RETABLOS II (10)
RETABLO DE SAN MARTÍN PINARIO DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

Cristóbal Belda Navarro


 

 

La obra cumbre de la escultura gallega del primer tercio del siglo XVIII va a ser el retablo mayor de la iglesia compostelana de San Martín Pinario. Las trazas del retablo se deben al célebre arquitecto Fernando de Casas Novoa (1730-1733) con el objeto de construir un retablo que separara el coro de la nave y el crucero, lo que obligó a concebir un diseño con dos fachadas a modo de barrera que, bajo formas absolutamente barrocas, ha elaborado un lejano recuerdo del iconóstasis, según acertada definición de Otero.

No existen precedentes para este tipo de retablo, que resume (según el historiador Juan José Martín González) los modelos del llamado retablo-baldaquino con las fantásticas e ilusorias máquinas efímeras de las exequias. Es cierto que no resulta extraña a la retablística española la aparición de retablos espaciales (como, por ejemplo, el retablo de Navarrete en La Rioja, inundando todo el presbiterio y sus espacios cercanos), pero la idea de levantar esta barrera de madera donde, en otros lugares, se colocaba una monumental reja que servía de aislamiento y comunicación es completamente original.

De nuevo volvemos a encontrar en la escultura española del siglo XVIII cómo es posible alterar la concepción originaria de unos espacios mediante la presencia de un rico programa decorativo o iconográfico. Lo que hubiera resultado un lugar de tránsito se convierte en otro de culto donde se levanta la gran escenografía de Fernando de Casas Novoa rematada por la apoteosis del santo titular (San Martín a caballo) acompañado de los santos ecuestres Santiago y San Millán. Algo similar a este efecto de nueva valoración de los espacios se había realizado en el famoso Transparente de la Catedral de Toledo.

En el segundo cuerpo de este retablo trabaja Benito Silveira realizando las esculturas ecuestres mencionadas (cuya novedad no es tanta si recordamos el ejemplo de Alonso de Mena en la Catedral de Granada), la apoteosis del titular en la hornacina central y, en la del coro, la efigie de San José. Desde 1758 está presente José Gambino (napolitano afincado en Compostela que trajo a Galicia el rococó y el influjo de los ambientes italianos) realizando el San Andrés y San Juan, más los relieves de las paredes del presbiterio por donde se extiende el retablo. Casas Novoa diseñaría también los retablos colaterales del crucero, dedicados a la Virgen y San Benito.

 

FUENTES

BELDA NAVARRO, Cristóbal. Los Siglos del Barroco, Madrid, 1997, pp. 198-200.

 

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