JESÚS CAUTIVO - SEVILLA

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

Coincidiendo con el primer viernes de Marzo, inauguramos un especial sobre la iconografía de Jesús Cautivo, muy extendida y favorecida desde hace siglos entre el Cristianismo por la piedad popular. En la mayoría de los casos, nos ceñiremos a los momentos en que Cristo, tras ser prendido y abandonado por sus discípulos, es conducido ante el Sumo Sacerdote, si bien abordaremos también otras variantes de Jesús Preso (Ecce Homo, por ejemplo) siempre que lleven la advocación del Cautivo y atendiendo al interés de la obra.

 

 

La imagen que procesiona la cofradía sevillana de Santa Genoveva (F1), obra del escultor e imaginero hispalense José Paz Vélez, representa a Cristo cautivo y abandonado por sus discípulos, dirigiéndose al palacio del Sumo Sacerdote. Jesús mantiene la cabeza en posición frontal, levemente ladeada hacia la derecha, y dirige la mirada al frente. Las manos se hallan atadas por delante del cuerpo, con los tendones resaltados y los dedos semiflexionados. Cabello y barba, bífida y terminada en punta, han sido modelados mediante sinuosos mechones. Su angustiado rostro muestra la nariz prominente, el entrecejo fruncido y los labios entreabiertos, dejando ver los dientes superiores tallados. Los ojos, inyectados en sangre, se hallan policromados en la madera, resolviéndose las pestañas mediante finos trazos negros en el borde de los párpados, lo que contribuye a aumentar la profundidad de la mirada, absorta en su trágica soledad. Las gotas de sangre, que manan de la frente y se extienden por el rostro y el cuello, se deben al sudor de sangre producido momentos antes mientras oraba desolado en el huerto. De talla completa y actitud itinerante, la efigie fue realizada entre los años 1956 y 1957, y costó la suma de 17.500 pesetas. En 1985 fue restaurada por su propio autor, quien sustituyó el antiguo candelero por un nuevo cuerpo anatomizado.

También de carácter procesional es el Jesús Cautivo y Rescatado de la Cofradía del Polígono de San Pablo (F2), un modelo de Cristo maniatado que supone una evolución del modelado por el escultor e imaginero hispalense Luis Álvarez Duarte en el año 1986 para la cofradía almeriense del Rosario del Mar, de ahí que herede el rostro noble y consumido del anterior, demacrado por la tortura psíquica sufrida en el Huerto de los Olivos, cuyas secuelas son visibles en el sudor de sangre que mancha su frente. En este caso, Álvarez Duarte prescinde del detalle compasivo de las lágrimas de cristal, aunque el Varón conserva la expresión atormentada y sus labios aparecen anhelantes, pese a no salir de ellos ni una sola palabra. Imagen de talla completa y actitud estante, posee unas carnaciones muy tostadas y unos ojos grandes que muestran el iris policromado en tonos verdes. Según su autor, que lo talló en el año 1992, el modelado de la leonina cabellera, dispuesta hacia atrás como si hubiese sido movida por la brisa, supuso una innovación introducida por la escultura religiosa de los últimos tiempos a través de una de sus creaciones. La talla de Jesús mide 185 centímetros de altura y aparece acompañada en el paso por Herodes Antipas, Caifás, un sanedrita y dos miembros de la guardia romana que custodian al reo, todas ellas labradas también en madera de cedro real para vestir por Álvarez Duarte en su estudio del municipio sevillano de Gines (2007-2008). El conjunto recrea los instantes previos al desprecio de Herodes, quien conversa con el Sumo Sacerdote y aparece desconcertado y decepcionado por el silencio y la ausencia de milagros por parte del Mesías, pese a las numerosas preguntas y acusaciones formuladas en su contra. El miembro del sanedrín lleva la túnica blanca con la que procederá a vestir al Redentor y muestra su conmoción ante el fatal destino que aguarda al reo.

Por último, destacar la imagen de Jesús Cautivo que recibe culto en el templo sevillano de San Ildefonso (F3), inspirada en el famoso Medinaceli de Madrid. Para el historiador sevillano Juan Martínez Alcalde, lo demacrado de las facciones, el afilamiento de los pómulos, el corte triangular del rostro y la intensidad dramática de la mirada son rasgos que le aproximan a la manera de hacer del escultor e imaginero sevillano Benito de Hita y Castillo (siglo XVIII). La Iglesia de los Trinitarios Descalzos, consagrados a la redención de cautivos, que se advocaba en la capital hispalense de Nuestra Señora de Gracia, fue fundada en el año 1610 por una dama principal llamada María de Solís. De ella sólo queda una airosa torre-campanario en la calle de los Descalzos. Tras la revolución del año 1868, la escultura fue trasladada a la Iglesia de Santa Marina, y de ahí a la de San Hermenegildo, hasta que se trasladó a San Ildefonso. Ya en el Convento de los Trinitarios ostentaba, como hoy en día, un escapulario con la insignia de la descalcez trinitaria; o sea, una cruz en rojo y azul, con trazos gruesos, al contrario de la cruz característica de la orden Calzada y Primitiva, cuyos trazos son delgados y finos, terminando los brazos al estilo de la Cruz de San Juan de Malta.

 

 

F1 y F2 de Roberto Villarrica para www.fotoscofrades.com
F3 de Diego Sánchez

 

FUENTES

MARTÍNEZ ALCALDE, Juan. "Las imágenes pasionistas que no salen (IV)", artículo publicado en ABC, Sevilla, 05-04-1987, pp. 102-103.

 

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