SALUS INFIRMORUM (VII) LA ADVOCACIÓN DE LA SALUD EN LA ESCULTURA SACRA ANDALUZA
VIRGEN DE LA SALUD - JAÉN

06/04/2020


 

 

El escultor e imaginero contemporáneo Antonio Bernal Redondo (Córdoba, 1957) fue el encargado de llevar a cabo esta imagen procesional para la joven Hermandad de Jesús de la Caridad ante Caifás, María Santísima de la Salud y San Eufrasio, con sede en el templo jiennense de Santa María Madre de la Iglesia.

Con esta efigie mariana Bernal no solo se imbuyó de la amable ternura y la suavidad formal tan características de la imaginería del sur de España en su vertiente pasionista, sino que las llevó al límite rozando la gracia y serenidad que poseen las creaciones letíficas del entorno andaluz, motivada en este caso por la bella advocación que tiene la obra: Salud y Esperanza, o lo que es lo mismo, el aliento para todos los enfermos y la esperanza ante la resurrección de Cristo que María debe representar para los fieles cristianos.

La Virgen de la Salud fue presentada en La Hornacina el 21 de octubre del año 2011, trece días después de su bendición, cuando dicha corporación de penitencia carecía aún del estatus de Hermandad, que no adquiriría hasta el 12 de mayo del año siguiente tras la aprobación de sus estatutos por el Obispado de Jaén.

 

 

Esta obra de candelero para vestir posee la cabeza y las manos completamente talladas en madera de cedro y policromadas al óleo. Pertenece al modelo de Dolorosa abstraída y concentrada en su sufrimiento, con la ausente mirada al frente y los acuosos ojos, pintados en la madera, perdidos en un punto de visión indefinido.

Con la Virgen de la Salud, llamada en un principio "de la Salud y Esperanza", el artista cordobés retomó su celebrado modelo, realizado entre 2004 y 2005, para la cofradía malagueña del Dulce Nombre, caracterizado por la suprema hermosura, un semblante rayano en la adolescencia, la dulzura expresiva y la preferencia por reflejar la melancolía antes que el dolor en el gesto. Pese a ello y a los cerrados labios de María, que casi esbozan una velada sonrisa, la serenidad se quiebra un tanto a través del llanto que brota de sus rasgados ojos.

Son visibles los sugestivos rasgos naturalistas del autor, que tanto han influido en las generaciones posteriores de imagineros. La imagen lleva pestañas de pelo natural y lágrimas de cristal en sus mejillas, postizos utilizados habitualmente por Bernal, con los que sigue la tradición naturalista de la escultura sacra del Barroco.

 

 

Fotografías de Manolo Gómez

 

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