ATRIBUTOS MARIANOS - LOS FRUTOS
VIRGEN DE LAS UVAS
14/05/2025
De pie sobre una luna creciente, que simboliza su Inmaculada Concepción, María lleva a Jesús sobre el brazo izquierdo. Un grabado de Durero del año 1516 pudo haber servido de modelo para este grupo pétreo de la Virgen de las Uvas, también conocido como Virgen del Racimo, fechado en torno a 1520. Es sin duda uno de los mejores ejemplares de la escuela de escultura que se desarrolló durante el primer tercio del siglo XVI en el antiguo territorio francés de Champaña, cuyos artífices fueron muy sensibles a la representación del amor maternal. Esta obra en concreto, que sirvió de modelo para otras que se conservan en localidades del entorno, procede de un taller de la ciudad de Troyes, con una autor todavía sin nombre y apellidos aunque se le conoce como Maestro de Chaources, introductor del Renacimiento en la región. El niño bendice con su mano derecha, atada con una cinta a la pata de un pájaro ejecutado con sumo detalle, símbolo del Espíritu Santo, que picotea la vid en referencia a la Pasión. En el medievo el racimo de uvas simboliza la sangre que debe ser derramada por Cristo para la redención. La Virgen sostiene el pie izquierdo de su Hijo, en alusión a la Encarnación. En el caso de María, los rasgos faciales y el cabello largo y suelto en mechones retorcidos, son detalles característicos de la estatuaria de Champaña en la referida época, al igual que la vestimenta: camisa y vestido de mangas bordadas cubierto por una capa decorada con un brocado salpicado de follaje, volutas y entrelazados, recogida hacia atrás y dispuesta a modo de delantal en la parte delantera, así como zapatos de punta cuadrada llamados "bocas de vaca" en la zona. La disposición de los ropajes en pliegues cóncavos crea profundos efectos lumínicos. Lamentablemente, la práctica desaparición de la policromía, raspada en el siglo XIX, impide una correcta apreciación de la obra. Labrada en piedra calcárea, la figura mide 142 cm de altura. El delicado rostro de la Virgen, de pómulos redondeados, dibuja una encantadora sonrisa marcada por hoyuelos. Hay también un cierto nivel de detalle en el cincelado de las cejas. La corona sigue patrones geométricos de trilóbulos, cuadrados y lo que parece un cuadrilóbulo estirado horizontalmente. Bajo el pliegue del borde izquierdo del manto se puede observar un motivo esculpido insólito: un cáliz, lo que otorga también simbología eucarística a este simulacro. El niño viste una túnica plisada. Su rostro es muy jovial, como el de la Madre, y se halla enmarcado por una cabellera resuelta con profusión de pequeños y dinámicos rizos. Con la mano derecha sostiene el racimo de uvas por el tallo. Por la tradición vinícola de Francia fueron muy frecuentes en el país estas representaciones de María con el niño Jesús sosteniendo un racimo de uvas, pues eran invocadas para pedir prosperidad en las cosechas. |
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