JOSÉ PIQUER Y DUART. 150 ANIVERSARIO
SANTOS DE TOLOSA

17/07/2021


 

 
     
     
San Antonio de Padua
 
San José con el Niño

 

José Piquer estudió en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, y viajó a París y a México -donde sufrió la amarga experiencia del robo de todos sus bienes-, así como a Estados Unidos. En París conoció a D'Angers y a Rude, lo que seguro coadyuvó a que consiguiera trasmitir la fuerza expresiva en sus obras.

Piquer recibió el encargo de cuatro esculturas en madera en 1845 que concluyó en Madrid entre 1847 y 1850: San Ignacio de Loyola, San Antonio de Padua, San José con el Niño y San Juan Bautista para el templo de Santa María en Tolosa (Gipuzkoa) tras el incendio sufrido en la iglesia en 1781. En ellas refleja su formación académica, pero también la raigambre imaginera de la manera más tradicional.

Son cuatro esculturas de gran tamaño, de 275 cm de altura cada una de ellas, aproximadamente, destinadas a los altares laterales del templo, cuyo estilo es neoclásico al igual que el mayor: San Ignacio de Loyola y San José con el Niño están en el lado de la epístola y San Juan Bautista y San Antonio de Padua en el del evangelio.

Según el historiador sevillano Narciso Sentenach, José Piquer, aunque isabelino, representó en el arte todo lo tradicional, genuino y entrañable del temperamento español estético. Ardiente, pero naturalista y expresivo de la vida, llevó su afán hasta esmerarse en la policromía de sus estatuas, al estilo más genuino entre nuestros imagineros antiguos. El realismo de Piquer tenía sus grandes defensores, que lo estimaban como única senda salvadora del arte. Al igual que su gran amigo Vicente López y otros pintores como Antonio María Esquivel, Piquer quería resucitar los esplendores de las antiguas escuelas.

San Juan Bautista aparece muy corpulento y dialogante con los fieles, a los que señala al cordero como símbolo del sacrificio de Cristo, aludido también en el estandarte, que no es original de la pieza. Su expresión contrasta con el misticismo de San Ignacio de Loyola, que sostiene el libro en el que se hallan inscritas las siglas de la Compañía de Jesús que el religioso español fundó en 1534.

Respecto a San José con el Niño, destaca la profunda interacción de padre e hijo. Entre ambos se ha colocado el atributo de la vara florecida, que al menos en parte tampoco es original de Piquer. Por último, similar vínculo afectivo muestra San Antonio de Padua, al que el pequeño Jesús acaricia el rostro. Estos dos últimos santos muestran las facciones muy idealizadas y, al igual que los anteriores, ropas de afilados y rotundos pliegues.

 

 
     
     
San Juan Bautista
 
San Ignacio de Loyola

 

Fotografías de Miguel Cortés

 

FUENTES

AZCUE BREA, Leticia. "La escultura española durante el Romanticismo: continuidad y cambios", en El arte de la era romántica, Madrid, Galaxia Gutenberg, 2012, p. 12.

RINCÓN GARCÍA, Wifredo. "Aproximación a la escultura religiosa del siglo XIX en España", en Estudios de escultura en Europa. Materiales del Congreso Internacional de Escultura Religiosa "La luz de Dios y su imagen" (Crevillent, 17-20 de noviembre de 2016), Ediciones de la Diputación Provincial de Alicante y del Instituto Alicantino de Cultura "Juan Gil-Albert", 2017, p. 477.

SENTENACH Y CABAÑAS, Narciso. "Miscelánea. Don José Piquer", en Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, nº 31, segunda época, Madrid, 1914, p. 176.

 

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