PRESENCIA DEL CÍRCULO ARTÍSTICO DE JERÓNIMO HERNÁNDEZ EN COLOMBIA (III)

Jesús Andrés Aponte Pareja


 

 
 
Retablo de Villa de Leyva

 

Investigar sobre escultura andaluza presente en Colombia no es una tarea fácil. La bibliografía encontrada en el país sobre este tema es muy limitada. A pesar de haber sido un tema tratado por investigadores españoles y colombianos, sigue siendo una parte de nuestro patrimonio bastante desconocida que reclama un profundo y detenido estudio. No es una tarea fácil teniendo en cuenta la dispersión de las obras en una geografía extensa y difícil, además de la poca atención prestada por las instituciones colombianas en promover este tipo de investigaciones. Es así que magníficas esculturas salidas de los mejores talleres andaluces se encuentran desparramadas por cantidad de poblados, tanto en las zonas costera y andinas de este país, en espera de ser catalogadas y estudiadas. Justamente, por culpa de esta indiferencia y poca valoración, muchas de estas maravillosas tallas se han perdido, bien por no haber recibido un adecuado cuidado o porque han sido objeto de venta o robo, cancelándose de esta forma una parte importantísima de nuestro origen como nación.

Mi pasión por la escultura colonial y en especial por el periodo manierista y realista me ha llevado, con el solo interés de dar a conocer lo que considero sea un maravilloso patrimonio nacional, a recorrer todos esos poblados y ciudades donde pudiesen encontrarse tallas provenientes de Andalucía. En este recorrido he aprendido mucho sobre este tema y es muchísimo lo que me resta por aprender. Nunca ha sido mi intención pretender ser o compararme con un historiador del arte, nunca he visitado un archivo ni sabría buscar o leer un documento contractual por mucho que lo tenga en frente. Muchos de los descubrimientos que he compartido con ustedes, los cuales pienso publicar físicamente a finales de este año, los he realizado con la ayuda de las publicaciones de investigaciones realizadas por expertos en el tema, en especial las debidas a historiadores españoles y, en menor medida, las realizadas por estudiosos nacionales. Estas últimas, si bien tocan superficialmente el tema y aparecen en la mayoría de los casos con catalogaciones desacertadas, me han permitido observar fotografías de estas imágenes, la cuales por estar guardadas en sitios ajenos al culto de otro modo me habría sido imposible haber conocido su existencia. Son pocos los textos que sobre el tema podemos encontrar en Colombia, y casi todos en la biblioteca del banco de la República de Bogotá; no obstante, gracias a internet y a los portales de arte, he podido conocer más de cerca el mundo de la escultura española y de las investigaciones en curso.

Recientemente, he conocido el que seguramente es el más completo estudio sobre la escultura andaluza del periodo manierista en Latinoamérica. Se trata del libro La escultura del Primer Naturalismo en Andalucía e Hispanoamérica, publicación coordinada por el profesor Lázaro Gil Medina. Allí, en el capítulo referente a la escultura en el Reino de la Nueva Granada, he encontrado ciertos datos recopilados por Gil Medina y Francisco Herrera García que, desde ya, me han servido para esclarecer algunas dudas. Coincido con los citados profesores andaluces en las atribuciones y relaciones efectuadas por ellos en referente a obras manieristas en Colombia, especialmente a la Santa Lucía del Seminario Mayor de Bogotá, y las esculturas de San Pedro y San Pablo, antiguamente propiedad del Santuario de Monserrate y que he localizado hace un tiempo en la colección privada del señor Hernando Santos Calderón, las cuales fueron adquiridas en un negocio de antigüedades de la capital, donde se catalogan desacertadamente como anónimos europeos del siglo XVII.

Todas estas obras fueron presentadas por mí en un artículo publicado en La Hornacina en septiembre de 2010. No conocía, al tiempo de efectuar mi publicación, la existencia de dicho trabajo. Todo lo que sabía de Juan Bautista Vázquez y su entorno lo debía a Margarita Stella y, en menor medida, a los bolivianos Teresa Gisbert, José de Mesa y a algunos escritos publicados en internet, por lo que el motivo de que hayamos coincidido en realizar las mismas atribuciones no es otro que el de la obvia responsabilidad de Vázquez en esas obras.

Quisiera aprovechar este artículo para dar a conocer algunas esculturas relacionadas con el círculo artístico de Jerónimo Hernández, y en menor medida con Juan Bautista Vázquez "El Viejo", que han pasado desapercibidas en el estudio publicado en España, así como también la realización de algunas correcciones y contribuciones apoyadas en los datos suministrados por esta publicación.

