REMBRANDT 350 AÑOS. LOS TEMAS SACROS
LOS PEREGRINOS DE EMAÚS

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

Rembrandt trató mucho el tema del encuentro en Emaús -también llamado "Cena de Emaús", "Discípulos de Emaús" o "Peregrinos de Emaús", como el caso que nos ocupa- a lo largo de su carrera, pero ninguna versión alcanza la perfección de este trabajo juvenil donde se sugiere el misterio con magistral sencillez.

La obra constituye una buena muestra del esfuerzo de Rembrandt por apartarse de las imágenes bellas, armónicas y atléticas de Cristo, herencia de la Antigüedad y del Renacimiento, con el fin de buscar un impronta personal del Mesías, que por lo general aparece más humano, delgado y despojado de adornos, lo que en ningún caso le resta un ápice de nobleza y divinidad en manos de Rembrandt.

Este encuentro en Emaús, pintado por Rembrandt en 1631 con veintitrés años de edad, aparece mencionado por el apóstol Lucas en su evangelio, siendo uno de los pasajes bíblicos que los artistas han representado con mayor frecuencia. Un fuerte sentimiento religioso emana de la composición de Rembrandt, caracterizada además por una gran precisión. Los invitados a la cena están sentados, la sirvienta está ocupada en la habitación de atrás... podría ser con esos elementos una simple escena de albergue; sin embargo, gracias a un poderoso efecto de retroiluminación, la escena se transfigura: una fuente de luz se coloca detrás de la imagen Cristo, recortada en una silueta inmaterial. Este resplandor misterioso es suficiente para revelar la naturaleza divina de Jesús.

Rembrandt hace visible este fenómeno sobrenatural mediante la vieja técnica del claroscuro, que da como resultado un poderoso efecto dramático. Para ello utiliza los efectos de la pintura de Caravaggio, instalando una intensa fuente lumínica detrás de la figura de Cristo y creando así una claridad de fondo, lo que da como resultado la silueta del hijo de Dios dibujada en la sombra.

En otra pintura de Rembrandt sobre el mismo tema (imagen inferior), pintada diecisiete años más tarde, figuran los personajes de la escena distribuidos alrededor de un eje central en torno a la figura de Cristo partiendo el pan, ofreciendo así una vista más majestuosa, convencional y parecida a la pintura histórica.

 

 

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