ROQUE LÓPEZ (V)
RESUCITADO


 

 
 

 

El canon menudo alentado por Francisco Salzillo es seguido fielmente en el Resucitado de Lorca (Murcia), hecho en el año 1801. El espíritu de su maestro late por medio de sonrosadas carnaciones y por la forma irreal e ingrávida de concebir un cuerpo suspendido en el aire.

Esa misma tendencia aparecerá en el San José del convento lorquino del Carmen o en la serie de Niños de Pasión, como el de Santa Clara la Real de Murcia. La fidelidad a los modos aprendidos volverá a hacer acto de presencia en la Inmaculada Concepción de los Diegos (hoy en el crucero de la iglesia murciana de San Andrés) y en la Dolorosa del Cristo del Perdón (ya mencionada), obra que completa un interesante grupo rescatado por esa cofradía pasionaria para el Lunes Santo de Murcia.

Del Resucitado Espín Rael dijo que era la mejor escultura "que salió de la gubia de Don Roque López, por su original espiritualidad y la artística elegancia de su actitud: un cuerpo desnudo, delicadísimo, que se eleva del suelo ingrávido y parece que va a desaparecer en el infinito. Es una limpia y honrada talla en pino carrasco del país, sin añadidos, piezas postizas, emplastes, remiendos, trucos ni subterfugio alguno engañoso".

Otras tallas procesionales de López para Lorca eran el Paso de la Conversión de la Samaritana (1801), cuya imagen de Cristo tenía un rostro idéntico al del Resucitado, y el Nazareno (1800), imagen de vestir, con pies, peana, cruz y peluca. Estas dos últimas creaciones no se conservan.

La imagen del Resucitado de Lorca fue encargada por la Archicofradía de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, Asunción y Encarnación de Nuestra Señora, por los cofrades Pedro Martínez, maestro alarife, y Pedro Fernández, dependiente de Rentas, vecinos de Lorca, los cuales para hacer frente a los 2.500 reales de vellón que importaba la obra, hubieron de hipotecar sendas casas de que eran dueños.

Finalizado el encargo, se efectuó la entrega el 12 de marzo del año 1801, previa entrega a cuenta de 1.500 reales, que don Mariano Gil Castroverde, cura parroquial de Santa María, y por mano de don Marcos Ramallo, entregó al artista, trasladando a Jesús Resucitado a la ciudad de Lorca, siendo muy bien acogido por los vecinos. El resto del pago se satisfizo en dos anualidades iguales, en 1802 y 1803.

Durante nuestra contienda civil esta talla fue oculta entre unas espinosas paleras con objeto de evitar su destrucción ante los saqueos que se estaban desarrollando con las obras de arte. De todos modos se descubrió e intentaron quemarla en una hoguera donde ardían otras valiosas obras, pero un grupo de decididas mujeres se opusieron enérgicamente a que fuera arrojada al fuego, alegando en su defensa que esta escultura, por su hechura, era comunista, basándose en la banda roja que cruza su busto y la mano izquierda cerrada y en alto.

Convencidos los reunidos allí, un betunero cargó con el Resucitado para explicar en el Ayuntamiento los motivos del indulto, sufriendo la imagen un percance durante el trayecto en el que resultó roto el dedo índice de la mano derecha. Por lo anterior, son muchos los lorquinos que llaman al Resucitado de Roque López, cariñosamente, El Palero. Unos porque, antaño, la Iglesia de Santa María se encontraba junto a las chumberas situadas en la falda del castillo, y otros porque estuvo oculta temporalmente entre ellas.

 

Fotografía de Carlos Segura

 

FUENTES: BELDA NAVARRO, Cristóbal y HERNÁNDEZ ALBALADEJO, Elías. Arte en la Región de Murcia: De la Reconquista a la Ilustración, Murcia, 2006, p. 423; MUNUERA RICO, Domingo, MUÑOZ CLARES, Manuel y Eduardo SÁNCHEZ ABADIE. Perspectivas de la Semana Santa de Lorca, Murcia, 2005, pp. 309-312; DÍAZ GARCÍA, María José y José María GÓMEZ TORO. "El arte belenístico de la Región de Murcia", volumen XIII de la serie Biblioteca Básica Murciana, Murcia, 1983, pp. 94-95.

 

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