ATRIBUTOS MARIANOS - LOS FRUTOS
VIRGEN DE LA OLIVA
17/05/2025
La imagen renacentista de la Virgen de la Oliva presenta una gran elegancia y belleza. Se nos muestra a Nuestra Señora de pie, con sobria figura, gesto sereno y gran dulzura, portando sobre su brazo izquierdo al hijo de Dios, mientras simultáneamente sujeta con la mano derecha un ramo de olivo, símbolo y emblema de la paz y de la vida. Su ropaje se compone de una toca de tono marfil, túnica dorada bajo la cual se deja ver las puntas de sus zapatos, y manto estofado de color azul oscuro que se recoge a la altura de la cintura, dotando de mayor volumen a la escultura, y recogiéndose en el brazo derecho bajo el Niño, cayendo de forma muy elegante hacia el exterior. La Virgen flexiona ligeramente la pierna derecha dejando caer todo su peso en la izquierda, creando un ligero movimiento propio de la época. El rostro joven de la Virgen muestra facciones regulares en ancho óvalo sobre un fuerte cuello. La disposición y tratamiento del cabello lo resuelve Mesa en perfecta simetría, peinado con raya al medio, colgando, a un lado y otro, dos mechones unidos en característico pico sobre la frente, que enmarcan el rostro de la Virgen. La imagen del Niño, vestido con una túnica dorada dirige su mirada a los fieles, al igual que su madre. Con la mano derecha bendice mientras que con la izquierda sostiene un frágil pajarillo. En esta escultura mariana puede verse el concepto escultórico de bloque, típico de la tradición renacentista. También como tipo físico remite a los modelos de Juan Bautista Vázquez el Viejo, conservando un aire de monumentalidad y severa apostura clásica no exenta de dulzura en la expresión del rostro. Como modelo escultórico podemos remontarnos a las numerosas imágenes de la Virgen de Roque Balduque, que tan profunda huella dejaron en la escultura sevillana. Esta efigie muestra largas guedejas de cabellos cayendo sobre el pecho, signo naturalista propio del siguiente siglo. Descansa sobre su pierna izquierda y flexiona la derecha provocando pliegues más amplios y naturales en el manto, que le cubre la cabeza y cae por detrás del hombro derecho con mayor verismo. El Niño aparece vestido, característica de la escultura hispalense del segundo tercio del siglo XVI, y el pelo ensortijado muestra bien el momento premontañesino, en bucles macizos, sin adaptarse al volumen craneal. Es una escultura en clara transición al barroco. Se conserva el contrato para la elaboración de la talla de la Virgen de la Oliva, firmado el 17 de octubre de 1595, con el escultor sevillano Martín Alonso de Mesa, siendo la única obra documentada de su mano que se conserva en Andalucía. La hizo muy joven, dando carta de pago por el valor de 40 ducados con tan solo 23 años, el 19 de febrero de 1596. No sería hasta 1599 cuando solicita el título de escultor, siendo examinado por Gaspar del Águila. Posteriormente se trasladará a Perú, donde llegará a ser un escultor muy reconocido en el territorio del Virreinato, desarrollando plenamente su oficio en estas tierras, sobre todo en la ciudad de Lima, muriendo en 1626 a la edad de 53 años. |
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FUENTES ROMERO SÁNCHEZ, Guadalupe y GUASCH MARÍ, Yolanda. "La velada en honor a Nuestra Señora de La Oliva", en Teatro y fiesta popular y religiosa, Universidad de Navarra, 2013, pp. 346-348. RAMOS SOSA, Rafael. "Martín Alonso de Mesa, escultor y ensamblador (Sevilla c. 1573- Lima 1626)", en Anales del Museo de América, n º 8, Madrid, Ministerio de Cultura y Deporte, 2000, pp. 57-58. |
Fotos: Hermandad de Nuestra Señora de la Oliva Coronada
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