LA MAGDALENA DE LA ERMITA DEL PLANTO
(SANTA CRUZ DE LA PALMA)

Texto y fotografías de José Guillermo Rodríguez Escudero (04/03/2008)


 

La María Magdalena de esta pequeña e histórica ermita se encuentra entronizada en el colorista retablo mayor de 1705, concebido como una gran hornacina, clasificado por el profesor don Alfonso Trujillo como “el ejemplar más portugués de cuantos existen en Canarias…”.

La bonita y enigmática imagen de la Santa se halla arrodillada a los pies del milagroso Crucificado venerado como el Santísimo Cristo de El Planto -también como “del Llanto”-, a su izquierda y junto a San Juan Evangelista (1886). Tanto éste como la escultura de la Virgen de los Dolores, que se sitúa al otro lado de la hornacina y con la que se completa el espléndido Calvario, salieron de la gubia del escultor palmero José Aníbal Rodríguez Valcárcel (1840-1910).

Todas estas imágenes abarcan los personajes necesarios para escenificar la tragedia del Monte Calvario. El interés por el sufrimiento como camino ejemplar para la salvación ocupa a todas las clases sociales y la devoción se traduce en pedagogía.

La Magdalena es una obra de vestir o de candelero de mediados del siglo XVII que acusa la influencia de la imaginería flamenca. Sobre su cabeza lleva una preciosa aureola o halo en plata al estilo del de San Ignacio de Loyola (1794) de la Parroquia de El Salvador. También de plata es el frasco para ungüentos o perfumes que sostiene en su mano izquierda. En la derecha alza un pañuelo de seda y encajes que aproxima delicadamente a su cara.

La talla barroca de 115 cmts de El Planto nos recuerda a la Santa Margarita de Cortona de la Venerable Orden Tercera, a la Santa Lucía de la Parroquia de La Encarnación, o a la Santa Apolonia de la Iglesia de San Francisco, siendo todos ellos, templos de la capital palmera.

Estas imágenes mencionadas presentan una serie de características comunes, como por ejemplo: cara elíptica, cuello cilíndrico, cabeza totalmente lisa para recibir una peluca natural, cejas finas y arqueadas, ojos semiabiertos y ausentes, con mirada perdida y abstraída, manos articulables que van ensambladas a una rueca campaniforme de madera, nariz recta, pequeña boca carnosa, barbilla prominente, etcétera.

 

 

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