones bordados por Juan Manuel Rodríguez Ojeda (1915-1924) -autor también de las bambalinas exteriores del palio de la Amargura-, así como los varales de Manuel Seco Imberg (1923) y el conjunto de saya y escapulario, anónimos, bordados a finales del siglo XIX.

 

 
 
Foto: Pichi Gardel

 

Nuestra Madre y Señora de los Dolores (Huelva)

La imagen, una de las más felices creaciones del escultor e imaginero sevillano Luis Álvarez Duarte, fue realizada en 1967 y restaurada por el taller del autor en 2004. Es, por tanto, una de las obras primerizas del popular artista, y se caracteriza, como la mayoría de las dolorosas que Álvarez Duarte labró en esos años, por ofrecer un modelo de Virgen Niña con pronunciado gesto de dolor, pero sin perder un ápice de su belleza adolescente.

A destacar también en este caso el paso de palio, un bello conjunto que presenta todos sus bordados realizados en hojilla de plata sobre terciopelo burdeos. En su actual configuración, desde principios del siglo XX hasta la década de 1970, participaron artistas como Patrocinio Vázquez, Juan Manuel Rodríguez Ojeda, Cayetano González, Sebastián Santos, José Guillermo Carrasquilla y Jesús Domínguez, entre otros.

 

 
 
Foto: Pichi Gardel

 

Nuestra Señora de la Esperanza (Huelva)

Imagen de candelero para vestir, obra tallada por Antonio León Ortega en el taller del artista sevillano Joaquín Gómez del Castillo, quien llevó a cabo el diseño y la policromía y supervisó personalmente su ejecución. Fue bendecida el Lunes Santo, 3 de abril de 1939, en la iglesia del desaparecido convento de San Francisco. De la talla llaman poderosamente la atención sus aniñados rasgos y expresiva mirada, realzada por unos ojos vítreos con el iris de color miel.

Para la Magna Mariana la Virgen de la Esperanza estrenará también una pareja de candelabros de cola para su paso de palio, cuyo diseño y ejecución en plata de ley han corrido a cargo de los responsables del obrador sevillano Orfebrería Ramos: José Manuel Ramos Espinosa, Pedro Ramos Espinosa y Jaime Ramos Espinosa. De catorce luces cada uno y una altura aproximada de 160 cm, son de estilo neobarroco con clara inspiración vegetal.

 

 
 
Foto: Pichi Gardel

 

Nuestra Señora de la Estrella (Chucena)

Esta talla mariana, de tamaño algo inferior del natural, es una obra manierista sevillana de fines del siglo XVI, si bien fue muy reformada en 1942 por Sebastián Santos Rojas, quien remodeló el busto y el cabello, hizo candelero nuevo, sustituyó los ojos de madera originales por otros de vidrio y aplicó nueva policromía. El niño Jesús que porta sobre su brazo izquierdo es anónimo de época dieciochesca.

La ráfaga de plata sobredorada de la Virgen de la Estrella fue cincelada siguiendo el modelo del retablo mayor de la iglesia parroquial de Chucena, obra rococó de 1788 del ensamblador Julián Jiménez, de ahí los motivos en forma de "C" prolongados con hojarascas y con la característica asimetría, y en el borde más próximo a la imagen, también los motivos en forma de "S" del mismo estilo que el retablo rococó de Jiménez.

 

 
 
Foto: Pichi Gardel

 

Nuestra Señora del Mayor Dolor (Aracena)

De nuevo la figura del escultor e imaginero Sebastián Santos Rojas, natural de la villa onubense de Higuera de la Sierra, muy próxima a Aracena, para hablar de la ejecución de esta dolorosa de gran calidad en la que, pese a la condición de asemejarse al modelo de Juan de Astorga desaparecido en 1936, impuso libremente su estilo, limitándose a ofrecer un vago recuerdo de la obra anterior, tamizado por su peculiar talento creador.

La Virgen del Mayor Dolor fue retocada en 1979 por Jesús Santos Calero, hijo de Sebastián Santos, quien modificó los ojos y el entrecejo. Es, por tanto, una de las escasas obras del autor que ha sufrido por manos ajenas una alteración posterior de su impronta original. A modo de curiosidad, añadir que se halla firmada en el hombro izquierdo y que en su pecho figura pintado un corazón llameante con corona de rosas y siete espadas, símbolo de los Siete Dolores de María.

 

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