LA VIRGEN DE LA SOLEDAD DE CÁDIZ, OBRA DE SEBASTIÁN SANTOS

Miguel Ángel Castellano Pavón


 

 
 
Virgen de la Soledad (Cádiz)

 

La Virgen de la Soledad, Dolorosa titular de la cofradía gaditana de la Vera-Cruz, es una obra realizada por el escultor de Higuera de la Sierra (Huelva) Sebastián Santos Rojas, cuya localidad natal era llamada, en otros tiempos, "Higuera cercana de Aracena" e "Higuera junto a Aracena".

El escultor vivió sus primeros años deambulando por las callejas y por la exuberante belleza de su pueblo natal, siendo éstas sus primeras experiencias, según nos cuenta su hijo y biógrafo Sebastián Santos Calero.

Posteriormente, Sebastián Santos entra como aprendiz en la fábrica del escultor ceramista Pedro Navia, donde desarrolla una gran labor, sobre todo en la técnica del vaciado. Posteriormente, acude a la "Escuela del Museo", que es como se nombraba familiarmente a la Escuela de Artes y Oficios Artísticos y Bellas Artes en Sevilla. Tras diferentes puestos como docente, termina por montar su propio taller, comenzando, desde ese preciso momento, una vida personal y artística que podríamos calificar de plena.

 

 
 
El imaginero Sebastián Santos Rojas en Higuera de la Sierra

 

En la trayectoria de Sebastián Santos podemos destacar tres periodos: un primer periodo, comprendido entre los años 1929 y 1936; un segundo periodo, entre los años 1937 y 1950; y finalmente, una tercera etapa comprendida entre los años 1951 a 1965.

El primer periodo se caracteriza por la simplicidad en el concepto del volumen, una marcada estilización de las formas y de las líneas compositivas, y por la utilización de una policromía suave, casi veladuras, sobre un modelado de sentida plasticidad. Consideraba su maestro al escultor valenciano Francisco Marco Díaz-Pintado, heredando su serenidad neoclásica, que se deja ver en su primera etapa escultórica.

Después de la Guerra Civil, Santos se arrastra hacia un mayor barroquismo. La gaditana Virgen de la Soledad, aunque posterior, creemos encaja dentro de estos postulados. Como obras señeras de esta etapa podemos señalar las siguientes obras, todas localizadas en la provincia de Huelva: la Dolorosa del Socorro, de la Ermita de Nuestra Señora del Valle, y la Virgen de los Dolores, de la Parroquia de San Juan Bautista, ambas obras para la localidad de La Palma del Condado, así como un Sagrado Corazón de Jesús para la Iglesia Parroquial de la Asunción en Almonte.

 

 
 
La diosa Palas Atenea, una escultura clásica que, a juicio del autor, fue fuente de inspiración en el trabajo del imaginero de Higuera de la Sierra.

 

La segunda etapa, entre 1937 y 1950, está marcada por la labor desarrollada con motivo de la gran pérdida de imágenes durante la Guerra Civil; principalmente, por la reposición de Patronas de varias localidades perdidas durante la misma. Otras obras destacadas son la Divina Pastora de la Iglesia del Convento de Padres Capuchinos (Sevilla), y la Virgen del Refugio de la Hermandad de San Bernardo, con la que el autor fija los postulados para sus posteriores Dolorosas.

En este periodo Sebastián Santos realiza la Dolorosa gaditana de la Soledad, en concreto en 1944, y seis años después, la talla de Santa Marta para el extraordinario grupo sevillano del Traslado al Sepulcro, conjunto que realizara el sanroqueño Luis Ortega Bru. Ambas obras, Santa Marta y la Virgen de los Dolores, se encuentran claramente conectadas en cuanto a policromía y composición de rasgos. Fue en esta faceta en la que el escultor supo captar y reflejar "el dolor de la Virgen" con mayor exactitud; en palabras del propio autor: "Su rostro levanta la mirada al frente".

Observamos como el escultor prescinde del fruncimiento de cejas, que será, junto al suave dibujo de la nariz, una característica de esta época y aún de la futura. Así mismo, facilitan la serena expresión del rostro, el uso de la simetría y de las exactas proporciones en su modelado.

