ARTEMISA, DE REMBRANDT


 

 

Introducción. Elementos compositivos

Esta obra, la única pintura de Rembrandt presente en las colecciones del madrileño Museo del Prado, forma parte de un grupo de imágenes de diosas y heroínas que el artista pintó entre los años 1633 y 1635. La obra aparece firmada y fechada en el brazo del sillón: Rembrant / f. [tres puntos formando un triángulo] 1634.

Aunque la identidad de la protagonista es incierta, diversos especialistas coinciden en que Rembrandt hace referencia a la fidelidad y al amor conyugal. Algunos piensan que quizá podría aludir a su matrimonio con Saskia van Utylenbroch celebrado el mismo año en que firma el cuadro.

La destreza del artista holandés en el uso del claroscuro, la riqueza de matices en los tejidos y en la expresión del rostro de Artemisa, junto con su excelente estado de conservación, hacen de esta obra uno de los mejores testimonios para conocer la genialidad de Rembrandt.

La protagonista del cuadro está completamente iluminada y ocupa el centro de la composición. Esta figura femenina queda enmarcada entre un fondo oscuro del que emerge una anciana y un primer plano en donde una joven sirvienta, de espaldas al espectador, es vista de perfil perdido y con la cabeza en sombra. La muchacha, en el gesto de acercar la copa, conduce su mirada y la del espectador hacia la poderosa presencia femenina, subrayada igualmente, por la elevada perspectiva en la que está situada.

 

 

Posibles iconografías: Artemisa

Se trata de una extraña iconografía cuya interpretación ha sido, y sigue siendo hoy, la cuestión más debatida en relación con este cuadro. Así, las interpretaciones clásicas, como Artemisa y como Sofonisba, son dos historias similares, confundidas con frecuencia en el siglo XVII, que gozaron de cierta popularidad en la literatura y la pintura de la época. Recientemente se ha propuesto una probable interpretación como Judith ante Holofernes. Las tres iconografías comparten el mismo tema: la fidelidad patriótica y/o conyugal.

La interpretación de Artemisa viene recogida en el catálogo del Museo del Prado desde 1845: "Reina que, según los relatos de Valerio Máximo, en Factorum et dictorum memorabilium libri novem, (4, Ext. 1), sumida en el dolor por la muerte de su marido Mausolo, sátrapa de Caria, quiso beber sus cenizas para convertirse en su sepulcro viviente." Desde el punto de vista histórico, esta interpretación vendría justificada por la autoidentificación de Louise de Coligny, madre del príncipe Frederik Hendrik de Orange, y Amalia von Solms, su mujer, con esta heroína de la Antigüedad. Ambas poseían en su colección sendas versiones del tema por Rubens y por Honthorst respectivamente, que Rembrandt hubo de conocer.

Según las fuentes iconográficas señaladas por Tümpel, el paño que sujeta la vieja criada del fondo, sería el saco con las cenizas de Mausolo, que figura en el grabado de Pencz. El libro abierto ha sido identificado por Golahny como una alusión al concurso de elegías instituido por Artemisa en memoria de su marido (Aulo Gelio, Noctes Atticae X, 18, 3). Las dudas que se plantean para identificar a la protagonista como Artemisa, vienen dadas por la ausencia de un velo de viuda como muestra el personaje en los dibujos de Caron o en las escenas de Honthorst y Rubens. Aparte, quien sujeta la copa en las fuentes señaladas es Artemisa y no la sirvienta. Rembrant además, dota a la mujer de un gesto orgulloso, desafiante y no de tristeza o dolor. 

 

Posibles iconografías: Sofonisba

El amplio cuello de armiño que adorna el vestido de la protagonista -símbolo de su condición real- y la lujosa copa que le es ofrecida han llevado a los diferentes autores a explicar la escena como representación de la reina Sofonisba (Livio, Ab urbe condita XXX, 12, 14, 15), hija de Asdrúbal y mujer del rey númida Synphax, primero, y luego del príncipe Massinissa, que prefirió beber veneno antes de ser entregada a los romanos.

Teniendo en cuenta las fuentes iconográficas señaladas por Tümpel, se ha advertido que la ausencia de plañideras y soldados y, sobre todo, del esclavo enviado por Massinissa con la copa con el veneno, hacen muy improbable la interpretación como Sofonisba. Aparte, la presencia de la vieja del fondo no tiene explicación en esa historia.

 

Posibles iconografías: Judith ante Holofernes

Es una nueva interpretación, señalada en el catálogo de la muestra Rembrandt. Pintor de historias (2008), Pedro de Madrazo, en el catálogo de 1920, ya señalaba que E. Michel "no acepta ninguna de estas interpretaciones -Sofonisba y Artemisa-, y supone que se trata de un asunto bíblico, representándose a Bethsabé o Judith."

Díjole Holofernes: "¡Bebe, pues, y comparte la alegría con nosotros!". Judit respondió: "Beberé, señor, pues nunca desde el día en que nací, nunca estimé en tanto mi vida como ahora." (Judit 12, 17-19).

