PIERRE PUGET. IV CENTENARIO
ASUNCIÓN DE MARÍA

10/11/2020


 

Muy incomprendida en su momento, la obra escultórica de Pierre Puget (Marsella, 1620-1694) está hoy considerada la mejor del periodo barroco en Francia, por encima de otros escultores contemporáneos que fueron ensalzados por la crítica del momento, como Girardon y Coysevox. A partir del siglo XVIII las cosas comenzarían a cambiar y Puget sería tomado como un modelo para las generaciones posteriores de artistas.

 

 
 
Foto: Antje Voigt

 

Tras la caída de su protector, el estadista y superintendente Nicolas Fouquet, nuestro artista, que también trabajó como pintor y arquitecto, fue apartado de la Corte francesa por el ministro Jean-Baptiste Colbert, rival del anterior, por lo que Puget decidió instalarse en Génova, donde llevaría a cabo una fecunda producción escultórica que influiría notablemente en los artistas ligures del barroco.

Durante su estancia en Génova, Puget desempeñó importantes encargos, como este relieve en mármol (94 x 124,7 x 14 cm) de la Asunción de María que se conserva actualmente en el Museo Bode de Berlín. La obra le fue encargada por Carlos II de Gonzaga-Nevers, duque de Mantua, para un altar del palacio ducal que poseía en dicha localidad italiana. Nada más ser instalado en su emplazamiento original, el relieve fue aclamado como una obra de excepcional belleza, tal y como consta en documentos y literatura contemporánea.

 

 
 
Foto: Antje Voigt

 

Al ser la más antigua de todas las festividades instituidas en honor a la Virgen, el tema ha sido plasmado muy frecuentemente. Para ofrecer una composición distinta y personal, tanto formal como iconográficamente, Puget representó a María flotando sobre un sarcófago abierto, ascendida entre nubes a la Gloria por todo tipo de figuras angélicas -serafines, querubines y cabezas aladas- que se apiñan a su alrededor, algunas de ellas portando su insignia, el cetro y la corona, símbolos estos dos últimos de su realeza.

Para representar a la Madre de Dios, Puget opta por una figura devota que, con patetismo barroco, alza la mirada hacia Dios Hijo, que la espera para coronarla junto al Padre con los atributos mencionados. Bajo el sarcófago, en cuya decoración aparecen los retratos de los donantes, el duque y su esposa Isabel Clara de Habsburgo, vemos un paisaje vegetal que simboliza la vida terrena que María deja atrás al ascender al cielo.

 

 
 
Foto: Antje Voigt

 

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