HIERONYMUS - 1600 AÑOS
JUAN DE VALDÉS LEAL

16/10/2020


 

 

El bautismo de San Jerónimo tuvo lugar en Roma hacia el año 361 cuando el santo tenía 19 años de edad. Fue en las riberas germanas del Mosela, después de terminar sus estudios en Roma, cuando tomó la decisión de recibir el bautismo, regresando a la capital del Imperio con este propósito. El santo fue bautizado por el papa Liberio, el mismo que mandó erigir la basílica romana de Santa Maria Maggiore, templo al que, siglos más tarde, se trasladarían los restos de San Jerónimo desde el monasterio de Belén.

Esta obra forma parte de la serie que Juan de Valdés Leal realizó entre 1656 y 1657 para adornar la sacristía del monasterio hispalense de San Jerónimo de Buenavista. Como precedente de esta serie podemos citar el conjunto de pinturas, relacionadas con la historia y milagros de la Orden Jerónima, que Francisco de Zurbarán realizó para la sacristía del monasterio extremeño de Guadalupe.

El destino de estas pinturas ha sido bastante desafortunado, al igual que el del importante monasterio sevillano para el que fueron realizadas: en 1810 fueron incautadas por las tropas francesas, siendo depositadas en el Alcázar de Sevilla; dos años después, fueron devueltas al monasterio aunque quizás la serie no regresó completa. Tras la desamortización de Mendizábal, en 1835, la mitad fueron vendidas de forma ilegal, pasando la otra mitad al Museo de Bellas Artes de Sevilla, caso de la pieza que nos ocupa.

La iconografía de estas pinturas tiene un doble contenido, por una parte el artista representa episodios de la vida de San Jerónimo y por otra a los más notables religiosos de la orden. Las fuentes documentales que pudo utilizar podrían ser "La leyenda dorada", de Jacopo de la Vorágine (siglo XIII), y "La historia de la Orden Jerónima" escrita por el padre José de Sigüenza y editada en el año 1600.

El primer episodio de la serie es precisamente el "Bautismo de San Jerónimo" (1657), según Valdivieso una obra de composición escasamente afortunada, quizás por estar condicionada por un grabado, aunque el brillante colorido y la aplicación de una pincelada suelta y vivaz reflejan ya el contacto con el espectacular estilo barroco que, a partir de 1656, introdujo Francisco de Herrera el Mozo en el seno de la pintura sevillana.

Para Lafuente Ferrari casi puede decirse que este cuadro ha sido tratado como una escena de costumbres contemporáneas. En opinión de Liebmann, aunque el lienzo recrea una ceremonia solemne, no hace en modo alguno efecto religioso; sin embargo, tiene cabezas excelentes muy expresivas. Tres de dichas cabezas, según Hernández Díaz, eran retratos de Murillo, Velázquez y del propio Valdés Leal que se autorretrató.

 

Fotografía del Museo de Bellas Artes de Sevilla

 

FUENTES

HERNÁNDEZ ROMERO, Antonio. Juan de Valdés Leal (1622-1690), Córdoba, Cajasur, 2001, p. 25.

MATEOS GÓMEZ, Isabel, LÓPEZ-YARTO Elizalde, Amelia y PRADOS GARCÍA, José María. El arte de la Orden Jerónima. Historia y mecenazgo, Madrid, Encuentro, 1991, p. 87.

MARTINO ALBA, Pilar. San Jerónimo en el arte de la Contrarreforma, tesis doctoral bajo la dirección de CRUZ VALDOVINOS, José María, Universidad Complutense de Madrid, 2003, p. 174.

VALDIVIESO, Enrique. Valdés Leal, Madrid, Museo del Prado, 1991, p. 30.

LIEBMANN MAYER, August. Historia de la pintura española, Madrid, Espasa-Calpe, 1928, p. 372.

 

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