MODERNISMO Y MODERNISTAS EN LA ARQUITECTURA (VI)
PARK GÜELL Y PALAU DE LA MÚSICA CATALANA DE BARCELONA

Con información de José Ramón Nieto González


 

 

La segunda parte de este especial la dedicaremos al Modernismo en España. Dicho estilo alcanzó en Cataluña una de sus versiones más perfectas y acabadas, gracias al genio de Antoni Gaudí. Sin embargo, junto a él, destacaron importantes arquitectos, como Lluís Domènech i Montaner y Josep Puig i Cadafalch.

Aunque, en sus grandes creaciones, el Modernismo español fuera un arte de la burguesía enriquecida y culta, ello no le impidió extenderse a todas las capas sociales, de tal manera que se puede apreciar en tiendas, casas de vecinos o casitas de pueblo, y no sólo como derivación degradada del estilo, sino, a menudo, con aportaciones igualmente valiosas dentro de sus límites.

Barcelona presenta un conjunto cuyas dimensiones no pueden compararse a las de ningún otro centro europeo. La presencia del Modernismo no se redujo a la capital: se extendió por ciudades y pueblos de toda la geografía catalana. Cronológicamente, más allá de los principios del siglo XX, el Modernismo catalán sobrevivió hasta el punto de que algunos historiadores cierran la época modernista con el año de la muerte de Gaudí (1926).

Junto a La Pedrera o Casa Milá (1906-1910), la Casa Batlló (1904-1906), el Palacio Episcopal de Astorga (1889-1893) o el Convento de las Teresianas de Barcelona (1880-1890), dentro de la obra de Antoni Gaudí (1852-1926) el Parque Güell (1900-1914) es un lugar de aislamiento para sesenta familias privilegiadas, como simbiosis del pasado y del presente, incluso desde el punto de vista técnico conjugando viejas técnicas artesanales -bóvedas catalanas, azulejos, vidrios, etcétera- con innovaciones técnicas de la era del maquinismo consustanciales a los postulados modernistas. También Gaudí y el mecenas de la obra, el adinerado artesano textil Eusebi Güell i Bacigalupi, intentaron la síntesis de elementos laicos y sagrados para reflejar las aspiraciones seculares y sagradas de la época, siendo evidentes las relaciones con la montaña sagrada de Montserrat.

Respecto al barcelonés Domènech i Montaner (1850-1923), debe citarse entre sus obras el Hospital de Sant Pau (1902-1911) y, sobre todo, el Palau de la Música Catalana (1905-1908). En este último edificio, fiel reflejo de las inquietudes culturales de la burguesía catalana del momento, junto a la exuberante ornamentación floral, la riqueza cromática y la peculiar integración modernista de todas las artes -esculturas, mosaicos, vidrieras-, se produce una estructuración con soluciones muy avanzadas y se anticipa el uso de grandes muros de cristal.

 

 

FUENTES: A.A.V.V., "En Torno al Modernismo: Pintura, Diseño y Arquitectura",
artículo publicado en El Arte del Siglo XX, Barcelona, 1998, pp. 62-66.

 

Anterior Entrega en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com