La boca entreabierta deja ver los dientes superiores y la lengua. Las manos, como todas las que el escultor talla, son de exquisito modelado y dibujo. La encarnación es ligeramente más tostada, sin abusar de los tonos acarminados en la zona de las mejillas, parte inferior de la nariz y párpados superiores.

 

 
 
Deméter de Cnido, otra de las fuentes de inspiración del arte clásico en la obra de Sebastián Santos Rojas.

 

Una prima de su mujer, Juana Lorca Sánchez, que todavía vive a sus ochenta años y pico de edad, tiene unas manos preciosas que le sirvieron a Sebastián Santos, en muchas ocasiones, para labrar los juegos de manos de sus Dolorosas.

La talla de la Dolorosa gaditana de la Soledad fue encargada por Mariano Muñoz Blanco y Ramón Grosso Portillo -Prioste y Segundo Mayordomo, respectivamente-, integrantes de la Ilustre Cofradía del Santísimo Cristo de la Vera- Cruz y Nuestra Señora de la Soledad de la ciudad andaluza. El precio de la obra fue de 5.000 pesetas. (Ap. Doc. Nº 16). Según el Acta 190 -6 de febrero del año 1945-, el Mayordomo, señor Grosso, presenta a la Junta de gobierno la nueva imagen de la Virgen de la Soledad, obra del escultor don Sebastián Santos, manifestando que dicho señor ha sido tan escrupuloso en su trabajo, que ha tallado dos imágenes, pues no quedó del todo satisfecho con la primera que hizo.

Aquí el escultor realiza el juego de manos más portentoso dentro de su creación, flexionando los metacarpos meñiques y anular, repetido tan sólo en la Virgen de la Amargura de Jerez de los Caballeros (Badajoz) y en Nuestra Señora de los Dolores de Ronda (Málaga).

Nos encontramos pues ante una de sus Dolorosas más genuinas y particulares, dentro todavía de sus postulados clásicos; de la que podemos afirmar, sin duda alguna, que el autor se inspira en modelos clásicos representando a una diosa griega, auténtica Palas Atenea. De mirada frontal y perdida, presta a la locura en un llanto contenido ante el inminente sacrificio de su Hijo.

 

 
 
Virgen de la Soledad (Cádiz)

 

La Virgen de la Soledad encuentra su precedente en la Inmaculada Concepción de la colección de Antonio Plata de Sevilla, fechada hacia el año 1931. Se trata de un modelo que repetirá posteriormente en la mencionada Santa Marta de Sevilla, fechada en 1950, y en la Virgen de la Soledad de Ronda, de 1954, aunque con rasgos más dramáticos esta última que conecta con su producción posterior.

El último periodo, de 1951 a 1965, conlleva la superación de imposiciones y modelos predeterminados. Obras destacadas de esta etapa son, el Nazareno de la Parroquia de la Concepción de Huelva; para Sevilla, la Dolorosa de la Concepción de la Archicofradía del Silencio, el Cristo de la Cena, la Virgen de los Dolores de la Cofradía del Cerro del Águila, y la Dolorosa de la Merced y el Cirineo para la Archicofradía de Pasión; y para Cádiz, la Virgen de la Amargura de la Cofradía de Humildad y Paciencia.

Por mediación de su hija Pilar Santos Calero, sabemos que se sentía orgulloso de la Virgen de la Concepción del Silencio -imagen que dejó escapar la Hermandad de la Vera-Cruz de Huelva por resultarle demasiado cara- y de la Virgen del Refugio de la hermandad de San Bernardo.

Hasta aquí este pequeño acercamiento a este gran maestro, hombre de costumbres sencillas y austeras, cuyo nombre forma ya parte indispensable dentro de la nómina de los grandes imagineros.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

http://www.lahornacina.com/entrevistassantos.htm

SANTOS CALERO, Sebastián. Sebastián Santos Rojas. Escultor-Imaginero, Sevilla, 1995.

PICARDO Y GÓMEZ, Álvaro. Datos sobre la Muy Ilustre, Antigua y Venerable Cofradía de la Vera- Cruz, Cádiz, 1946.

 

Fotografías de la Dolorosa de José Miguel Sánchez Peña
Fotografía del escultor de Gabriel Salas

 

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