1900. RETRATO DE PIONERAS EN EL ARTE
CAMILLE CLAUDEL

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 
 
La edad madura

 

A pesar de que las mujeres artistas son más famosas hoy en día que en el pasado, todavía hay muchas artistas relegadas a la oscuridad por el mero hecho de ser mujeres. Aunque, principalmente, hemos llevado a cabo este especial para familiarizarnos con algunas de esas mujeres cuya actividad ha quedado olvidada, e incluso a veces marginada por debajo de la de sus compañeros varones -lo que resulta aún más indignante si tenemos en cuenta que todas ellas fueron, además, figuras pioneras en la historia del arte-, nos es imposible cerrarlo sin reservar un apartado para Camille Claudel, cuya obra, felizmente redescubierta en la década de 1980, está actualmente considerada como una de las más valiosas aportaciones a la escultura moderna.

Incluimos a Claudel por dos razones. La primera es su inmenso talento, durante mucho tiempo subestimado y malinterpretado. Claudel trabajó para Auguste Rodin (1840-1917), se convirtió en su amante y finalmente lo dejó para obtener reconocimiento por sí misma en el mundo del arte. Rodin no la explotó, pero se apoyó en el trabajo de Camille durante toda su vida -y no al revés-, lo que confirma la brillantez de la escultora.

La segunda es la tan fascinante como dramática vida de Claudel, muy representativa de los problemas de las mujeres artistas: la lucha por el reconocimiento, el conflicto con los valores sociales y las desigualdades que existen en el mundo del arte. Hablar de Camille Claudel es hablar de una artista genial, desestabilizada y, finalmente, derrumbada por una letal combinación de circunstancias: reprobación social, privaciones, los prejuicios del mundo del arte... La tragedia de Camille no es solo suya, sino la de muchas artistas que encontraron imposible alcanzar el éxito de hombres artistas de menor capacidad.

El caso de Camille es particularmente dantesco ya que su propia familia la envió a una institución mental, donde murió confinada treinta años después sin que ninguna de sus peticiones de salir fuera atendida. Aunque siga siendo recordada como una talentosa escultora que desde muy joven entrelazó una relación atormentada con Rodin, la realidad es que Camille, de carácter independiente e inquieto, era ante todo una mujer liberada que desafió las convenciones sociales y culturales de su tiempo. Preocupada por su inconformidad, la familia de Camille, especialmente su ultraconservadora madre, reaccionó a su crisis internándola en el asilo para enfermos mentales de Montdevergues (actual Centro Hospitalario Montfavet Avignon).

Los médicos del asilo trataron de convencer a la familia de que Camille no necesitaba estar allí, pues estaba lúcida salvo pequeños lapsus mentales, pero aun así la mantuvieron recluida. El primero que se opuso fue su hermano menor, el poeta Paul Claudel, que solo la visitó siete veces en esos treinta años. Curiosamente, Paul ejercía un devoto catolicismo, apostaba en su obra por el amor al prójimo -paralelo, según él, al que Dios tenía por la humanidad- y ayudó, en vida de Camille, a un judío integrante de su familia política -cuñado de su nuera- a escapar de la Francia ocupada por los nazis y emigrar a los Estados Unidos.

 

 
     
     
El vals
 
Sirena o Flautista

 

Respecto a su trayectoria, se observa una gran admiración por la escuela florentina del Renacimiento en su primera etapa de formación junto a Dubois y Boucher. A partir de ahí comienza un movimiento ininterrumpido hacia la creatividad artística y la independencia, cuyo precio fue la soledad y la abnegación, lo que llevó varias veces a Camille a destruir sus propias obras en un acto de insatisfacción y rabia ante su destino. Felizmente, muchas esculturas que se creían perdidas fueron halladas hace unos veinte años en Rumanía.

Antes de conocer a Rodin, con quien estuvo diez años, el trabajo de Camille ya mostraba gran virtuosismo a la hora de modelar la materia. La mágica resolución de los airosos cabellos, el complejo ahuecado de las piezas para aligerar al máximo su peso y el impecable pulido con hueso de carnero, son solo varios de sus desafíos técnicos, fruto de sus frenéticas búsquedas e indagaciones escultóricas. Todo ello refleja una voluntad arriesgada y feroz de la artista para singularizar su arte, especialmente en su etapa con Rodin; cuyo impacto personal y profesional fue igual de intenso para ambos, si bien resultó tan beneficioso para él como lesivo para ella.

Una de las obras más emblemáticas de Claudel es La edad madura (1902), interpretada como una alegoría de la lucha de dos mujeres por un hombre: el propio Rodin. La escultura representa a una anciana llevándose a un hombre de mediana edad, al que intenta alcanzar una joven que aparece arrodillada. Con esta obra, Claudel quería convertirse en una artista independiente; de hecho, su éxito le proporcionó cierta independencia financiera y estabilidad, aunque la recepción no fue como ella esperaba. Los académicos interpretaron el trabajo dentro de los estrechos parámetros de su relación con Rodin. Todavía hoy, cuando muchos eruditos escriben sobre esta pieza, destacan la vida personal de Claudel y pasan por alto su profundo significado.

Actualmente, el trabajo de Claudel se compara con el de Aristide Maillol, Vincent van Gogh y Mary Cassatt. Además de ser un reflejo de las complejas interconexiones que vivían los diversos movimientos artísticos y culturales existentes en la Francia del siglo XIX, las creaciones escultóricas de Camille, erróneamente calificadas como "típicamente femeninas", abordan cuestiones de género en un entorno masculinizado. Claudel fusionó elementos tradicionales e innovadores, criticando y cuestionando cánones impuestos por los hombres artistas. El resultado fue un arte de múltiples matrices en su significado, evidentemente incomprendido.

Después de muchos años de estereotipos, finalmente se está logrando redimir a Camille de su imagen de heroína trágica. Las nuevas biografías se centran en una evaluación completa tanto del trabajo de esta gran artista -que incluye esculturas, pinturas y dibujos- y en el deseo de establecer la verdad histórica sobre la vida de Camille, lo que ha llevado a muchos autores a publicar un conjunto de documentos inéditos que hablan más fuerte que las muchas biografías noveladas, y muestran cómo la realidad a veces supera a la ficción.

 

 
 
La aurora (detalle)

 

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