 

 
     
     
Resucitado (Bogotá)
 
Crucificado (Bogotá)

 

En la Iglesia de la Veracruz de la ciudad de Bogotá se encuentra guardada, en un compartimiento de una pequeña capilla cerca del acceso principal, un magnifico simulacro de un Resucitado de porte miguelangelesco que, de inmediato, remite al espectador al Resucitado de la Cofradía de la Quinta Angustia de Sevilla, obra de Jerónimo Hernández. La pieza, que ha sufrido repintes y aderezos como ojos de cristal, es de tamaño natural y está considerada aquí como una obra del siglo XIX.

Presenta un modelado más blando que su similar sevillano, por lo que me inclino a considerarla por sus considerables calidades técnicas como obra de alguno de sus discípulos cercanos, recordándome en ciertas características formales como los quebrados pliegues del sudario el quehacer de Gaspar Núñez Delgado.

Al mismo escultor, o a alguien muy cercano a él, pareciera pertenecer un pequeño Crucificado de marfil que se guarda junto a otras esculturas al interior de la casa cural de esta iglesia. Ya Gómez Hurtado lo había relacionado tímidamente con este escultor al sugerir que "de estar en mejores condiciones se podría comparar con un crucificado de Gaspar Núñez de colección privada en Madrid". Indudablemente, es una escultura que debe muchísimo a la estética de este alumno de Jerónimo Hernández, mostrando en su cara y cabellera un modelado muy similar a la del Crucificado de su autoría del Palacio del Pardo de Madrid. Este Cristo es de proporciones más cortas en sus extremidades que lo acostumbrado por el artista, por lo que muy seguramente fue tallado por él en su última etapa artística cuando ya sus obras apuntaban un mayor naturalismo.

 

 
     
     
Niño del Pajarito (Bogotá)
 
Crucificado (Cartagena de Indias)

 

Allí mismo, en el comedor de la casa cural, he contemplado la que considero sea la joya escultórica manierista de este templo, se trata de la efigie del Niño con el Pajarito. Maravilloso desnudo de tipo hercúleo muy miguelangelesco en su postura incurvada con cabellos dorados compuestos por finas hebras muy similares a los del resucitado antes mencionado, que recuerda la maravillosa escultura del niño creada por Jerónimo Hernández de igual forma para la Parroquia de la Magdalena de Sevilla, la que es considerada como pionera de este tipo de representaciones en la capital hispalense. No deja esta escultura de recordar, de igual forma, las creaciones de su maestro Juan Bautista Vázquez el Viejo, de quien también podría derivar. Recordemos que en el retablo mayor de esta iglesia existe un Crucificado que he relacionado con su estética en un anterior artículo.

En la iglesia de la Tercera Orden Franciscana de la ciudad de Cartagena de Indias existe un monumental Crucificado de tamaño natural que también remite, en la talla de cabellos, las facciones de la cara y los pliegues del sudario, al ya citado Núñez Delgado. La talla, un tanto frontal, posee esa majestuosidad propia del romanismo introducido por Hernández en Sevilla, no desposeída de cierto naturalismo. Sus brazos y manos recuerdan así mismo los de algunos de los Crucificados marfileños de este artista; por citar uno, el perteneciente al Museo de Arte de Indianápolis. Merece esta escultura, localizada a gran altura, un detenido estudio pues algunos en Cartagena de Indias sostienen se trate de una escultura de yeso.

 

 
     
     
Crucificado de la Iglesia de las Nieves (Bogotá)
 
Crucificado de la Iglesia de San Francisco (Bogotá)

 

Se encuentran en la ciudad de Bogotá cuatro Crucificados también pertenecientes a este periodo que lógicamente adeudan el poderoso influjo del escultor abulense Jerónimo Hernández y, por fuerza, a su maestro y paisano Vázquez el Viejo. El perteneciente a la Iglesia de las Nieves, muy próximo a las creaciones de Andrés de Ocampo, se encuentra en la sacristía, y su paño de pureza ha sido cubierto con lo que parece ser una tela encolada. Muy parecido a éste es el que está en la sacristía de la Iglesia de San Francisco, de similar modelado anatómico y pliegues ceñidos en el sudario, recordando en su cara al Crucificado de la Iglesia de la Merced en Lima, obra de Juan Martínez Montañés. Los otros dos Crucificados los podemos apreciar en las iglesias de San Diego y San Ildefonso María de Ligorio, antiguamente en el Convento de Santa Inés. A pesar de que en Colombia los señalan como obras de la centuria siguiente, los encuentro manieristas con atisbos de realismo muy cercanos a los anteriores de San Francisco y Las Nieves.

Por otro lado, se sabe que a finales del Quinientos es remitida una escultura de la Inmaculada Concepción para el templo de igual advocación en Santa Fe de Bogotá. No he podido ver una escultura de esa época en este templo, siendo la actual titular una imagen del siglo XIX, pero en la capilla de la nave de la epístola del templo de San Francisco de la misma ciudad existe una curiosa Inmaculada Concepción claramente manierista que bien podría tratarse de la enviada al también templo franciscano de la Concepción.

