JOAQUÍN SOROLLA. 150 ANIVERSARIO
LA BATA ROSA

Con información de Blanca Pons-Sorolla


 

 

Las etapas en la trayectoria artística de Joaquín Sorolla son las siguientes: formación y consolidación (1880-1903), plenitud artística (1904-1911) y madurez creativa (1912-1920).

En mayo del año 1915 Sorolla conoce en Barcelona a Antonio Gaudí, con quien visita las obras de la Sagrada Familia. Se manifiestan ya los primeros signos de la enfermedad del pintor que motivarán el prolongado descanso que tomará el año siguiente. Pese a ello, en 1916 retrata a Juan Ramón Jiménez para The Hispanic Society of America y organiza en Valencia la I Exposición de las Juventudes Artísticas Valencianas, en la que participan como artistas sus hijas, María y Elena, y su yerno Francisco Pons Arnau. A Elena, escultora, le conceden una medalla. También se ocupa de poner a punto la casa que ha alquilado en la playa del Cabanyal para pasar un largo verano con su familia, pintando.

De julio a octubre de 1916 Sorolla se olvida del ambicioso encargo de Huntington para The Hispanic Society of America y pinta algunos de sus mejores cuadros de playa, entre los que destaca La Bata Rosa.

Conservado en el Museo Sorolla de Madrid, el óleo sobre lienzo (208 x 162,5 cm) La Bata Rosa, conocido también como Después del Baño, fue considerado una obra maestra hasta por su propio autor y así lo refirió en una carta a Félix de Ortiz de Taranco, potencial comprador uruguayo, con fecha de 17 de septiembre. Dos figuras femeninas -una de ellas rubia y de aspecto maduro, la otra con el pelo negro y muy joven- se arreglan los ligeros vestidos de playa ocultándose en una caseta semiabierta al azul del mar por la puerta del cañizo. El cuerpo de la mujer rubia desaparece entre manteles blancos mientras compone el tirante la morena, cuyos brazos mantiene en alto para permitir a la amiga mover las manos sobre su hombro; se queda quieta para la mujer mayor y adopta la postura de una estatua clásica, en contraposto. Hasta el giro de la cabeza parece buscar la solemne quietud de las diosas homéricas.

El llamativo cuerpo femenino ya no se esconde, al contrario: se expande pegándose a la bata rosa, como queriendo llenar con su absoluta presencia el reducido espacio del cuarto o, mejor dicho, esos casi tres metros cuadrados de tela. Por la izquierda, le llega un golpe de brisa que levanta la cortina para encerrarla en un marco blanco-rosa con infinitos acentos tonales que dejan surgir las carnes en medio de un profuso baño en un mar de tintes de óleo. De esos acentos, el amarillo y el azul -concentrados en algunos puntos, pero desparramándose por toda la tela- emanan la riqueza y la alegría del conjunto que ofrece la escena.

En un alarde de suprema genialidad Sorolla consigue cargar de sensualidad la carne de una mujer detrás de una bata que no es sino un grupo de manchas empastadas. Al igual que en Las Pescadoras, la posición de la joven de la bata rosa es una escultura clásica aparecida en la playa valenciana. Su belleza conecta el Mediterráneo occidental con el oriental y el presente del año 1916 con el clasicismo heleno anterior a Cristo.

Con sus formas helénicas para soportar el profundo discurso del color en superficie, La Bata Rosa es uno de los últimos cuadros pintados por Sorolla en la playa de Valencia y podría también considerarse como un compendio de todos ellos. Como mínimo, de aquellos en que las figuras se insertaban en un paisaje de playa.

 

FUENTES: PONS-SOROLLA, Blanca. Sorolla. Obras Maestras,
Barcelona, pp. 173 y 217; http://variosestilospictoricos.blogspot.com.es

 

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