Tanto la expresión de la protagonista como el gesto de su mano parecen los adecuados a la respuesta dada por Judit a la invitación del general enemigo. La anciana, por su parte, puede ser identificada como la sirvienta de Judit, aguardando fuera de la tienda con la alforja de las provisiones, en la que después habría de meter la cabeza de Holofernes (Judith 13, 9-10).

 

 

Historia y género

La primera noticia sobre esta obra es en el inventario de bienes del marqués de la Ensenada (1754), en donde figura un cuadro descrito como Judit de medio cuerpo. Posteriormente, en 1768, en el segundo inventario de sus bienes, es identificada como Rembrandt, Una noble matrona y una criada.

Ese mismo año, es adquirida por el rey Carlos III a propuesta de Mengs, junto con otras 29 pinturas de la colección del marqués de la Ensenada. En el inventario de bienes del monarca ilustrado (1772) está descrito como Ensenada - Vn quadro que representa a Judic a quien vnas doncellas sirven una copa y en vna mesa redonda tiene vn libro abierto figuras de mas de medio cuerpo original de Rembrandt [sic] de siete quartas de largo y vara y media de caida. Esta descripción se mantiene en el inventario de Carlos IV (1794). Los catálogos del Prado, desde 1850 hasta el año 1996, lo definen como Artemisa.

Artemisa forma parte del pequeño grupo de alegorías personificadas por la figura monumental de una diosa o de una heroína de la Antigüedad, que Rembrandt pintó entre 1633 y 1635 y que marcan un avance en la evolución artística iniciada por el pintor desde su instalación en Ámsterdam, en 1631.

Este grupo de cuadros es interesante por su originalidad. En lugar de buscar sus modelos en el monte Olimpo, el pintor ha mirado hacia su entorno más inmediato, y ha pretendido humanizar a las diosas. Solo los trajes exóticos recuerdan su pertenencia al mundo de la Antigüedad. Pero es la sensación de proximidad la que domina. A ella contribuyen las actitudes benévolas de las figuras. Todas son admirables por sus virtudes: Flora por su fertilidad, Belona por su fuerza, Minerva por su sabiduría y Artemisa por su capacidad de sacrificio.

No conocemos el origen de esas obras; no sabemos si fueron encargos, o si Rembrandt los pintó con la esperanza de venderlos en el mercado del arte.

 

 

Contexto histórico-artístico y aspectos técnicos

Tras la Guerra de los Ochenta Años o Guerra de Flandes (1568- 1648) entre Holanda y España, se reconoce la independencia de las siete provincias de los Países Bajos del Norte, que emergen del conflicto como una potencia mundial gracias a su poderosa armada y flota mercante. Además, el éxito de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, fundada en 1602 como primera corporación multinacional, contribuye a ese florecimiento económico y artístico que ha sido calificado como el Siglo de Oro holandés. Esta época coincide aproximadamente con el siglo XVII, donde el estilo imperante es el Barroco.

Los preceptos iconoclastas de la Iglesia reformada, reducen la presencia de temas religiosos con fines decorativos o devocionales, representándose episodios bíblicos del Antiguo Testamento con un carácter intimista y dramático. Los temas mitológicos se abordan desde un tono alegórico-moralizante abandonando la sensualidad renacentista. En la pintura holandesa se da un panorama rico y variado, coincidiendo cronológicamente grandes maestros como Frans Hals (1580-1666), Rembrandt van Rijn (1606-1669) o Johanness Vermeer (1632-1675).

Aunque la pintura está muy elaborada, la pincelada es de gran soltura. En la cabeza de la protagonista, como en el resto de su figura, se pueden seguir las pinceladas y los trazos empastados que modelan las formas y realzan los detalles con toques puntuales y precisos, aplicados con materiales que contienen abundante plomo y que destacan con fuerza sobre los fondos. 

En la radiografías se observa además que en un primer momento Rembrandt tuvo una idea distinta de cómo componer la escena, haciendo rectificaciones posteriores sobre un dibujo inicial.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

Teresa Posada Kubissa, ficha del catálogo en Alejandro Vergara (ed.), Rembrandt pintor de historias. Cat. Exp. Museo Nacional del Prado, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2008, pp. 138-142. 

Julia Lloyd Williams, Rembrandt, Artemisa y Mujer en el lecho, Museo Nacional del Prado.

Julia Lloyd Williams (ed.) Cat. Exp. National Gallery of Scotland, Edimburgo; Royal Academy of Arts, Londres, Múnich, Londres y Nueva York, Prestel, 2001.

Amy Golahny 2000, "Rembrandt´s Artemisia: Arts Patron", en Aud Holland, 114 (2000) pp. 139-61.

Corpus. VVAA. A Corpus of Rembrandt Paintings, Stichting Foundation Rembrandt Research Project, (1982- 2005). 4 volúmenes: II, 1631- 1634 (1986), nº A94, y III, Corrigenda et Addenda al nº A94, pp. 774-776. 

Leonard J. Slatkes, Rembrandt. Catálogo completo dei depinti, Florencia, Cantina, 1992, nº 90. 

Bredius y Gerson, The Complete Edition of Paintings, Londres, 1969, nº 69.

Christian Tümpel, Rembrandt. Mythos und Methode, Königstein im Taunus, 1986, nº 97, pp. 173 y 182-85. 

 

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