LA ICONOGRAFÍA MACABRA DEL BARROCO
EL ÁNGEL DE LA MUERTE


 

 
 
Fotografía: Carlo Raso

 

Una alegoría recurrente en los espacios funerarios, es la alegoría de la muerte o sueño eterno. A finales de la Edad Media, las imágenes del Tiempo, cuyos orígenes se encuentran en el dios Cronos de la Grecia clásica, se fueron emparentando con las representaciones de la Muerte. Durante el Renacimiento y el Barroco, la personificación del Tiempo se representaba generalmente con alas, con una guadaña o con una hoz, y con un reloj de arena, entre otros elementos que indicaban el paso de los meses y años.

Otra variante iconográfica es el ángel de la muerte representado portando una antorcha boca abajo y con su pierna derecha cruzada sobre la izquierda. Esta iconografía es una variante de la figura de Tánatos, quien en la mitología clásica es precisamente la personificación de la muerte.

En el ocaso de la Edad Media, principalmente por la terrible plaga de peste negra que azotó Europa durante el siglo XIV, la muerte cobra un nuevo protagonismo y su imagen deja de ser la de un ángel para convertirse en un esqueleto vestido con una capa negra. Una imagen que, hasta siglos antes, estaba relacionada a los espíritus. Esa imaginería icónica será heredada a la posteridad, sobreviviendo hasta nuestros días.

En la basílica romana de San Pietro in Vincoli se conserva el impactante monumento funerario del cardenal Cinzio Aldobrandini, atribuido al escultor francés Pierre Legros el Joven, afincado en Italia desde 1690 e hijo del también escultor Pierre Legros el Viejo, famoso por sus trabajos en Versalles. El diseño del monumento corresponde al arquitecto italiano Carlo Francesco Bizzaccheri, artista recurrente de la familia a la que pertenece el cardenal Aldobrandini, titular de San Pietro in Vincoli desde 1605 hasta su fallecimiento en 1610.

La tumba, realizada entre 1700 y 1710, tiene dimensiones monumentales y se caracteriza por una fuerte estructura arquitectónica que se desarrolla en un alto zócalo, donde se monta la inscripción conmemorativa. La parte central está dominada por el enorme sarcófago y la figura alegórica que se halla detrás, representada en forma de un esqueleto alado de aspecto aterrador que parece haber tomado posesión del sepulcro.

El ángel de la muerte posee su característico atuendo y herramientas: la capa negra -asociada precisamente al fenómeno y a la oscuridad-, y una enorme guadaña -instrumento utilizado en la agricultura para segar-, una metáfora de la cosecha de la vida para el viaje hacia el más allá. Agregándose a estos objetos, finalmente, el reloj de arena, símbolo del tiempo de vida y su disminución.

Por encima del ángel vemos un enorme óvalo con el emblema de familia, coronado por el sombrero cardenalicio. La parte superior de la composición termina con un arquitrabe blanco que separa el campo central del superior, mientras que a los lados del frontón dos volutas sirven como asientos para dos querubines. Finalmente, una cruz sobre la parte central del monumento bajo la que aparecen las iniciales D.O.M. inscritas en una banda.

El monumento es muy interesante tanto por el diseño con el arquitrabe interrumpido por el escudo de armas ovalado de la familia y el esqueleto macabro de dimensiones sobrehumanas, como por la variedad polícroma del mármol, tallado con extrema precisión. Este rasgo es muy característico de Legros, artista del más alto nivel que logró combinar el ímpetu barroco de Gian Lorenzo Bernini y el estilo clasicista de Alessandro Algardi.

 

 
 
Fotografía: Carlo Raso

 

FUENTES

HERRERA CABELLO, Judith. "La imaginería de la Muerte en la Baja Edad Media", en Revista Historias del Orbis Terrarum, https://historiasdelorbisterrarum.wordpress.com, nº 12, 2016, pp. 39, 43 y 50-51.

AA.VV. (coord. de FAGIOLO, Marcello y BONACCORSO, Giuseppe y Marcella) Studi sui Fontana: Una dinastia di architetti ticinesi a Roma tra Manierismo e Barocco, Roma, Gangemi, 2008, p. 396.

ERCHINI, Carina y BIELLI, Andrea. "Iconografía funeraria en el cementerio central de Montevideo", en Acervo, nº 1, vol. V, Maracaibo, Estado Zulia, enero-junio de 2006, pp. 82-83.

 

Anterior entrega en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com