150 ANIVERSARIO DE GUSTAV KLIMT
LA NOVIA


 

 

"El primero de los ornamentos, la cruz, era de origen erótico. La primera obra de arte, el primer acto artístico realizado por el primer artista que, para liberar sus excesos, dibujó en una pared. Una raya horizontal: la mujer yacente. Una raya vertical: el hombre que la penetra... Pero el hombre de nuestro tiempo que, por impulso interior, ensucia las paredes con símbolos eróticos, es un criminal o un degenerado... Dado que el ornamento ya no está orgánicamente relacionado con nuestra cultura, tampoco es la expresión de nuestra cultura."

 

Con este artículo, publicado bajo el título Ornament und Verbrechen (Ornamento y Crimen), que comienza con la famosa frase "Todo arte es erótico", Adolf Loos pretende estigmatizar la "suciedad erótica", de cuyo abuso acusa a Gustav Klimt y a los artistas de las Wiener Werkstätten. Klimt se burla de este Savonarola del arte, le contesta con su Autorretrato con Genitales, que equivale a una caricatura en forma de un reconocimiento.

A su muerte por un ataque de apoplejía, el 6 de febrero del año 1918, quedan inacabados cuadros como el Retrato de Johanna Staude o la famosa pintura La Novia. Estos cuadros nos permiten penetrar en el mundo de Klimt, que, al irse, nos ha dejado la puerta abierta. Ahora es evidente que el trabajo de Klimt, antes de que la imagen sea reconocible a través del revelado, se parece a un clisé. El desnudo, dibujado en toda su intimidad, se va cubriendo de colores paulatinamente en el baño revelador, como por arte de magia o por un sentimiento de vergüenza.

De este modo, toda la obra de Klimt se hace realidad en la primera parte del discurso de Loos: "Todo arte es erótico", pero rechaza radicalmente la segunda afirmación, según la cual "el ornamento no está en relación con la civilización". Por el contrario, la plétora decorativa significa para Klimt un enriquecimiento de la realidad, pues -como más tarde harían también los surrealistas con el sueño freudiano- ello le permite hacer penetrar el inconsciente en la vida consciente. La hermosura de la mujer, enaltecida mediante los colores y los dorados del esteticismo, permite a Klimt recrear la magnificencia del paraíso perdido, donde el hombre, condenado a una prosperidad transitoria, puede disfrutar momentos de la más sublime felicidad antes de volver a sumergirse en el eterno ciclo vital de la naturaleza.

En el método de trabajo del Klimt tardío, el oro ha sido sustituido por el color, que podría competir con el de un Pierre Bonnard o el de un Henri Matisse, ambos admirados por nuestro artista. La composición caleidoscópica o piramidal de La Novia (1917-1918), vista desde la altura, ha sido tomada del arte japonés. Su temática sigue siendo la del eros y el ciclo de la vida, pero los aspectos desagradables han desaparecido por completo, al igual que los colores oscuros de la muerte.

La familia de Klimt rechazó una tumba de honor y el artista fue enterrado en el cementerio de Hietzing, en una sepultura indicada con una simple lápida con su nombre. El último homenaje se lo rinde Egon Schiele, que le hace tres retratos póstumos en la capilla ardiente del hospital en el que murió Klimt, ignorante del hecho que pocos meses después habría seguido su destino.

 

FUENTES: NÉRET, Gilles. Gustav Klimt, 1862-1918, 1999, Madrid, pp. 83 y 90-91; PAULI, Tatjana. Klimt. La Secesión y el Ocaso de Oro del Imperio Austriaco, 2000, Madrid, pp. 132-133.

 

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