En 1854 se origina un gran incendio en la Catedral de Murcia que destruye el retablo mayor renacentista, la sillería neoclásica del coro y los dos órganos. Años después se encarga un nuevo órgano y un nuevo retablo mayor. La sillería del coro es sustituida por otra renacentista regalo de la reina Isabel II.

El Cabildo decidió que el nuevo retablo fuera neogótico. El proyecto pasó a concurso, que fue regulado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid). Se presentaron 12 trabajos y eligieron el del pintor zaragozano Mariano Pescador. La labor escultórica fue encomendada a Antonio Palao, aunque también colaboró Leoncio Baglietto.

La labor escultórica de Baglietto se limitó a la zona inferior, en la cual están representados los cuatro evangelistas y las imágenes de los santos Pedro y Pablo, todas ellas en relieve y flanqueando una tabla pintada que representa a Cristo en el momento de la consagración durante la Última Cena.

La zona superior presenta un compartimento central dividido en dos partes: la destinada al Calvario o Stabat Mater (con Cristo Crucificado, la Virgen Dolorosa y San Juan Evangelista, posiblemente las mejores del conjunto escultórico) y la del camarín de Nuestra Señora de la Paz, titular de la Catedral de Murcia.

En los compartimentos laterales se encuentran las tallas de los santos Fulgencio, Florentina, Leandro e Isidoro, todos ellos de la Diócesis de Cartagena, así como San Patricio y San Andrés Hibernón sobre repisas. Todas ellas son de tamaño algo mayor que el natural, talladas en madera de pino, policromadas, doradas y estofadas.

Todas las figuras de la zona superior fueron realizadas por Antonio Palao (1867-1868) y se encuentran entre lo más destacado de su producción. A ellas hay que sumar las de la Religión, las Virtudes Teologales y los Doctores de la Iglesia situado en las zonas divisorias del retablo mayor, también de su mano.