LAZOS DE SANGRE (XVI)

Con información y fotografías de Pedro Ayala Martínez (12/10/2017)


 

 

 

El pasado martes 10 de octubre, prosiguiendo con el ciclo de actividades culturales, en la exposición Lazos de Sangre, organizada por la popular Cofradía de la Sangre (Los Coloraos), se decidió con motivo del año Jubilar de Caravaca de la Cruz, presentar como pieza invitada para este mes una colección de Cruces de Caravaca datadas desde el siglo XVI al XIX, completando la muestra con una representación de Lignum Crucis.

La presentación de la obra fue llevada a cabo por Pedro Ayala Martínez, Vocal de material y patrimonio de la archicofradía murciana de la Sangre, que invitó a los asistentes a hacer un viaje en el tiempo y remontarse al siglo XIII a través de los distintos avatares por los que pasaba Europa en esa época, entre ellos la división interna en la que se encontraba la Iglesia, lo que dio lugar, entre otros avatares, a diecisiete papados en el periodo de 1200 a 1300, algunos de los cuales están entre los más cortos de la historia.

Mientras tanto, España se encontraba dividida en dos: el norte cristiano y el sur musulmán. En la ciudad de Caravaca, frontera con el reino de Granada, gobernado por el taifa de Murcia el rey Ibn Hud, que dominaba gran parte de al-Ándalus, llegó un grupo de cautivos cristianos, entre ellos el clérigo oriundo de Cuenca Ginés Pérez Chirinos. El rey de la villa, Ceyt Abuceyt, inquieto y curioso, ordenó a Chirinos celebrar una misa, para la cual el clérigo le dio una lista con el material que necesitaba. Al comienzo de la misma se dio cuenta que no podía seguir, pues le faltaba una cruz. En ese instante dos ángeles entraron por una ventana portando la Cruz y depositándola sobre el altar. Este milagro hizo convertirse al cristianismo al rey y su corte.

 

 

 

Por encima de la versión devocional, Pedro Ayala invitó a los asistentes a que hicieran una reflexión histórica y se pusieran en el papel del segundo patriarca de Jerusalén, propietario real de la Cruz, la cual le desapareció sin enterarse del milagro seguramente en años, si es que alguna vez llego la noticia a Tierra Santa.

Lo lógico es que, con la salida de los templarios de Jerusalén, se llevasen la Cruz a la ciudad de Caravaca y ellos mismos se encargasen de gestar la leyenda del milagro, una vez recuperado el dominio cristiano de la ciudad bajo el mando del rey castellano Fernando III. De esta manera, se aseguraban un río de peregrinos a la localidad con las consiguientes limosnas.

A partir del siglo XVI la Cruz de Caravaca es conocida en todo el mundo. El camino para alcanzar las indulgencias de la Cruz y pedirle algún milagro se hace tan importante como el de Santiago de Compostela. Empiezan a llegar entonces las indulgencias y bulas papales, que terminarán siendo innumerables, hasta tal punto que se le concederá el trato de Latría en 1736.

 

 

 

En 1777, el duque de Alba regala un nuevo ostensorio con diamantes y piedras preciosas, mucho más rico que el austero y sencillo ostensorio románico. Correspondencia conservada con la casa de Alba, confirma que la petición del duque de que se le regalase el antiguo ostensorio, una vez sustituido por el nuevo, fue llevada a cabo, y aunque durante unos años el románico se conservó dentro del nuevo, al final se le entregó, por lo que es más que probable, conociendo el conservador carácter de la casa de Alba, que actualmente lo conserven.

A raíz de la fama de la Cruz, en la misma ciudad de Caravaca se crea, a partir del siglo XVI, una industria que fabricó y vendió cruces de distintos tamaños y metales, lo que terminó por hacer aún más famosa a la Cruz de Caravaca al acercarla a los hogares: las más grandes se colocaban detrás de la puerta principal, para que protegiese el hogar y a sus moradores, y las más pequeñas iban al culto privado.

En la última edición de Lazos de Sangre, se exhiben 23 Cruces de Caravaca en bronce y plata, y 7 Lignum Crucis de plata y oro, que abarcan desde las primeras piezas privadas del siglo XVI hasta la industrialización del XIX. La muestra podrá ser visitada hasta el próximo 11 de noviembre, en horario de martes a sábado de 10:00 a 13:30 y de 17:00 a 20:00 horas, y los domingos de 10:00 a 13:30 horas. En los Bajos del Martillo, situado en la Glorieta de España de Murcia, justo con el resto de obra del patrimonio de la Archicofradía de la Sangre.

 

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