MARIANO BENLLIURE. 150 ANIVERSARIO
MAUSOLEO DE GAYARRE - RONCAL (NAVARRA)

Con información del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Navarra


 

 

La dilatada vida de Mariano Benlliure cubre buena parte de los estilos artísticos practicados entre el último tercio del siglo XIX y la primera mitad del XX. Su excelente modelado se refleja en obras de un naturalismo, demasiado detallista según algunos artistas de la época. En su obra, junto a la gran profusión de monumentos conmemorativos (entre ellos el de José de Ribera, el de Martínez Campos o el de Alfonso XII) y funerarios (Mausoleo de Gayarre, Entierro de Joselito), cultiva el retrato (el de Francisco de Goya es el más conocido), la imaginería religiosa y el costumbrismo popular, sin olvidar los temas taurinos e infantiles.

De todas las obras que la pequeña villa navarra de Roncal tiene relacionadas de alguna manera con el célebre tenor Julián Gayarre (Roncal, Navarra, 1944 - Madrid, 1890) es su panteón-mausoleo la que alcanza especial interés. Realmente se trata de uno de los mejores monumentos de Benlliure -no solo funerarios, sino públicos en general-, quien recibió el encargo de su ejecución por parte de la familia de Gayarre en el año 1890, fecha del fallecimiento del tenor, si bien no fue colocado en el cementerio de Roncal hasta 1901.

El artista valenciano muestra en este monumento, dotado de cierto simbolismo, gran aparatosidad en la composición y en la utilización de los materiales: mármol blanco y bronce. La obra se levanta sobre cuatro gradas y consta de un sarcófago de mármol decorado en sus frentes por niños cantores, a manera de ángeles querubines, realizados en relieve muy plano y representados cantando libretos de operas. El resultado final del sarcófago recuerda las célebres cantorías italianas del Renacimiento.

En un lateral del sepulcro se recuesta abandonada una figura femenina de bronce con un laúd que oculta su rostro desconsolado, alegoría de la Música. La carga simbólica se completa con las otras dos figuras de bronce, la Armonía y la Melodía, que se apoyan inestables en la losa del sepulcro, alcanzando con sus manos el ataúd, también de bronce, sobre el que la Fama se inclina queriendo escuchar la voz enmudecida del tenor.

En esta obra queda de manifiesto el dominio técnico del Benlliure, que trata con gran esmero los dos materiales empleados; su mencionado afán por plasmar el detalle, como podemos ver en las cenefas y guirnaldas que adornan el conjunto, y su conocimiento de la escultura clásica y renacentista. Así mismo, destaca el dinamismo compositivo, abandonando el escultor toda simetría, con lo que logra resultados no lejanos a la estética modernista, lo que pone de manifiesto su citado gusto por practicar varios estilos artísticos.

 

Fotografía de Elena Pardos

 

FUENTES

AA.VV. Presencias Espaciales en la Colección Capa. Escultura Española del siglo XX (catálogo de exposición), Salamanca, 2005, pp. 17 y 49.

www.unav.es

 

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