REMBRANDT 350 AÑOS. LOS TEMAS SACROS
TOBIT Y ANA CON EL CORDERO

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

La ceguera de Tobit, también llamado Tobías y Tobías el Viejo, lo ha condenado a una vida de pobreza extrema. Sus ropajes, antaño suaves y esplendorosos, se encuentran actualmente rasgados y andrajosos. Cuando su esposa Ana llega a casa con un cordero, una recompensa por el arduo trabajo que tiene que desempeñar ahora como hiladora para mantener la casa, Tobías cree que lo ha robado, y en su desesperación, ora a Dios para que le conceda una muerte rápida, mientras Ana le mira desconcertada.

La escena transcurre en el interior del hogar, sentado el anciano israelita a la izquierda del espectador, al lado de su perro y frente al fuego. Cruza las manos para pronunciar su plegaria, mientras Ana sigue sujetando al cordero. La presencia de elementos domésticos es abundante: en los estantes de la pared trasera vemos artículos para el uso diario, junto a la ventana hay una ristra de cebollas y una jaula para pájaros; por encima de Ana, hay una canasta en el interior de un nicho; en el suelo, junto a Tobit, vemos un cayado, cerca del desgastado calzado, y detrás suya, en una silla, una rueca para las labores de Ana.

Nuevamente hablamos de una obra de juventud, pintada en 1626 (óleo sobre tabla, 39,5 x 30 cm) cuando Rembrandt tenía solo 24 años. Parece que al artista le gustaron mucho los episodios de la vida de Tobit, pues pintó tres escenas sobre ella que se encuentran entre sus mejores creaciones. La ocultación de lo superfluo a base de sombras se justifica otra vez en la influencia del claroscuro de Caravaggio, descubierto por Rembrandt a través de su gran maestro Pieter Lastman, quien viajó numerosas veces a Italia.

 

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