JOAQUÍN SOROLLA. 150 ANIVERSARIO
EL PRIMER HIJO

Con información de Blanca Pons-Sorolla


 

 

En junio de 1884 Sorolla se presenta como aspirante a la plaza de pensionado de Pintura en Roma de la Diputación de Valencia y es admitido tras ser examinado por el tribunal, en sesión previa al inicio de las oposiciones, de la asignatura de Teoría e Historia de las Bellas Artes, que le faltaba por aprobar. Los tres ejercicios tienen lugar en el otoño y obtiene la plaza por unanimidad con El Palleter, Declarando la Guerra a Napoleón. Esta beca consiste en una paga anual de 3.000 pesetas durante tres años.

En septiembre de 1888, tras ser aceptada la solicitud de prórroga de su pensión en Roma por un año más, contrae matrimonio con Clotilde García del Castillo, la tercera de los hijos de Antonio García Peris, protector de Sorolla. La pareja emprende viaje a Italia y, tras una breve estancia en Roma, deciden establecerse en Asís, donde Sorolla comienza a pintar cuadros de género para cubrir sus necesidades económicas. Al año siguiente regresan definitivamente a España, tras una breve estancia en París para visitar la Exposición Universal.

En 1890 Joaquín y Clotilde alquilan en Madrid una casa-estudio en la Plaza del Progreso, donde nacerá el 13 de abril su hija María Clotilde. Ese mismo año Sorolla concurre a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, donde obtiene la medalla de segunda clase por Boulevard de París, óleo que pinta en Madrid usando los apuntes tomados en París en 1885 y 1889. Interviene después en la Exposición de Pasteles y Acuarelas organizada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid con las acuarelas El Primer Hijo, La Santera, Serenata Morisca, El Calafateo y Otoño Prematuro, el gouache Fuenterrabia y dos estudios a pastel.

Conservada en una colección particular, la obra El Primer Hijo está pintada cuando su hija María Clotilde apenas contaba con un mes de vida. Es una etapa más en el camino hacia una elaboración formal individual y objetiva de la realidad. Nuestro joven artista -que sigue cultivando la técnica de la acuarela, la cual no abandonará definitivamente hasta el año 1899- lleva a cabo una intimista escena, similar a ¡No la Despiertes!, que tiene relación con su recién encontrada dicha familiar.

Al igual que ocurre con Clotilde en la Ventana, la puesta en escena emana todavía un fuerte sabor romántico. Tanto él como Emilio Sala -profesor de Sorolla en Roma- descubren con especial encanto la cotidiana intimidad del mundo femenino en un placentero ambiente burgués. Por lo general, se trata de una aproximación intrascendente y juguetona, un entrañable y hogareño costumbrismo fin del siglo que, en manos de Sorolla, adquiere una armonía equilibrada que tiende a una precisión de la línea y a un grafismo refinado.

 

FUENTES: PONS-SOROLLA, Blanca. Sorolla. Obras Maestras,
Barcelona, pp. 198-200; http://variosestilospictoricos.blogspot.com.es

 

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