PILAR SANTOS CALERO

Jesús Abades


 

 

¿Cree usted que una obra tan importante como la de su padre, el prestigioso escultor e imaginero onubense Sebastián Santos Rojas (1895-1977), goza hoy en día de la debida valoración que merece?

Sí, lo veo bastante valorado y, además, cada vez más. Ten en cuenta también que mi padre fue, sobre todo, un imaginero, y es en los lugares donde la imaginería está más valorada, donde más se entiende ese arte, caso de Sevilla y Andalucía en general, donde más se le reconoce y se le valora. De todas formas, quiero decir que mi padre no sólo trabajó para Andalucía, también hizo obras para muchos otros sitios, como Extremadura, Madrid e incluso México, y siempre fue admirado por todos los amantes de la imaginería de cada ciudad.

¿Fue el escultor e imaginero ayamontino José Vázquez Sánchez (1911-2006), fiel seguidor del estilo de Sebastián Santos, el discípulo más cercano que tuvo su padre?

José Vázquez fue un discípulo muy importante, pero yo creo que Francisco Buiza fue el más cercano a mi padre, el que más tiempo estuvo con él y el auténtico continuador de su estilo. Además, Buiza también fue un buen amigo.

¿Cómo recuerda el estudio de su padre?

El estudio estaba en nuestro domicilio. Yo era la única que me atrevía a entrar cuando todo el mundo se encontraba en faena, pues aquello era como un taller artesanal de tiempos pasados, donde mi padre convivía con sus ayudantes, carpinteros, sacadores de puntos, etcétera. Uno de los carpinteros, Telesforo, vivía también en la casa. Para mi padre, el estudio era un lugar sagrado los días entre semana, y por mi atrevimiento, aunque sólo fuera para entrar y darle un beso, me llevé más de una regañina. El sábado, eso sí, cuando ya nadie trabajaba, el taller se abría de par en par y mis hermanos y yo nos colábamos para jugar con el barro y modelar todo aquello que nos gustaba.

Huelva suele ser bastante madrastra con sus artistas. ¿Vivió su padre algún desprecio?

No, yo creo que mi padre también fue muy valorado en su tierra. Eso sí, los cofrades de la Vera Cruz de Huelva dejaron escapar la que actualmente es la Dolorosa de la Cofradía del Silencio de Sevilla por resultarle en su momento una pieza demasiado cara. Recuerdo que, hasta que fue comprada, esa Virgen estaba en una habitación de la casa que servía de sala de música, junto a un piano. Es una obra a la que yo siempre he tenido mucho cariño.

¿Es, por tanto, la creación que más le gusta de su padre?

Sí, esa y la Virgen de los Dolores de la Cofradía del Cerro del Águila (Sevilla). Hay otras también que considero maravillosas como el Cristo de la Sagrada Cena (Sevilla), el San Sebastián de su pueblo natal, Higuera de la Sierra (Huelva), o el Nazareno onubense, al que siempre lo veo recogerse cada Madrugada del Viernes Santo.

¿Ha visto la Virgen de la Concepción de la Cofradía del Silencio (Sevilla) tras su última restauración?

No, todavía no. Me han hablado muy bien del restaurador que ha realizado el trabajo, pero yo no puedo opinar sobre el resultado porque aún no lo he visto.

La Dolorosa del Rocío y Esperanza, de la cofradía onubense del Calvario, fue la última obra de su padre.

Sí, y hecha totalmente de su mano. Por lo que me comentas, tuvo que estar terminada en el año 1973. Date cuenta que mi padre murió en el año 1977, y aunque un año antes una congestión le postró en una silla de ruedas, desde esa silla dirigió a mis hermanos Sebastián y Jesús en la ejecución de dos restauraciones y una Virgen Coronada para Sotiel (Huelva).

 

   
   
Virgen con el Niño
Boceto del San José de Zalamea la Real

 

No fue, por tanto, una obra en la que sus hermanos tuvieran una intervención directa.

Es que nunca la tuvieron, ni con esa ni con ninguna otra. Como ya te digo, mi padre, hasta 1976, se encontraba en plenas facultades. Mis hermanos montaban el barro en la armadura y hacían poco más, al igual que el resto de sus discípulos, entre los que también se encontraba José Páz Vélez. Las sacas de puntos las hacía un profesional llamado Santana, siempre bajo la supervisión de mi padre, el cual también doró y estofó casi todas sus obras.

