REMBRANDT 350 AÑOS. LOS TEMAS SACROS
CRISTO CON LOS BRAZOS CRUZADOS

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

Esta obra recuerda a la serie de retratos de apóstoles pintada por Rembrandt en torno a 1661. A pesar de los estragos sufridos en el tiempo -ha pasado por Roma, París, Berlín y dos ciudades de Rusia hasta recalar en los Estados Unidos- ha mantenido toda su fuerza pictórica y expresiva. La figura de Cristo es accesible y a la vez enigmática para el espectador. Una efigie que es una mezcla de trabajos anteriores (versiones de "Cabeza de Cristo" o "Peregrinos en Emaús") pero renovando la emoción de cada uno de ellos.

Tras su muerte, los alumnos e imitadores del pintor se apropiaron de la imagen de Cristo que el pintor había perfeccionado y difundido. Sus retratos de Cristo han tenido sucesores, especialmente este majestuoso "Cristo con los brazos cruzados", tan severo como monumental. Pintado hacia 1657-1661, se considera el punto de referencia que mostró el camino para otros artistas.

Sin embargo, el equilibrio que Rembrandt había logrado con sus obras pronto desapareció tras su muerte. Al igual que las innovaciones introducidas por su admirado Caravaggio, prácticamente desvanecidas después de la muerte de su creador, la figura de Cristo que Rembrandt había desarrollado en su estudio perdió gradualmente su identidad en imitaciones cada vez más huecas, e incluso en manipulaciones como la reutilización de las planchas de grabado del artista después de su fallecimiento en 1669.

Hacía ya tiempo que la vida del pintor no era feliz. Tras la prematura muerte de su primera mujer, Saskia van Uylenburgh, tuvo serios problemas económicos pese a la importante renta que recibió de su esposa con la condición de no volver a casarse, hasta el punto de verse obligado a vender su casa y sus colecciones de arte. Finalmente, cuando su situación económica parecía recuperarse, la muerte de Hendrickje Stoffels, con la que mantuvo una relación continuada, y después de la de su hijo Titus, amargó los últimos años de su vida.

 

 

Retomando la obra que analizamos, "Cristo con los brazos cruzados" se relaciona técnica y estilísticamente con sus "Cabezas de Cristo" realizadas entre los años 1648 y 1656, cuando Rembrandt decide romper con su fidelidad a los precedentes del arte clásico holandés e italiano.

Es entonces cuando lleva a cabo estudios de luz y expresión partiendo del mismo modelo, presumiblemente un joven sefardí de la comunidad judía de Ámsterdam, ya que Rembrandt consideraba el trabajo a partir del natural como punto de partida de todo arte. Lo anterior también se basa en la preocupación del pintor por acercarse lo más posible a la verdad histórica, a un realismo que muestre a Jesús como el auténtico judío que era, sin las adulteraciones de la tradición.

En la imagen superior aparece quizás la "Cabeza de Cristo" más cercana a "Cristo con los brazos cruzados". Es además uno de los trabajos más sutiles de Rembrandt a la hora de plasmar los efectos de la luz sobre la carne, siguiendo su característico enfoque de expresar las emociones por encima de todo. En ella vemos la figura de Cristo, desgarrado entre la meditación y el cansancio, emergiendo en toda su verdad.

Muy próxima es también la interpretación de la imagen inferior, una obra que a su vez recuerda la versión más convencional de los "Peregrinos en Emaús", ya comentada en un anterior capítulo: misma inclinación de la cabeza, mirada hacia arriba, boca entreabierta, sorprendente frontalidad e iluminación desde la izquierda.

 

 

Anterior entrega en este

Artículo relacionado en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com