RESTAURACIÓN DE JOSÉ MIGUEL SÁNCHEZ PEÑA PARA CÁDIZ

José Miguel Sánchez Peña (16/02/2012)


 

 

 

En los disturbios del mes de mayo del año 1931, la Cofradía de la Vera-Cruz de Cádiz perdió la mayor parte de su patrimonio, así como las imágenes de la titular mariana, Nuestra Señora de la Soledad, y las tallas de San Juan Evangelista y Santa María Magdalena.

En este sentido, diremos que las imágenes fueron sacadas del templo al exterior, en plena Plaza de San Francisco, donde fueron quemadas. El titular, la efigie del Crucificado, por fortuna no corrió la misma suerte, pues se trató de derribar del altar sin conseguirlo, resultando muy dañado.

Pasado ese periodo turbulento, una de las primeras metas de la corporación fue encargar una nueva imagen de la titular, la Virgen de la Soledad. Dicho propósito se llevó a cabo al formalizarse el contrato con fecha 1 de febrero de 1944 entre el escultor Sebastián Santos Rojas y los miembros de la Junta: Mariano Muñoz Blanco y Ramón Grosso Portillo; prioste y segundo mayordomo, respectivamente.

Entre otras cláusulas que aparecen en el contrato, se especifica que la imagen ha de ser de candelero para vestir, con la cabeza y las manos policromadas, de 160 centímetros de altura, y que ha de estar acabada del 1 al 10 de abril de ese mismo año 1944.

 

 

 

Pensamos ahora que el escultor disponía de escaso periodo de tiempo para su ejecución, teniendo en cuenta los medios para los "sacados de puntos" que existían en aquellos años.

Llegó la fecha prevista y de la imagen no había noticias, hasta tal punto que en una carta fechada el 13 de abril se le faculta al escultor a prorrogar cierto tiempo el plazo de entrega acordado inicialmente. Así pues, el día 17 de abril de 1944, Sebastián Santos contesta a la hermandad, y dice que la talla se está terminando de "sacar de puntos", y que piensa tenerla finalizada para el mes de mayo. Esta fecha vuelve a prorrogarse hasta que el escultor anuncia el 8 de julio que la imagen está lista.

Sin embargo, no hay noticias de la llegada de la imagen mariana a Cádiz, y tras varios meses de paréntesis, sin noticias en los archivos de la Cofradía de la Vera-Cruz, el escultor vuelve a enviar otra misiva el 1 de diciembre (1944) en la que afirma que la talla está terminada.

 

 

 

Toda esta información, algo confusa, se explica según testimonios recogidos que dicen que el artista talló dos imágenes de la Virgen de la Soledad, ya que la primera no fue del agrado de la cofradía.

Finalmente, el 21 de febrero del año 1945, Sebastián Santos escribe a la hermandad dando las gracias a los señores Muñoz y Grosso, que además son portavoces del sentir de la Cofradía de la Vera-Cruz y le hacen grandes elogios al laureado escultor onubense por el acierto conseguido.

 

 

 

La imagen de Nuestra Señora de la Soledad está realizada íntegramente en madera de ciprés, tanto las partes policromadas como el candelero (todo de una sola pieza), a excepción de los brazos articulados (sistema de galletas) que son de madera de pino.

La Dolorosa posee ojos y lágrimas de cristal, pestañas postizas y la cabellera tallada. Como suele ocurrir con la mayoría de las obras del artista, es patente el "oficio" y la depurada técnica en el ensamblado de las maderas y en la talla, delatando también una gran corrección tanto en el modelado de sus facciones como en las manos, destacando la mesura en la expresión dolorosa, sin estridencias.

A todo lo anterior hay que unir la refinada policromía de Sebastián Santos que complementa el conjunto, tanto del rostro como de las expresivas manos.

 

 

 

La talla fue ya restaurada por quien suscribe en el año 1993, y esta nueva intervención ha consistido principalmente (como la anterior) en una limpieza, para retirar del rostro y manos la oscuridad producida por el humo de las velas y la contaminación ambiental.

Más preocupantes se presentaban los daños causados por lo alfileres en las sienes, el cuello y el pecho, así como en el candelero y en las manos, que presentaban muchas lagunas y desgastes en la policromía. Además se han colocado nuevas pestañas y se han afianzado algunas lágrimas.

Con esta operación, de mantenimiento, la Dolorosa ha recuperado su prístina belleza, y se da la circunstancia que conserva todos los elementos de origen realizados por el escultor, sin que haya habido alteración o sustitución alguna provocada por las modas de los tiempos.

Para completar el proceso, la talla estará más protegida de cara al futuro, al habérsele colocado unos protectores de cuero realizados por Antonio J. del Castillo.

 

 

 

La imagen hace su estación de penitencia en la noche del Lunes Santo, en un paso de palio iniciado en el año 1942, con bordados en plata sobre terciopelo negro. Los novedosos respiraderos y varales, de inspiración rococó, fueron realizados por el prestigioso orfebre Manuel Seco Velasco en los años 40 del siglo pasado; dotados de una gran personalidad, siguen llamando la atención.

 

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