III CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE FRANCISCO SALZILLO (II)
DOLOROSA (ORIHUELA)


 

 

La imagen se conserva en el Monasterio de San Juan de la Penitencia de Orihuela (Alicante) y figuró en la magna exposición Semblantes de la Vida (2003-2004), auspiciada por la Fundación La Luz de las Imágenes, cuyo fin es la recuperación, intervención y difusión del patrimonio histórico-artístico de la Comunidad Valenciana. En dicha muestra fue calificada como una versión bastante excepcional del tema de la Dolorosa en su autor.

En realidad, ni la Dolorosa ni el Yacente que se encuentra en dicho monasterio y que ha sido también relacionado con Salzillo, están documentados. La cronología propuesta para estas imágenes procede del historiador Belda Navarro, quien data el Yacente en torno a 1776, por su familiaridad con el Cristo de la Agonía de Orihuela, tallado entre 1773 y 1774. A la Dolorosa, por razones formales y de policromía, le da una cronología que comprende los años 1765-1775. Es probable que nunca lleguemos a saberlo con certeza, pues la vía de entrada de obras de arte en los conventos muchas veces no dejaba huella documental al formar parte de donaciones o de la dote de las monjas, en este caso Las Clarisas, cuando éstas ingresaban en el cenobio.

Con esta imagen, la Hermandad de la Resurrección y Santo Encuentro de Orihuela quiere representar el paso del dolor al gozo a través de una curiosa ceremonia: una vez que la Virgen se encuentra con el Resucitado, un niño de la hermandad le quita el puñal, gesto con el que se simboliza la alegría de María al encontrarse con su Hijo.

La iconografía actual de la talla, que procesiona con el Resucitado desde 1997, no es la original, ya que antes figuraba a los pies de la cruz. Fue escogida por su actual corporación no sólo por su belleza, sino también porque su reducido tamaño casa perfectamente con el de la imagen titular del Resucitado, una talla antigua del XVII procedente de la Catedral y venerada hoy en la Parroquia de las Santas Justa y Rufina.

En 1996 fue restaurada por Jesús Esquer y Francisco Peñalver, quienes repusieron un dedo y repararon las partes doradas, respectivamente. Volvió a ser intervenida por Djaphar Snacel Sánchez en 2002. Su salida procesional ha facilitado su difusión y su restauración, pues hay que tener en cuenta que durante todo el año se custodia en la clausura conventual y antes de su intervención tenía serios daños, sobre todo en su parte posterior. 

De la imagen sobresale su peculiar aspecto cándido y aniñado, que sin duda tiene que ver con su destino, esto es, la devoción privada, cercana e íntima de las monjas. De hecho, el Yacente que poseen las mismas Clarisas, también de reducidas dimensiones (la Virgen mide 120 cm), responde a esta intención.

 

 

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