 

 
     
     
Tablero de San Martín (Villa de Leyva)
 
Tablero de San Miguel (Villa de Leyva)

 

Otra importante y polémica efigie derivada de las persistentes formulas de Jerónimo Hernández es la Virgen del Rosario de Villa de Leyva. Respecto a esta imagen, tal vez por su desconcertante estética (mezcla de un tardo manierismo ya derivando hacia el realismo montañesino, de ampuloso vestuario) y por mi escaso conocimiento de la obra de Juan de Mesa en aquellos días, creí ver en ella una posible obra del escultor cordobés. Ahora, después de haber transitado un poco más en los caminos del arte sevillano, puedo reconocer que se trata de una escultura de finales del siglo XVI y relacionable con el círculo de Martínez Montañés de esa época.

Los citados profesores Gila Medina y Herrera García la relacionan con Diego López Bueno, situando su elaboración en la segunda década del siglo XVII con lo cual no estoy de acuerdo. En mi opinión, dista mucho esta escultura del quehacer de Diego López Bueno, si bien éste fue un artista cercano a Montañés. He podido últimamente observar de cerca el San Juan Evangelista que López Bueno enviara desde Sevilla al Convento de la Concepción de Bogotá en el año 1610, encontrando unos pliegues resueltos en forma tosca y algo rígido, muy distante de la técnica presentada por la Virgen leyvana.

Además, los profesores andaluces Gila Medina y Herrera García aportan un valioso dato que desconocía, el cual nos acerca mucho a la verdadera historia de esta confusa imagen. Según documentación encontradas por ellos en los archivos sevillanos, en el año de 1598 se envían con destino a la catedral de Tunja "dos cajones en que van una figura de Nuestra Señora del Rosario y dos tableros de San Miguel y San Martin… tasados en treinta ducados y registrados a nombre de Martin de Salazar". Coincidencialmente, en la Iglesia de Villa de Leyva, además de la Virgen del Rosario del altar mayor, existen dos tableros con las representaciones del arcángel San Miguel y de San Martín, localizados en un pequeño retablo de piedra de traza renacentista que hace parte de una capilla lateral del templo. Parecen estar relacionados estos relieves con la mencionada Virgen del Rosario.

Dichas tablas están repintadas y en mal estado de conservación. Constan de dos partes: en la parte baja, las representaciones de las advocaciones citadas, y en la parte alta un pequeño recuadro con la representación del arcángel san Gabriel en el tablero de san Martín, y la Virgen en el de San Miguel, siendo la composición de esta Madonna casi idéntica en sus facciones, en el velo que la cubre y en los pliegues de la manga a la Virgen del Rosario del mismo templo. Me inclino a pensar que estas obras proceden del círculo de Juan Martínez Montañés, escultor que en sus primeros años bebe en gran medida de los postulados de Jerónimo Hernández. Los pliegues del vestuario de la Virgen son muy parecidos a los del San Miguel que el alcalaíno enviara al Convento de Santo Domingo de Tunja, y su rostro es muy similar a los de la Virgen del Rosario de Chucuito (Perú), obra que se le atribuye, y al retrato de Doña María Alfonso Coronel, del Monasterio de san Isidoro del campo en Santiponce (Sevilla), finalizado por Montañés en el año 1613. El Niño también ofrece paralelismos con obras montañesinas, como ya lo había anotado en un anterior artículo: por ejemplo, los putti de las cornisas el retablo del mismo monasterio de Santiponce.

Los tableros, de menor calidad, aunque presentan defectos en su perspectiva, también ofrecen rasgos del maestro en sus composiciones, siendo el de San Miguel el de mayor calidad. El arcángel, vestido a la romana, está mutilado y su policromía algo abrasionada; sin embargo, exhibe un gran naturalismo en la talla de sus alas y el demonio a sus pies es de una anatomía valerosa. Guardan ambas imágenes en sus composiciones grandes parecidos con las del Retablo de San Miguel de Jerez de la Frontera, obra del maestro Montañés en su etapa mas barroquista. Parecieran haber sido gubiadas estas tallas por algunos ayudantes del taller bajo la dirección del alcalaíno o por algún escultor cercano de los tantos que colaboraron con él.

Sin embargo, relacionar obras de aquel periodo con Montañés no deja de ser un problema. Se conocen pocos ejemplos y la evolución de sus obras de sus primeros años de actividad a fines del Quinientos, y de ellas solo el San Cristóbal de la Colegiata del Divino Salvador en Sevilla y las dos de Tunja son de talla completa. Ya el profesor Hernández Díaz advirtió al referirse al San Cristóbal de lo atípico que le resultaba esta obra de excelsas calidades en el quehacer de Montañés.

