RETABLOS II (4)
RETABLO DE SANTO DOMINGO DE SANTA CRUZ DE LA PALMA

José Guillermo Rodríguez Escudero


 

 

El retablo mayor de la actual Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, extinto Convento de San Miguel de Las Victorias de Santa Cruz de La Palma (Padres Dominicos), ha sido calificado por el experto profesor Alfonso Trujillo como "el más bello, completo y barroco ejemplo" de los retablos de columnas salomónicas pareadas y dos cuerpos existentes en el Archipiélago Canario. El antiguo retablo de pincel de la capilla mayor poseía pinturas representativas del arte manierista de la escuela de Brujas, atribuidas a Pierre Pourbus el Viejo, las cuales fueron desmembradas de su marco originario en 1703 cuando se construyó este fastuoso retablo barroco. Olvidadas por todos, se dice que llegaron a servir de techo para un gallinero. Afortunadamente no se perdieron.

Numerosos frailes artistas, escultores y pintores tuvieron un papel destacado en el retablo que nos ocupa, fruto del ambicioso proyecto de renovación del convento, iniciado a principios del siglo XVIII, con el objeto de realzar y dar más importancia al cenobio. Se afanaron por decorar la iglesia y el resto del monasterio. Su misión consistía en la glorificación del triunfo de la Iglesia y de la Orden de Predicadores -el retablo está rematado por su escudo-, encontrando por este motivo muchos detractores y rivales, tanto entre el clero seglar, como en la Orden Franciscana e incluso entre los Beneficiados Parroquiales. Construido entre los años 1703 y 1705 por el maestro Juan Lorenzo García (1649-1738), el retablo sigue ostentando, como símbolo inequívoco de patronato, las armas de Santa Cruz, como nos indica el profesor Jesús Pérez Morera, "en el lado preferente del Evangelio, y las de Cervellón, en el de la Epístola – labradas con gruesa y abultada talla barroca". Aparece aquí por primera vez la columna salomónica en La Palma. Posee un total de doce.

En las cartelas laterales del banco se halla escrito en letras doradas: "Año", en el lado derecho, y "1751", en el izquierdo. Indudablemente, se trata de la fecha de su magnífico dorado, como así nos lo comunica Pérez Morera. El largo período de tiempo transcurrido entre que se ejecutó el retablo hasta el inicio y finalización de su policromía se explica por el elevado costo de la misma, sobre todo teniendo en cuenta que el convento se veía involucrado en numerosas obras y otras necesidades más acuciantes, como por ejemplo la reparación de las armaduras. El bello frontal tallado perteneció al trono de la venerada imagen de Nuestra Señora del Rosario, custodiada en otro espléndido altar barroco del templo, el más antiguo, realizado por Andrés del Rosario y su hijo Lorenzo de Campos en 1660. Fue donado por el capitán Juan Pérez Pintado, piloto de la Carrera de "Yndias de Su Majestad" en 1694. Para perpetuar esta ofrenda, hizo grabar una inscripción con su nombre.

En el ático superior del retablo, distribuidos en dos pares, se encuentran cuatro angelotes, rollizos, desnudos y de cuerpo entero, dos de ellos en las esquinas, sosteniendo con sus hombros las techumbres del templo, mientras que los otros dos, en las bases de la gran hornacina de San Miguel, mirando hacia el techo, y a ambos lados de la figura de Dios Padre que surge sobre aquél, bendiciendo con su mano derecha, mientras sostiene la bola dorada del mundo en la otra. Este busto, sobre el que se sitúa una venera dorada, está rodeado de cuatro animales dorados y alados. Seis angelitos también salpican la mitad del retablo, sobre los seis capiteles de las columnas salomónicas doradas de la parte inferior. Otros dos se hallan en los laterales del segundo cuerpo formando parte de unas columnas entre hojas de acanto doradas.

La magnífica talla barroca del siglo XVIII de San Miguel Triunfante, patrón del cenobio, se sitúa en la hornacina central de segundo cuerpo. Es obra del imaginero dominico grancanario Fray Marcos Gil, autor también del púlpito del templo y los angelotes del retablo. A sus lados, la talla barroca de San Joaquín (siglo XVIII), procedente de la Parroquia de El Salvador, y la de San Francisco de Asís (siglo XVII), anteriormente entronizado en su altar de la misma iglesia. En la hornacina principal se encuentra la magnífica escultura de tamaño natural del Nazareno (1841), del brillante imaginero orotavense Fernando Estévez del Sacramento. A sus lados, la Dolorosa conocida por La Magna, obra del mismo Estévez, y San Juan Evangelista, de Manuel Hernández, apodado El Morenito (1756-1815). Estas dos últimas sustituyeron a las esculturas de dos Papas que se hallaban inútiles y fueron colocadas solemnemente el 27 de junio de 1858. Mientras que las tres imágenes del cuerpo superior del retablo son tallas completas, las tres de las hornacinas inferiores son de candelero para vestir.

 

FUENTES: PÉREZ MORERA, Jesús. "Los retablos de los extinguidos conventos de Santa Águeda y Santo Domingo en Santa Cruz de La Palma", en Revista de Historia Canaria, nº 175, Universidad de La Laguna (ULL), 1984-1986; -Ídem. "Iglesia de Santo Domingo", en Magna Palmensis. Retrato de una Ciudad, Santa Cruz de Tenerife, 2000; -Ídem. "El Convento Dominico de San Miguel de La Palma después de la invasión francesa de 1553: discurso escatológico y contrarreformista", en I Encuentro Geografía, Historia y Arte de Santa Cruz de La Palma (Separata), 1993. TRUJILLO RODRÍGUEZ, Alonso. El Retablo Barroco en Canarias, 1977.

 

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