LA CANÍCULA EN PÍLDORAS (IV)

Jesús Abades


 

 

Píldora freudiana

Con la muerte de Lucian Freud se nos ha ido uno de los grandes. De los realmente grandes en el mundo del arte. Adscrito a la Nueva Figuración (ese concepto tan ambiguo que sirvió a medias para agrupar, a partir de los 60, a creadores de estilos muy dispares que solo estaban unidos por la representación figurativa), nos deja un legado de obras modernas por vocación que despiertan estupor y admiración al contemplarlas. Sin llegar a la herida psíquica de su gran amigo Francis Bacon, adicto a la angustia y al aislamiento, Freud plasmó una experiencia opresiva en un terreno neblinoso a la vez que hermoso, donde la desnudez es tan pavorosa como sensitiva. Quizás lo que más le unió a Bacon, artísticamente hablando, fue su rechazo a todo lo moral y lo fácil.

Píldora naranja

A Camps me gustaría dedicarle el estribillo de un conocido tema de Mónica Naranjo que dice: "Usted, qué presidente, qué buena gente / Usted ama la fama, tiene el honor y el poder / Y yo quiero ser como usted". Sin embargo, me temo que se va a quedar sin dedicatoria (bastante se ha llevado ya) porque ni vendiendo souvenirs y artículos de coña marinera quisiera ser yo como este tunante poltronero cuya actitud, por sí sola, legitima cualquier movimiento ciudadano en contra de la galopante corrupción política que sufre este país.

Píldora rehab

Hace mucho tiempo que Amy Winehouse ejercía la violencia contra sí misma. El otro día, al parecer (al cierre de este envase aún no está aclarada la causa), un psicotrópico cóctel resultó letal y la mala vida de la joven artista, de voz prodigiosa y amante del exceso, se esfumó. Aunque cayó irremediablemente en ciertos clichés que muchos luchamos por desterrar, quiso ser distinta en muchos aspectos y pagó por ello. No voy a entrar en necrofilias baratas ni en buscar culpables, si es que los hay, pero nunca me gustó cómo se cebó con ella cierta carroña mediática (la misma que, poniendo de excusa la autoestima de las lectoras, ridiculiza a las famosas, exagerando sus defectos y fomentando la feroz misoginia de nuestra sociedad de consumo), ni que la discográfica que tenía detrás permitiera ciertas apariciones que únicamente contribuyeron a dañar aún más su deteriorada imagen.

Píldora macabra

Les decía la semana pasada que la paranoia xenófoba produce monstruos. Pues bien, hace unos días salió uno terrible del lado más oscuro de Noruega. De inocente apariencia, aunque mirada un tanto torva, escondía uno de estos derribos arios comidos por un discurso político a encarcelar y una educación asesina cuyo nirvana es exterminar (encima con miserable saña) todo aquello que no comulgue con su credo. Casi al mismo tiempo, en el estado de Texas (provisto también de una buena maquinaria para generar auto-odio), tenía lugar una masacre a menor escala durante un cumpleaños. Y suma y sigue en la espeluznante lista negra de julio: dos semanas atrás, en Afganistán, unos carniceros descuartizaban a un transformista a modo de acto de justicia y luego mandaban los restos a sus familiares. El que es enfermo mental lo es, independientemente de su procedencia.

Píldora ¡zas! (en toda la boca)

El mundo del arte en España se ve favorecido con una visita papal que divide a la sociedad; inclusive la cristiana, tanto por el gasto del evento como por haberse reservado el lobby ultracatólico las butacas de primera fila. Especialmente refrescante es la llegada al Museo del Prado de una obra maestra de Caravaggio, frente a la que se fotografiaron el presidente de la Conferencia Episcopal y la ministra de Cultura; que metió en la llaga, no ya el dedo de Santo Tomás, sino los puños del apostolado entero al condenar el ostracismo y la condena que, durante mucho tiempo, soportó el genio milanés por delincuente, homosexual, rebelde y disoluto. Casi me pareció ver levitar al arzobispo de Madrid como en el famoso retrato eclesiástico de Alberto Schommer, con la diferencia de que si Tarancón llevaba merecidamente entre sus manos el Crucifijo, no solo como emblema de fe sino también de reconciliación en tan peliagudos momentos, a Rouco lo imaginé con un "corazón partío" entre sus manos, símbolo de la vida de la juventud del 15-M, que según él está más rota que la justicia que dicha juventud reclama.

Píldora errática

Me reprochan el gambazo que metí en un pildorazo al cambiar de sexo a Harper Seven Beckham, el último bebé del futbolista y la cantante (ejem) que casi gozan de inmunidad opinativa. Dije que era un niño, cuando se trata de una niña. No me negarán, eso sí, que el nombre tiene su miga; además que, en mi caso, al mencionar Harper, no puedo evitar pensar en el personaje del investigador privado que tan espléndidamente llevó Paul Newman al cine. Pero por supuesto, pido disculpas, sobre todo porque la criatura no tiene culpa. Incluso prometo fustigarme, cuando se vayan las calores, con un cinturón (de Loewe, faltaría más) mientras veo diez veces seguidas Spiceworld. A mí no me duelen prendas, solo algún músculo tras una doble sesión de ananga ranga.

Píldora ilustrada

Siempre que me preguntan por mi entrevistado preferido hasta la fecha, la respuesta es ipso facto: Luisa Álvarez de Toledo, historiadora y Duquesa de Medina Sidonia. Mi entrevista favorita y una de las señoras más interesantes que he conocido, sin duda. De un rojerío pelín trasnochado para el periodo, la descendiente de una de las ramas más frondosas de la nobleza europea fue dueña de un marasmo patrimonial y, por mucho que le pesara, heredó un Palacio Ducal en Sanlúcar de Barrameda que es monumento como pocos a la magnificencia chulesca de los forrados de antaño. No se le cayeron los anillos a la hora de convertir sus mansiones en hoteles con pedigrí por falta de liquidez, y apechugando con el mayor archivo privado de España demostró nuevamente una proverbial firmeza, la misma con la que calificaba a Chaves de cacique y a Rocío Carrasco (que por aquel entonces daba más juego cardíaco que Carmen Lomana) de producto del sistema. Hace más de tres años que la llamada "Duquesa Roja" nos dejó, y actualmente Liliane Dahlmann, su viuda-duquesa-consorte, es la que se hace cargo de todo.

 

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