ROQUE LÓPEZ (II)
LA ENCARNACIÓN

José Alcaraz Cano


 

 
 

 

Roque López, el mejor discípulo de los que tuvo Salzillo, realiza y continúa la obra del genial imaginero murciano, atendiendo los diversos encargos que realiza, sobre todo desde 1783, fecha de la muerte de su maestro, hasta 1811, en que fallece en Murcia como consecuencia de la fiebre amarilla.

Roque López entra en el taller de Salzillo en 1767 con veinte años de edad, proveniente de la pedanía huertana de Era Alta, donde nace el 12 de agosto de 1747. Su producción se extiende por la Región de Murcia, para sus iglesias, religiosos y seglares piadosos de la aristocracia murciana. Por lo que respecta a su obra fuera de Murcia, las provincias de Albacete, Almería y Alicante conservan obra suya.

Del catálogo de sus obras -que se conserva y que publicó el Conde de Roche en el año 1889-, sólo se conservan, aproximadamente, menos de un tercio de las mismas, bien por haber sido destruidas o por encontrarse en paradero desconocido. Sus creaciones podemos admirarlas hoy en varios puntos concretos de nuestra geografía: Murcia capital, Lorca, Sucina y La Raya.

El paso de Cristo y la Samaritana, perteneciente a la Archicofradía de la Sangre del barrio carmelitano de Murcia (1799), es posiblemente el más conocido y admirado de Roque López. Presenta un modelado, tanto en los rostros como en los cabellos, genuinamente salzillesco, aunque presenta el sello de Roque López en, por ejemplo, el abrimiento quizás excesivo de los ojos, detalle éste que el escultor realiza en casi todas sus imágenes. Dicho paso, hasta entonces atípico o no representado en Semana Santa (el pasaje de la Samaritana y Cristo junto al pozo con el diálogo de ambos, recogido en el Evangelio de San Juan), ha creado escuela entre la mayoría de los escultores que lo han representado posteriormente.

Su otra gran obra en Murcia es, sin lugar a dudas, la Santa Cecilia que realizó para la Capilla de Música de las Agustinas en 1783 (vista en la primera entrega), año de la muerte de Salzillo, una imagen de ejecución perfecta y acertada con riquísimo estofado y que recuerda, inevitablemente, las formas del maestro.

De igual forma podemos hablar del bellísimo San Miguel de la parroquia murciana del mismo nombre (1800), superior al titular de Nicolás Salzillo y al de Dupar en las Agustinas; la Virgen de los Dolores (la popularmente llamada Dolorosa del Carmen) de la Archicofradía de la Sangre antes citada, donde el escultor se atiene al prototipo de Salzillo en sus Dolorosas, y la Dolorosa de la Iglesia de San Juan Bautista, también obra suya, encargada por la hija de Salzillo.

Y pasamos ahora a reseñar una gran escultura suya en la localidad murciana de Lorca: el Cristo Resucitado que realiza en el año 1800 para Santa María y que actualmente está en la Colegiata de San Patricio. Además del fino modelado del cuerpo desnudo y la cara, con connotaciones salzillescas, consigue el movimiento ascendente que se pretende con la iconografía de dicha escultura.

De igual forma, la Virgen del Rosario, Patrona de Sucina (Murcia), obra del año 1789, es una talla de primera magnitud, con rica estofa característica ya en la obra de Roque López.

Y para terminar esta relación de tallas muy conocidas y de primer orden de Roque López, hay que incluir el extraordinario grupo de la Encarnación, formado por la Virgen y el Ángel, y conservado en la pedanía murciana de La Raya. Tiene aquí presente el escultor murciano los ricos antecedentes en los que pudo inspirarse: la gran Anunciación o Encarnación del insigne Jerónimo Quijano de la Catedral de Murcia; así mismo, y en el mismo templo catedralicio, el medallón en relieve de piedra de la Anunciación que encontramos a la izquierda de la Puerta del Perdón. A propósito del grupo referido de la Encarnación, se conserva el recibo de cobro que expide Roque López de su puño y letra, con su firma autógrafa, al señor cura de La Raya, posiblemente el único documento personal que existe de Roque López.

 

FUENTES: ALCARAZ CANO, José. "Roque López. Breve itinerario por su escultura menos conocida",
publicado en la revista Mvrgetana, nº 121, Real Academia Alfonso X el Sabio, Murcia, 2009, pp. 149-153.

 

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