¿Cuál era la obra de la que Sebastián Santos se sentía más orgulloso?

De dos Dolorosas: la Virgen de la Concepción del Silencio, de la que hemos hablado, y la Virgen del Refugio de la cofradía sevillana de San Bernardo.

¿Cuál cree que fue la característica principal de su trayectoria artística?

Sin lugar a dudas, su religiosidad. Mi padre trabajaba rezando. Aunque parezca difícil de creer, modelaba el barro y tallaba la madera rezando al mismo tiempo, y es totalmente cierta la anécdota de las bolitas que hacía con el barro como si fueran las cuentas de un rosario, con las cuales rezaba. Además, era una persona muy espiritual, y no sólo en el plano religioso; mi padre meditaba mucho, era muy introspectivo y poseía una gran vida interior, y todo ello creo que se refleja en la dulzura de sus Vírgenes y en el estudio anatómico que hacía, tan bueno y tan especial porque siempre le confería una aureola muy espiritual. Un teólogo capuchino, Fray Juan Bautista de Ardales, influyó mucho en su vida y en esa espiritualidad de la que hablamos.

Hablando de Ardales, existe todavía cierta discrepancia sobre la autoría del Nazareno de esa localidad malagueña; la mayoría considera que es obra de Sebastián Santos, pero hay quien sigue afirmando que es una obra temprana de uno de sus discípulos, el carmonense Francisco Buiza (1922-1983).

El Nazareno es de mi padre; de hecho, mi hermano y yo lo diapositivamos a finales de los años 70 cuando todavía estaba en un desván completamente abandonado, con los brazos amarrados por una cuerda y vestido con una saya azul. Seguramente, fue una obra que se haría por intercesión de Fray Juan Bautista de Ardales.

¿Está prevista una tercera edición del catálogo de obras de Sebastián Santos?

No creo. Mi hermano Sebastián es el especialista en ese tema y quien mejor te lo puede asegurar, pero no creo que, de momento, se haga una tercera edición.

¿Cuál es su opinión sobre el arte de la imaginería?

Es cierto que los imagineros son también escultores, pero yo pienso que la imaginería es un subgénero muy diferente, una rama de la escultura con caracteres muy especiales. Hay que tener el respeto y la unción que merece el tema religioso. Mi padre hizo también muy buenas esculturas civiles, pero fue, ante todo, imaginero, como mi hermano Jesús; Sebastián, en cambio, ha cultivado muy poco la imaginería, él prefiere otro tipo de escultura.

¿Es seguidora de la imaginería que se hace hoy en día?

No. Me gusta mucho ver las obras de mi padre en la calle porque me recuerdan mucho a él. Sí conozco la obra de Francisco Buiza, la de los discípulos de mi hermano Jesús y las que se presentan en el certamen que el pueblo natal de mi padre, Higuera de la Sierra, celebra cada dos años en su memoria y en el que estamos metidos mi hermano Sebastián y yo, pero no puedo decir que sea una seguidora del tema.

 

   
   
Boceto del San Pedro de Higuera de la Sierra
Copia de la Virgen del Prado

 

Su padre era coleccionista de obras de arte.

Sí, de escultura, pintura y antigüedades. Le gustaba mucho visitar el famoso Jueves sevillano, en la calle Feria. Al fallecer, yo heredé parte de esa colección, además de varias obras de imaginería realizadas por mi padre.

¿A quién consideraba Sebastián Santos su maestro?

Al valenciano Francisco Marco Díaz-Pintado, del cual heredó esa serenidad neoclásica que podemos ver en su primera etapa escultórica, sobre todo en el Sagrado Corazón de Jesús que ahora está en el Seminario de Huelva, posiblemente la obra más representativa del periodo. Luego, con la reposición de obras por la Guerra Civil, comenzó una segunda etapa en la que se vio arrastrado a un mayor barroquismo; precisamente por eso, por tener que adaptarse a la circunstancia de reproducir obras del barroco puro de los siglos XVII y XVIII. Más tarde, con algunas obras, sobre todo las figuras para la Borriquita de Jerez de la Frontera, rememoraría esa primera etapa.

No creo que su padre se hubiese dedicado a otra rama del arte que no fuese la imaginería.

