En el apartado de esculturas atribuidas a Juan Martínez Montañés se encuentra el espléndido grupo de la Visitación de la Catedral de Lima. Tan bello simulacro, de indudable estirpe montañesina, se puede fechar en torno a los años 1621-1624. La imagen mariana, desde el punto de vista formal, compositivo y estético, enlaza a la perfección con los prototipos montañesinos, como los del retablo de San Isidoro del Campo, en Santiponce (Sevilla), los retablos conventuales hispalenses de San Leandro y Santa Clara, o la Virgen de la Cinta de la Catedral de Huelva.

El experto Hernández Díaz, acerca de la Virgen, consideraba que era hermosa y de indudable entronque montañesino, relacionable con las esculturas del citado retablo de San Leandro y por tanto situada en el taller. Ambas figuras muestran gran expresividad realista, hermosa apostura y una representación cercana a las fórmulas empleadas por Montañés, como también lo han advertido otros historiadores como Schenone y los Mesa-Gisbert.

De gran expresividad realista, para Bernales Ballesteros cabe suponer, a la vista de su estilo y formas, que este grupo es una de esas piezas de claro linaje montañesino, y quizás de las más puras que subsisten en el antiguo virreinato del Perú. Solo hay noticias documentadas de la capilla, que procede del XVI, la misma que después de 1604 y antes de 1625 se adornó de retablo y esculturas, si bien el actual retablo mayor es obra neoclásica de finales del XIX.

En la catedral limeña se conserva también otro simulacro montañesino de la Visitación; en este caso, un relieve que forma parte del retablo de San Juan Bautista, realizado en origen para el convento de la Concepción. La pieza es una de las más sobresalientes del conjunto y su composición también la emplearía Montañés en el retablo del Bautista del convento sevillano del Socorro, hoy en la iglesia universitaria de la Anunciación, así como en el desaparecido retablo mayor del templo parroquial de Santiago el Mayor del municipio sevillano de Alcalá de Guadaíra.