SALUS INFIRMORUM (XXIII) LA ADVOCACIÓN DE LA SALUD EN LA ESCULTURA SACRA ANDALUZA
CRISTO DE LA SALUD - ÉCIJA

Carmen Bahíma Díaz (12/05/2020)


 

 

Esta imagen del crucificado con la advocación del Santísimo Cristo de la Salud, titular de la Hermandad Sacramental y Real Archicofradía de San Gil de Écija, presenta rasgos evidentes de muerte, laxitud en las extremidades y delgadez en los miembros, fruto también de la época de su hechura.

Frontalmente, presenta la cabeza descolgada hacia su lado derecho y hacia abajo, con la boca entreabierta dejando ver la dentadura. Los párpados, igualmente entreabiertos, dejan entrever el iris. El gesto de muerte es palpable, pues, tanto en la cara como en el cuerpo de la imagen. La cara posee una forma ovalada bastante acusada que refleja perfectamente el patetismo del momento. Los párpados aparecen ligeramente inflamados dispuestos de manera oblicua respecto a la nariz, que es pronunciada y afilada.

La boca está muy perfilada, el surco nasolabial muy marcado. La barba tiene una talla poco definida, y es bífida en el mentón. El cabello también posee una talla poco definida. Un gran mechón cae sobre su lado derecho ocultando la visión frontal de su hombro. Por el contrario su lado izquierdo aparece despejado dejando ver la oreja bajo la corona de espinas, tallada en el bloque de la cabeza.

En el torso, cuyo alargamiento propio del Renacimiento supone un avance respecto de los modelos goticistas, observamos la marca de las costillas y el vientre ligeramente abultado, claros rasgos de muerte. En el hueco de la axila se ve con claridad el arranque de los músculos del brazo, especialmente el del coracobraquial.

 

 
 
Foto: Antonio Pavón

 

El paño de pureza o sudario del Cristo de la Salud presenta poco volumen, dejando ver perfectamente la silueta del crucificado. Los pequeños pliegues se disponen en horizontal y se recogen en su lado izquierdo en una gran lazada. Es de color claro, en tonos más bien nacarados, y se halla ricamente dorado y estofado imitando los paños hebreos, según también los modelos de su época.

Las piernas están dispuestas de forma casi paralela, cruzando la derecha sobre la izquierda. Los pies están sujetos mediante un solo clavo a una cruz de sección plana y rectangular, posterior a la imagen del crucificado, toda ella rematada con molduras doradas, al igual que el INRI.

Observamos en la imagen, cuyas dimensiones son 205 x 140 cm, una búsqueda de un mayor naturalismo, propio de la época de la hechura. Se dibuja algo más la anatomía y se define con más dramatismo la expresión del rostro. Según el historiador Hernández Díaz pudo ser tallada en torno a 1550. Es probable que formara parte de un Calvario procedente de una viga de imaginería ubicada sobre el crucero de la Iglesia de San Gil, de hecho en el retablo del Cristo, vemos una Virgen dolorosa y un San Juan Evangelista que por sus características estilísticas podrían haber pertenecido al primitivo Calvario.

En 2017 fue restaurado en Écija por Carmen Bahíma, licenciada en Bellas Artes (especialidad de Conservación y Restauración) por la Universidad de Sevilla. Dicha restauración, premiada con el galardón de Actuación sobre el Patrimonio Sacro por la Asociación de Amigos de Écija, consistió en la fijación, limpieza, retirada de repintes y recuperación de la policromía original; visible sobre todo en el sudario, hasta entonces de un tono terroso que apenas dejaba apreciar el estofado, y en los ojos y las partes cóncavas como las axilas, con excesiva acumulación de suciedad que impedía su correcta visión. También se hicieron nuevos los anclajes a la cruz.

 

 

FUENTES

PORRES BENAVIDES, Jesús. "Restauración de bienes muebles ecijanos en el IAPH: 1985-2009", en Actas de las IX Jornadas de Protección del Patrimonio Histórico de Écija, Asociación de Amigos de Écija, 2010, p. 91.

 

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