LA ICONOGRAFÍA DE PENTECOSTÉS (XI)

28/05/2020


 

 

Documentado en Lleida entre 1359 y 1380, el escultor catalán Bartomeu de Robió está considerado como el padre de la escuela lleidatana de escultura gótica. Una de sus obras principales fue el desaparecido retablo mayor de la Seu Vella de Lleida, la antigua catedral de la ciudad, labrado en alabastro procedente de las canteras de L'Espluga de Francolí, en la comarca de la Conca de Barberà (Tarragona).

Dicho retablo, realizado entre 1361 y 1364, estaba dedicado a la vida de la Virgen. Presidió el altar mayor de la Seu de Lleida hasta 1706, cuando el templo fue transformado en cuartel. Varias décadas después se empezaron a dispersar las piezas que lo integraban hacia particulares, colecciones y museos extranjeros.

De entre los escasos fragmentos conservados de dicho retablo pertenecen a la actividad específica de Robió dos relieves conservados en el Museu de Lleida Diocesà i Comarcal (el Pentecostés que vamos a tratar y otro con cuatro personajes masculinos barbados con libros que podrían ser profetas), otro relieve en el Museo de Bellas Artes de San Francisco que representa a Eva y Adán expulsados del paraíso, y un fragmento del relieve de la Epifanía en el Museo de Castres (Francia) en el que aparece uno de los personajes arrodillado.

El Pentecostés muestra un cuidadoso tratamiento de los rostros y de los cabellos, además de un gran dominio en la ejecución de los pliegues de la ropa, los cuales confieren corporeidad a los cuerpos. Ello nos indica que estamos ante la producción de un escultor singular, de altísima calidad técnica.

La iconografía sigue un esquema clásico en lo que se refiere a composición. La Virgen, en el centro, adopta una postura mayestática. Salvo Lucas, al que como hemos visto se atribuye la redacción del libro de los Hechos de los Apóstoles, los demás discípulos de Cristo no sostienen libros. Ninguno de ellos señala hacia lo alto, aunque no dejan de sorprenderse por la aparición del Espíritu Santo.

Los personajes muestran los rasgos fisonómicos peculiares de Robió como la acentuación redondeada de los pómulos, los carnosos labios y el peculiar tratamiento de la zona de los ojos, de forma almendrada, con los párpados muy marcados junto con un entrecejo prominente. Dichos rasgos dieron lugar a una escuela de seguidores. La imagen de María presenta daños en manos y barbilla aunque no desfiguran su impronta.

Los vínculos con Italia son evidentes en la obra de Robió, que asimila los nuevos recursos plásticos y expresivos originarios del contexto artístico de la Toscana italiana. Sin embargo, podemos hablar de soluciones híbridas en la organización de un retablo en el que, como vemos en sus restos, la tradición italiana se funde con la autóctona. Hablamos por tanto de piezas únicas que no tienen equivalente en la península vecina y que se alejan también del estilo que desarrollan los artistas italianizantes activos en Cataluña.

Antes de ser desmantelado en el siglo XVIII, el retablo sufrió reformas y ampliaciones realizadas a finales del siglo XIV y en el segundo cuarto del XV, fecha en la que se le aplicó la policromía, de la que apenas quedan vestigios, y en la que se le incorporó un banco con relieves labrado por Carles Galtés de Ruan y Jordi Safont.

 

 

FUENTES

http://www.vacarparacon-siderar.es/

ESPAÑOL BERTRÁN, Francesca. El escultor Bartomeu de Robio y Lleida: eco de la plástica Toscana en Catalunya, Universitat de Lleida, 1995.

BESERAN i RAMÓN, Pere "Bartomeu de Robió i els Robió de Cervera. Consideracions sobre el nom i l'origen d'un escultor medieval", en Miscel·lania Cerverina, nº 11, Centre Comarcal de Cultura, Cervera, Lleida, 1997.

 

Anterior entrega en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com