LA ICONOGRAFÍA DE PENTECOSTÉS (II)

06/05/2020


 

 

El singular retablo mayor de la cartuja burgalesa de Santa María de Miraflores fue realizado en su parte escultórica por Gil de Siloé, artista documentado en Burgos entre los años 1470 y 1501. Su nacimiento en territorio flamenco o germano tuvo lugar, aproximadamente, hacia 1440-1450, mientras que su fallecimiento en la ciudad de Burgos ocurrió en torno a los años 1500-1505.

Una composición semejante a este retablo no se conoce en España, pero tampoco en Europa. Todo apunta a considerar que Gil de Siloé fue un artista capaz de generar diseños originales a partir de diversos modelos que le sirvieron de pauta, nunca de copia, y una muestra de ello es el presente retablo.

Entre las partes más originales de esta impresionante fábrica se encuentra un hueco para un expositor de escenas. Hablamos de una especie de marco teatral donde desfilan diversos pasajes religiosos que se ven de acuerdo con las fiestas litúrgicas del año. Por desgracia, al manipular posteriormente la parte central del retablo para incluir un sagrario que nada tiene que ver con la disposición primitiva, ello obligó a elevar dicho expositor con escenas, lastimando de paso la parte inferior de la rueda de ángeles.

El expositor, llamado tambor o torno giratorio, se encuentra actualmente por encima del referido tabernáculo o sagrario. Por detrás del mismo, una rueda en forma de torno posibilita el giro de los distintos paneles o escenas de la vida de Cristo y su Madre, que son los siguientes: Natividad del Señor, Bautismo de Cristo, Resurrección del Señor, Ascensión, Pentecostés y Asunción de María.

Es razonable comparar el expositor con los elementos mecánicos y móviles que se usaron en relojes, sobre todo nórdicos y, en especial, alemanes. Los juguetes mecánicos tenían una larga historia desde los tiempos de los abasidas en Bagdad o de los bizantinos del Imperio Medio. Pero el de Miraflores es diferente porque las escenas no se presentan en movimiento, sino que el cambio de escenario se debe a la mano del hombre.

En la escena del Pentecostés la Virgen aparece presidiendo la composición visual, rodeada por los apóstoles, pese a no citársela en la Biblia cuando ocurre el episodio. Una posible y lógica explicación para esta iconografía tan extendida la aporta Jane Geddes, en su comentario sobre el Salterio de Albani, una obra miniada inglesa del siglo XII: "En los Hechos de los Apóstoles María no es nombrada en este acontecimiento, pero representa aquí la Encarnación, sin la cual el prodigio de Pentecostés no hubiera sido posible."

Gil de Siloé representa a María en el Pentecostés de Miraflores leyendo un Libro de Horas, según la costumbre flamenca. Los discípulos en actitud orante aguardan la venida del Espíritu Santo, que se manifiesta en la parte superior central descendiendo en forma de paloma que envía rayos de fuego hacia ellos.

La policromía, con empleo de corlas y decoración de brocados aplicados, corrió a cargo de Diego de la Cruz, gran pintor y policromador hispanoflamenco, estrecho colaborador de Siloé en sus retablos. Diego de la Cruz fue el pintor más importante de entre los muchos que trabajaron en la transición del siglo XV al XVI en Burgos. La simbiosis de ambos artistas dio como resultado esta obra visualmente tan espectacular.

La policromía de Diego de la Cruz cubre este retablo abundantemente de oros, algunos estofados, bellos fondos de azurita y profusión de brocado aplicado. Este último cubre vestimentas y fondos de hornacinas en toda la extensión de la obra, desde el banco hasta el ático, y con los mismos niveles de acabado.

Entre los años 2006 y 2007 se llevó a cabo una restauración exhaustiva del retablo a instancias de la Dirección General de Patrimonio y Bienes Culturales de la Junta de Castilla y León. El estudio realizado mostró que la madera había sido agredida con el paso del tiempo por los insectos xilófagos. Para asegurar la estructura, se llevaron a cabo intervenciones como reforzar el pie vertical con un larguero suplementario y lo mismo con los pináculos y crestería. También se procedió a eliminar la densa capa de polvo que cubría todo el conjunto por anverso y reverso, y que junto con la humedad, había penetrado en las policromías.

 

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