LA TALLA DE LA VIRGEN DEL ROSARIO DE LOS DOMINICOS DE GRANADA

07/10/2022


 

 

La devoción en Granada a la Virgen del Rosario está fuertemente ligada a la Orden de Predicadores establecidos en el Convento de Santa Cruz la Real, fundado por los Reyes Católicos el 5 de abril de 1492 en el barrio del Realejo. Este fervor granadino al Santo Rosario se concretó en una imagen titular que ha estado expuesta, dentro del ámbito dominicano, en diversos espacios. En un primer momento estuvo custodiada en el interior de la iglesia conventual y a partir del siglo XVIII en un recinto propio pero anexo a dicho edificio.

La efigie escultórica, que se considera obra del siglo XVI, fue retocada en 1655 por el maestro pintor y dorador Juan Vélez de Ulloa quien volvió a encarnar tanto su rostro como sus manos. El Niño Jesús es una talla de 1787, obra del escultor Antonio Valero, que vendría a sustituir al anterior que seguía la tipología del Niño Salvador del Mundo, tal y como figura en la Virgen con el Niño dando bendiciones, más conocida como "La Minerva" -que en origen era una bandera procesional en seda que después fue encolada sobre madera-, obra atribuida a Benozzo Gozzoli y atesorada en la iglesia dominica de Santa María Supra Minerva de Roma. Valero es también el autor del trono de nubes con ángeles que sustenta a ambas imágenes.

La Virgen del Rosario adquiriría su prototípico aspecto cuando fue alhajada en 1628 con un rico vestido labrado en plata a la moda cortesana pero con la estructura de una armadura en clara alusión a su papel en la Victoria de Lepanto. Fue donado por María, Jerónima y Catalina de la Torre, a la sazón terceras dominicas y camareras de la misma, quienes eran las encargadas de vestirla para los correspondientes cultos en su honor.

La imagen de la Virgen del Rosario fue donada, al parecer, por la duquesa de Gor en 1552. Para el historiador Juan Jesús López-Guadalupe Muñoz la realización del retablo y camarín durante el siglo XVIII probablemente comportara también un cambio de la escultura mariana por deterioro de la primitiva, pero cuando ya había codificado su imagen prototípica en cuanto a atuendo e iconografía.  

Como se ha comentado, la imagen recibió culto dentro de la iglesia conventual de Santo Domingo, en la primera capilla del lado del evangelio. Sin embargo, tras el milagro de 1679 se decidió trasladarla al presbiterio donde quedaría expuesta en una hornacina de la calle central de un retablo realizado ex profeso y donde sería venerada durante varias décadas. En 1727 Pedro Pascasio de Baños, hermano mayor de la archicofradía, inició los trámites para levantarle un espacio exento donde ser custodiada. Este nuevo ámbito mereció en 1770 la visita del erudito Enrique Flórez quién quedó gratamente sorprendido de la belleza de su "muy costoso y primoroso camarín". Aunque para esas fechas las obras no estaban todavía concluidas, el religioso añadió en sus anotaciones que pertenecía a la orden de predicadores -aun no siendo así, dado que dicha empresa había sido promovida por la propia archicofradía-: "los Padres Dominicos estaban formando otro camarín a la Virgen del Rosario, con buenas tarjetas y columnas de piedra de Lanjaron". Este camarín vendría a constituirse en la máxima expresión del barroco ornamental en la ciudad de Granada y uno de los mejores ejemplos de esta tipología arquitectónica en la zona "que es admirable por sus exquisitos mármoles y prolijidad de sus adornos". Su relevancia supondría, asimismo, que todos aquellos que lo visitaran a lo largo de las fiestas celebradas en honor a la Virgen -entre el día 4 de octubre a la hora de vísperas y el siguiente, una vez depuesto el sol, confesados previamente y en posesión de la bula de la Santa Cruzada- gozarían del privilegio de indulgencia plenaria, en este caso dobladas, en virtud de la gracia expedida el 5 de marzo de 1572 por el pontífice Pío V.

Entre los años 2009 y 2010 fue objeto de una restauración por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. La intervención tuvo dos ejes principales. Por un lado, los elementos escultóricos de la Virgen y el Niño, consistente en la fijación de los soportes, eliminación de pequeñas lagunas de policromía, reintegrándose mediante técnicas diferenciadoras, y eliminación de repintes y suciedad que conferían un aspecto manchado a la imagen. El otro eje fue el vestido de plata de la imagen. Al respecto, se eliminaron abolladuras, se volvieron a colocar los elementos decorativos que, o bien se habían desprendido y estaban guardados, o bien directamente estaban perdidos, y fueron rehechos con criterios diferenciadores, para que, visto de cerca, se diferencie lo original de lo nuevo. Además, se limpió en profundidad todo el vestido y se protegió para evitar la oxidación de la plata. También se verificó en el IAPH el buen estado de la peana y se procedió a su limpieza, eliminando de paso la capa de purpurina y reintegrándose las faltas en el pan de oro que había debajo.

 

 

Fotos: Archicofradía del Rosario de Granada

 

FUENTES

GÓMEZ ROMÁN, Ana María. "Las lágrimas del prodigio. La Virgen del Rosario de Granada y el milagro de 1670", en Hispania Sacra, LXXIV, nº 149, enero-junio de 2022, Universidad de Granada (UGR), pp. 159-162.

LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Juan Jesús. "Mito e iconografía de la Virgen del Rosario en la Granada moderna", en Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, nº 37, UGR, 2006, p. 167.

 

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