LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN DE LOS DOLORES EN CARACAS

Texto y Fotografías de Verónica Leyba


 

En España, esta devoción floreció junto a la práctica del Vía crucis por el impulso de franciscanos y servitas. El modelo iconográfico que la distingue llegó a desarrollarse completamente en Sevilla a finales del siglo XVI, subsistiendo desde el barroco hasta la actualidad. Desde entonces se denomina genéricamente como Dolorosa a cualquier imagen mariana de vestir que es llevada en procesión bajo palio y posee uno o siete puñales penetrando su corazón.

Aunque en la mayoría de los casos, este modelo iconográfico se representa con una sola espada en el pecho, dada la profecía de Simeón (Lucas II, 35) y “una espada atravesará tu alma”, Nuestra Señora de los Dolores de la Iglesia de Nuestra Señora de Altagracia (Caracas), lleva sobre su pecho un corazón de plata en el que están clavadas siete pequeñas dagas las cuales simbolizan los siete dolores marianos: la Profecía de Simeón, la Huída a Egipto, la Pérdida de Jesús en el Templo, la Calle de la Amargura, la Crucifixión del Señor, el Descendimiento y el Entierro de Cristo.

La imagen de vestir de tamaño natural que encontramos en la iglesia es citada en el inventario elaborado durante la visita pastoral del Obispo Mariano Martí en 1772. La pieza es patrona de la antiquísima cofradía de su título fundada en 1696. Se le ha tributado siempre una profunda devoción, con especial solemnidad y pompa los días de la Semana Santa.

Durante la Edad Media, las imágenes de la Dolorosa portaban las típicas ropas de color rojo y azul características de las figuras marianas. En cambio, la Dolorosa de Altagracia se encuentra lujosamente vestida con manto negro bordado con hilo de oro y traje blanco siguiendo el modelo de finales del siglo XVI, cuando a esta advocación se le viste enlutada a la manera de las viudas españolas del período de Felipe II.

La imagen ha sido restaurada y repintada, por lo que advertimos cierta palidez y opacidad en el tono de la tez. El rostro y las manos que complementan el armazón son de madera encarnada. Huelga decir que otros atributos identifican igualmente a esta imagen de farol como una variación de la Soledad. Es así como vemos en sus manos una corona de espinas, en clara alusión a la Pasión de su hijo, y en la cabeza una aureola o diadema de plata sobredorada con 10 estrellas que le adorna.

La diadema que lleva sobre la cabeza data de 1776. La pieza de orfebrería hecha en plata sobredorada con veinte y dos dobletes de colores fue encargada a Luis Vicente López junto con el corazón y las siete espadas por las que recibió 80 pesos el 3 de octubre de 1776. Las piezas que se muestran en nuestras fotos, sin tomar en consideración la diadema que sí ha sido conservada, no son las originales y fueron cambiadas hace pocos años por unas de menor calidad y ostentación.

 

   

 

Al contrario de otras representaciones de la Mater Dolorosa, en las que la Virgen aparece arrodillada a los pies de la cruz, la imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Altagracia está de pie y con la mirada hacia abajo como signo de pena y aflicción.

 

FUENTES: LEYBA, Verónica. Estudio histórico del patrimonio escultórico
y pictórico colonial de la iglesia de Nuestra Señora de Altagracia de Caracas
. Caracas:
UCV, Facultad de Humanidades y Educación, Escuela de Artes, 2004.

 

Nota de La Hornacina: Agradecemos a Janeth Rodríguez,
Historiadora del Arte y directora del blog Arte Colonial en Venezuela,
su inestimable colaboración en la publicación de este artículo

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