CENTENARIO DE BOURGEOIS (IV)
LA DESTRUCCIÓN DEL PADRE


 

 

A finales de los años sesenta del siglo pasado, Louise Bourgeois estaba comprometida con el feminismo, y tras la muerte de su marido en 1973, empezó a enfrentarse a su pasado traumático desde una perspectiva feminista. Uno de los resultados fue su famosa obra La destrucción del padre, realizada en 1974.

En la década de los sesenta, Bourgeois había elaborado su vieja imagen de la Femme-Maison trasladándola a un nuevo entorno, llamado Guarida, un lugar protegido en el que uno puede entrar a refugiarse. Aunque la Guarida no es una trampa, la artista destaca que el temor a ser atrapado se ha convertido en un deseo de atrapar a otros. En este sentido, La destrucción del padre quizá sea su Guarida definitiva, pues en ella la protección se torna agresiva, y lo cazado se vuelve cazador. Esta gran cueva hecha con escayola, látex, madera y tela, contiene formas que sugieren pechos, penes y dientes que sobresalen del techo, del suelo y de una mesa.

Simultáneamente cueva, cuerpo y estancia, La destrucción del padre es un interior fantástico del tipo que, según la psicoanalista Melanie Klein, a veces imaginan los niños pequeños. Para Louise Bourgeois es una guarida donde "la cena" (título alternativo de la obra) se ha convertido en un banquete ritual, donde el "tótem" que hay que devorar se ha transformado de súbito en el padre.

La propia artista relata esta fantasía de agresión parricida: "Se trata básicamente de una mesa, la terrible y espantosa mesa familiar presidida por el padre, que se sienta y siente una satisfacción oculta. Los demás, la mujer, los hijos, ¿qué pueden hacer? Quedarse sentados en silencio. La madre, por supuesto, trata de satisfacer al tirano, su marido. Los niños están llenos de rabia. Éramos tres hijos: mi hermano, mi hermana y yo. También había otros dos niños adoptados después de que su padre muriese en la guerra. En total, éramos cinco. Mi padre se ponía nervioso cuando nos miraba, y nos explicaba que era un gran hombre. Así que, furiosos, lo agarramos entre todos, lo pusimos encima de la mesa, lo desmembramos y lo devoramos".

La instalación La destrucción del padre semeja un gran nicho en el que techo y suelo están cubiertos por un agolpamiento de formas orgánicas. Una extensión de elementos biomorfos es, al mismo tiempo, el lecho donde yace el padre asesinado y desmembrado, y la mesa cubierta de carne presta a ser devorada (para la realización del molde Bourgeois utilizó piernas de carne real); aunque no acaban ahí los simbolismos: las protuberancias rosadas evocan la imagen de la vagina dentada y semejan a la vez un túmulo de pechos.

En La destrucción del padre, como sucede en todas las Guaridas de Louise Bourgeois, tanto el techo como el suelo remiten a lo corporal. En definitiva, las Guaridas son volúmenes macizos de imprecisas formas orgánicas; en ocasiones se asemejan a torres y zigurats, remitiendo simultáneamente a lo fálico; otras veces semejan excrementos, las hay como vejigas que penden del techo, y algunas son un cúmulo de abultamientos.

 

FUENTES

AA.VV. Art since 1900: Modernism, Antimodernism, Posmodernism, Nueva York, 2005, pp. 501-502.

MARTÍNEZ MUÑOZ, Amalia. De Andy Warhol a Cindy Shermann, Valencia, 2000, p. 196.

 

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