No. Ten en cuenta que él empezó de niño, haciendo réplicas de los santos de su pueblo con el barro de las callejas en un ambiente muy influenciado por lo religioso. Lo que mi padre no hizo fue la típica escultura neobarroca de túnicas retorcidas por el viento. Lo suyo fue más sereno.

¿Firmaba sus obras?

Firmaba todas sus obras. Recuerdo una Inmaculada Concepción pequeñita que se quedó sin firmar, pero fue una excepción a la regla. Cuando hizo los corderos que acompañan a la Divina Pastora de Capuchinos, una imagen sevillana que también restauró, metió en la garganta de uno de ellos, aquel que la Virgen acaricia con su mano, un papelito enrollado con los nombres de sus hijos. Esas cosas demuestran su fe y su sensibilidad.

Además del coleccionismo, ¿qué aficiones tenía?

Le encantaba la música. Tocaba muy bien la guitarra y era muy buen cantante. Solía cantar palos del flamenco.

 

   
   
Virgen con el Niño
Nacimiento (Detalle)

 

¿Qué cualidades destacaría de su padre a nivel personal?

Su sencillez. Era un hombre sencillo y austero, que nunca olvidó sus orígenes humildes y crió a todos sus hijos con austeridad; nunca nos faltó de nada, pero tampoco tuvimos los caprichos superfluos que tanto se ven hoy en día. No hablaba de política ni le gustaba que en su casa se hablase de temas políticos, más por el miedo que había sobre eso en la época que por otra cosa, pues mi padre estaba en desacuerdo con el régimen franquista. Por otro lado, tenía un sentido del humor muy socarrón. Yo quise mucho a mi padre y guardo muy buenos recuerdos de él.

¿Utilizó en su trabajo modelos del natural?

No muchos. Una prima de mi madre, Juana Lorca Sánchez, que todavía vive a sus 80 y pico años de edad, tiene unas manos preciosas que le sirvieron a mi padre, en muchas ocasiones, para los juegos de manos de sus Dolorosas. Mi hermano Jesús fue el modelo del Buen Pastor que está en Ronda (Málaga) y varios de sus nietos le sirvieron para los angelitos de sus nubes. También le posó en una ocasión una señora, cuyo nombre no recuerdo. Lo que sí recuerdo es, en una de mis entradas al taller sin llamar, cuando venía del colegio, ver a un gitano colgando de una cruz como modelo de uno de sus Cristos Crucificados. Sería en torno a los años 1948-1950. El gitano sólo llevaba puesto un taparrabos y, delante de él, había colocada una estufa para que no cogiera frío. Los gitanos, según mi padre, tenían unos cuerpos muy buenos para modelos de imágenes.

¿Qué piensa sobre la situación actual del Cirineo de la cofradía sevillana de Jesús de la Pasión? Para la inmensa mayoría, se trata de una de las mejores obras de su padre.

Recibió un trato muy injusto. La obra es un autorretrato de mi padre, refleja mucho su físico. Mi hermano Sebastián trabaja para que, al menos, sea restituido a un lugar digno y sea restaurado, pues se guardó en un palomar donde sufrió un enorme deterioro. Para mí el devenir de esta obra fue un ultraje, no tanto a mi padre como a una de sus mejores imágenes. Algo parecido pasó con la estatua de Don Juan Tenorio, aunque hoy por fortuna se conserva en un lugar muy bonito del parque de Dos Hermanas (Sevilla), una localidad vinculada con el personaje de Zorrilla.

Yo siempre he pensado que Sebastián Santos, a la hora de representarse como Simón Cirineo, no sólo retrató su físico sino también su singular forma de vivir la fe cristiana.

Sí, seguro que esa fue también su intención. Segurísimo.

Por último, Pilar, ¿le gustaría añadir algo más sobre la figura de ese gran artista llamado Sebastián Santos?

Sólo que a mi padre nunca le importó la fama ni que le reconocieran, nunca le gustaron las glorias ni las entrevistas. Ahí está su obra, que es la que habla por él y la que dice lo que era él.

 

 
 
Nacimiento (Vista General)

 

Nota de La Hornacina: Todas las obras pertenecen a la colección privada de Pilar Santos Calero. La Virgen del Prado viste ropas de Carrasquilla. Nuestro agradecimiento a Fray Roque de La Rábida.

 

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