La felicitación de Navidad del año 2023 del taller de joyería El Oribe (Jerez de la Frontera) es una obra pictórica del joven pintor Ricardo Gil (Sevilla, 1966), realizada en acrílico y óleo sobre tabla, representándose la imagen del Niño Jesús del taller, obra del imaginero José María Ayala que fue presentada en La Hornacina el pasado 25 de octubre.

Dicha imagen nos hace partícipe un año más del nacimiento y llegada de Cristo, que aparece coronado y enmarcado en un óvalo perteneciente a un relicario, actuando de mandorla o pantocrátor.

Esta misma forma ovalada recoge en su interior una gran rama de coral y la silueta de los tres Reyes Magos siguiendo la estrella de oriente. La imagen del Niño tallado por Ayala se apoya sobre tres nubes representativas del logotipo del taller, especializado en joyería sacra y antigua, quedando toda la escena recogida en un armonioso fondo celeste.

Por su parte, El Oribe ha restaurado un clavo o airón del ajuar de la imagen sevillana de la Divina Pastora de Santa Marina, obra de Francisco Antonio Ruiz Gijón (1705). Se trata de una joya que sirve de adorno de pelo y actualmente lo suele lucir la popular imagen mariana colocado como alfiler.

La intervención ha consistido, básicamente, en la consolidación general de la estructura y la reposición de la pedrería natural perdida en una valiosa joya que se encontraba muy deteriorada. También la corporación ha tenido en cuenta la próxima Coronación Canónica de la Divina Pastora. Además, también presentaba faltas de pétalos y alguna pieza más que han sido restituidas, habiéndose limpiado, pulido y abrillantado el conjunto.

Los airones fueron joyas usadas básicamente por las damas de la corte de los Austrias como adorno del cabello, aunque a veces los veremos formando parte de tocados y pinchados en sombreros, algo que favorecía que algunos hombres pudieran también usarlos.

La pieza de la Divina Pastora de Santa Marina está ejecutada en plata de ley y pedrería fina engastada. El Oribe ha identificado cuarzos fumé y citrinos, topacios incoloros y amarillos, y también esmeraldas. La gran flor que lo remata parece un añadido antiguo, aunque no original, si atendemos a la propia manera en que está fijada a la alhaja y, sobre todo, si la comparamos con piezas similares o dibujos de la época.