LA ICONOGRAFÍA DE PENTECOSTÉS (XII)
31/05/2020
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La composición escultórica representa la venida del Espíritu Santo, al término de las siete semanas pascuales, sobre el Colegio Apostólico, que esperaba el cumplimiento de la promesa. Los apóstoles se hallaban reunidos en la oración en torno a María, la madre del Maestro. Se produjo de repente un ruido proveniente del cielo, como el de un viento que sopla impetuosamente, que invadió toda la casa. Aparecieron, como divididas, lenguas de fuego que se posaron sobre cada uno de ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según que el Espíritu les otorgaba expresarse. Ese día de Pentecostés se consuma el don de Dios con la comunicación del Espíritu Santo, revelándose el misterio trinitario. Desde ese momento, quedó constituida la Iglesia: el reino anunciado por Cristo está abierto a todos los que creen en su divinidad, y es conducido invisible pero palpablemente por el Espíritu Paráclito. Tras el prodigio, Pedro salió y habló a la multitud que se había juntado a la puerta: "Esto que ocurre es lo dicho por el profeta Joel: "Y sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas" [...] "Y todo el que invocare al Señor se salvará". Los personajes, sedentes, del Pentecostés que nos ocupa, se disponen simétricamente sobre un elevado podio en forma de "U", con ángulos rectos. Aparece el Paráclito representado en un rompimiento de gloria, irradiando lenguas de fuego. La solería muestra un bello ajedrezado que, además, marca la perspectiva en profundidad. La presente escena formaba parte del retablo rocalla (hacia 1765) que estaba en la antigua ermita de Nuestra Señora del Rocío, patrona de Almonte (Huelva), en un gran medallón sobre el camarín de la Virgen. Dicho retablo sustituye a uno anterior que fue comprado en 1753 al convento sevillano de los Reyes y que resultó muy dañado por el terremoto de Lisboa de 1755, que arruinó el edificio casi en su totalidad. Con motivo de la demolición de la antigua ermita, el retablo rocalla fue desmontado y retirado del culto en 1963. En 2011, con vistas a la inauguración de la nueva capilla sacramental del santuario, fue recuperado en la medida de lo posible para presidir el nuevo recinto, siendo las esculturas de santos y ángeles, las columnas, la embocadura del camarín y este altorrelieve del ático del Pentecostés los principales elementos rescatados. Para ello fue objeto de una profunda restauración en el taller del escultor sevillano José Antonio Navarro Arteaga. Completaron la capilla un espléndido sagrario en plata de Orfebrería Triana, dos grandes pinturas murales (300 x 475 cm) del pintor sevillano José Antonio García Ruiz, que representan sendas alegorías del Pentecostés y la Eucaristía, y una nueva reja forjada por los almonteños José Antonio Faraco y Jesús Acosta. |
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Respecto a la autoría del retablo dieciochesco, últimamente se relaciona con la producción del artista sevillano Francisco Pedro José de Acosta (1734), hijo del prestigioso escultor portugués Cayetano de Acosta, llamado Francisco de Acosta "el Mayor" para diferenciarlo de su hermano menor Francisco Antonio José, que no nació en Sevilla sino en Cádiz por el traslado de su padre hacia 1738 a esta ciudad. Francisco Pedro José llegó a ser maestro mayor del Arzobispado de Sevilla (1776-1789) y yerno del escultor de origen genovés Juan Bautista Patrone. Su estilo deriva del de su padre Cayetano, a quien durante mucho tiempo se atribuyó el retablo. Lo específico y determinante de la advocación del Rocío es su referencia al Espíritu Santo. En la segunda mitad del siglo XVII se trasladó el día de su festividad de la Natividad o Dulce Nombre de María, en septiembre, al lunes de Pentecostés. Desde entonces la Virgen cambió su primitivo apelativo toponímico -de las Rocinas- por el título de Rocío, tomado de la oración postcomunión de la misa del Espíritu Santo. Desconocemos la fecha exacta y la persona que inspiró el cambio. La transformación no se hizo de forma radical, pues aún aparecen documentos de fechas posteriores que mantienen el título de Virgen de las Rocinas. Con inspirada intuición teológica, el pueblo de Almonte había asociado la romería de su patrona, la Virgen del Rocío, con la Pascua del Espíritu Santo. Anualmente se renueva el fenómeno de la multitud de peregrinos, hombres y mujeres "venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo", que, admirados y contagiados por el fervor de los almonteños, reciben de María la invitación a la conversión. El nuevo retablo mayor del santuario contempla también en su eje la escena del Pentecostés (imagen inferior). Toda la decoración escultórica de la fábrica, que en principio iba a realizar Luis Ortega Brú, fue contratada con el escultor pacense Manuel Carmona, cuyo estilo es comparable con el de Brú en cuanto al atormentado barroquismo y al violento dinamismo de sus obras. El diseño del retablo corrió a cargo de su tallista Antonio Martín Fernández, que se inspiró en los retablos sevillanos de la primera mitad del siglo XVIII. Por su parte, el programa iconográfico corrió a cargo del sacerdote e historiador onubense Manuel Jesús Carrasco Terriza. |
FUENTES CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús. "La iconografía de la Virgen del Rocío y su proceso de fijación", en GONZÁLEZ CRUZ, David, (ed.), Ritos y ceremonias en el Mundo Hispano durante la Edad Moderna, Actas del II Encuentro Iberoamericano de Religiosidad y Costumbres populares, Almonte-El Rocío (España), 23 a 25 de noviembre de 2001, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Huelva, 2002. CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús. "Rocío de Vida. Programa iconográfico del retablo de Nuestra Señora del Rocío", en El escultor Manuel Carmona y el retablo de la Virgen del Rocío, catálogo de la exposición homónima celebrada entre septiembre y octubre de 1998, Sevilla, Caja San Fernando, 1998. GARCÍA HERRERA, Antonio. "La prole del escultor Cayetano de Acosta en Alcalá del Río", en Anuario de estudios locales, nº 6, Asociación Provincial Sevillana de Cronistas e Investigadores Locales, 2012. GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y CARRASCO TERRIZA Manuel Jesús. Escultura mariana onubense, Diputación Provincial de Huelva e Instituto de Estudios Onubenses "Padre Marchena", 1981. |
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