REMBRANDT 350 AÑOS. LOS TEMAS SACROS
RESURRECCIÓN

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

Rembrandt dedicó una atención sustancial a los temas de la "Resurrección" (1639) y la "Ascensión" de Cristo (1636) en dos tablas de su primera etapa, producidas como parte de la serie pasionista (1633-1646) pintada para el príncipe Frederik Hendrik de Orange a través de la mediación de su secretario, Constantijn Huygens.

El evento real de la "Resurrección" (imagen superior) no está descrito en la Biblia. Los rayos X han revelado que Rembrandt hizo cambios en una composición que, al principio, no incluía la figura de Cristo, mostrando solamente un ángel y una tumba vacía, con varios soldados romanos y las santas mujeres presenciando el prodigio; de hecho, se concentró en el momento justamente anterior en que el ángel se dirige a ellas para disipar sus miedos y anunciarles el feliz acontecimiento, recogido por Mateo en su evangelio (Mt 28, 2-4).

Finalmente, en lugar de una tumba vacía o de la tradición iconográfica que representa a Cristo resucitado sobre la tumba como héroe plantado triunfante sobre la muerte, la versión final de la Resurrección de Rembrandt muestra el cuerpo de Jesús todavía en la tumba, sentado en el borde derecho, levantándose del sarcófago como si despertara de un sueño, enlazando así el cuadro, tanto a nivel visual como compositivo, con "La resurrección de Lázaro" (imagen inferior, 1630-1631), otra de sus transgresoras obras primerizas.

La luz sobrenatural del interior parte del ángel que desciende del cielo y levanta la piedra de la tumba para descubrir la figura de Cristo, lo que causa la violenta caída de uno de los aterrados soldados que la custodian, dispuestos en semipenumbra como las asombradas santas que el pintor coloca en el extremo inferior derecho.

 

 

Respecto a la "Ascensión de Cristo" (imagen inferior), si la idea básica de la secuencia de imágenes cristíferas de Rembrandt fue siempre la de enfatizar la humanidad del Hijo de Dios, esto quedó completamente eclipsado de forma excepcional en esta tabla, la primera que el pintor realizó para la segunda fase del referido ciclo pasionista -compuesta por el "Entierro de Cristo", la "Resurrección" y la "Ascensión", a las que hay que sumar las dos anteriores de la "Exaltación" y el "Descendimiento de la cruz" (1633, aunque fueron completadas en 1639) y las dos posteriores sobre la infancia de Cristo: la desaparecida "Circuncisión" y la "Adoración de los Pastores" (1646)- si bien la "Ascensión" es el último episodio siguiendo un orden cronológico.

La recepción de la "Ascensión" no fue entusiasta y no dio lugar a nuevos encargos por parte de La Haya. En ella, Rembrandt retrata a un Jesús con una impronta más divina que nunca, inspirándose en este caso en un lienzo de Tiziano, "La Asunción de María", conservado en la basílica veneciana de Santa María Gloriosa dei Frari. Contrasta la oscuridad de la tierra con la del glorioso cielo, coronado e iluminado por el Espíritu Santo. En ella los apóstoles se despiden de su Maestro, al que los ángeles elevan en una nube hacia el Paraíso.

 

 

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