Aunque siga siendo desconocido el autor de estas esculturas, en mi concepto se trata de aquellas remitidas al templo mayor de Tunja en 1598, luego trasladadas a la, por aquel entonces, importante villa fundada en honor del primer presidente de la Real Audiencia de Nueva Granada, Andrés Díaz Venero de Leyva.

 

 
     
     
Crucificado de Cartagena de Indias (conjunto y detalle)

 

También consignan Gila Medina y Herrera García la noticia del envío efectuado por Francisco Delgado Gutiérrez de "Un retablo de Nuestra Señora estibado en unos papeles de Nuestra Señora, que todo costo 10 ducados, se mando de limosna para una iglesia de las minas de las esmeraldas de la ciudad de los musos".

El Retablo, que debía haber sido embarcado en la nao La Salvadora con destino a Cartagena de Indias, parece estar relacionado con la Virgen del Rosario de la población minera de Muzo, localidad boyacense famosa mundialmente por sus minas de esmeraldas, donde es conocida popularmente como la Virgen de la Naval.

Dicha Virgen en cuestión es, a mí parecer, junto a la escultura de igual advocación de Valledupar, de la que ya nos hemos encargado en un anterior artículo, las dos representaciones marianas más próximas a Jerónimo Hernández que se conservan en Colombia y tal vez en toda Latinoamérica, según lo que he podido ver a través de las fotografías, coincidiendo de paso el año de 1586 con el del óbito del escultor.

Proporcionan también Gila Medina y Herrera García la noticia del envío, en el año 1598, fecha bastante fecunda en envíos de esculturas desde la metrópoli hispalense a la Nueva Granada como ya hemos visto, de "una ymagen de Nuestra Señora de la Limpia Concepción con su tabernáculo dorado y pintado, costo todo 6000 maravedíes… para una iglesia de indios y va en un caxon tosco que costo 12 reales".  

 

 
 
San Francisco (Pamplona)

 

Otra imagen de raigambre manierista y acartonados pliegues es la de San Francisco, del templo de las clarisas de Pamplona (Colombia), relacionada con Francisco de Ocampo en esa ciudad. Al parecer, se trataría de una imagen de fines del Quinientos que, a pesar de las durezas en su vestidura, presenta en su cabeza evidentes muestras de idealizado realismo, guardando gran similitud en el gubiado de barbas, bigote y cabellera con aquellos del ya nombrado San Cristóbal de Martínez Montañés.

Por último, en la Capilla doctrinera de Topaga, en el altiplano boyacense del cual Tunja es la ciudad principal, se encuentra entronizada en el retablo mayor una imagen de la Inmaculada Concepción muy cercana en sus características formales a la Virgen con el Niño de la Colección de Jaime Botero en Bogotá, obra que he relacionado anteriormente con la estética del círculo de Jerónimo Hernández.

Dicha imagen de la Inmaculada Concepción se apoya en una peana conformada por cabezas de ángeles muy similares al Niño que porta la Virgen de la tienda de antigüedades, siendo solo una presunción el que se refiera ese envío a esta imagen, pues aún subsisten poblados dotados de capillas doctrineras e imágenes andaluzas enviadas para el culto y la conversión de los indígenas, que es preciso visitar y que, sin duda, daré a conocer en próximos artículos junto con obras que he encontrado en la región Caribe y en el sur occidente de Colombia, muy ligadas a las maneras del escultor español Jerónimo Hernández.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

GILA MEDINA, Lázaro y HERRERA GARCIA, Francisco Javier: "Escultores y Esculturas en el Reino de la Nueva Granada (Colombia)", publicado en La Escultura del Primer Naturalismo en Andalucía e Hispanoamérica, Ediciones Arco, Madrid, 2010.

HERNÁNDEZ DÍAZ, José: Juan Martínez Montañés, Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla, 1949.

GOMEZ HURTADO, Álvaro: Herencia Colonial en la Imaginería Religiosa de Santa Fe de Bogotá, Banco Cafetero, Bogotá, 1970.

GIL TOVAR, Francisco y ARBELÁEZ CAMACHO, Carlos: El Arte Colonial en Colombia, Bogotá, 1968.

LAFUENTE FERRARI, Enrique: "Un nuevo crucifijo en marfil de Gaspar Núñez Delgado", publicado en Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ISSN 0567-560, nº 1, 1953, pp. 17-24.

MARTÍN GONZALEZ, Juan José: Escultura Barroca en España, 1600-1770, Cátedra, 1983, Madrid, pp. 123-129.

 

Nota del Autor: A mis grandes y entrañables amigos John Alexander Córdoba y Rafael Díaz, por su amistad y
amable disponibilidad al buscar y enviarme los libros de arte que les encargo cuando viajan fuera de Colombia.

 

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