150 ANIVERSARIO DE GUSTAV KLIMT
PALAS ATENEA

Eduard Cairol


 

 

Nacida directamente de Zeus sin intervención femenina y ella misma celosa guardiana de su virginidad (símbolo de la invencibilidad de Atenas), la figura de Palas Atenea sintetiza perfectamente el código moral de la sociedad vienesa del siglo XIX, sustentada sobre la preeminencia de la identidad masculina y la represión de la sexualidad en la mujer. Vencedora de Medusa, sacerdotisa de antiguos misterios, su victoria se considera como un triunfo de la civilización sobre la superstición y la barbarie.

La imagen de Atenea representada por el joven Klimt como decoración de uno de los tímpanos situados en la caja de la escalera principal del Museo de Historia del Arte vienés (1890-1891) reproduce fielmente todos estos rasgos, propios de una protectora de las artes y de las ciencias. Elegida por Klimt para representar a la cultura helénica, Atenea está modelada convencionalmente sobre un fondo arquitectónico, como si se tratara de una joven vienesa contemporánea vestida para asistir a una fiesta.

En los años inmediatamente posteriores a su ejecución, la progresiva crisis de los valores estéticos y morales en que se había asentado la época de la reforma urbanística de Viena, pareció encarnarse en la rebeldía de una nueva generación contra todos los dogmas establecidos por la anterior. A pesar de su posición entre los artistas oficiales, Klimt asumió ya en 1897 el liderazgo de la nueva escuela pictórica, a cuyos representantes apartó de la principal asociación de artistas de Viena, fundando así la célebre Secession. A partir de entonces, su obra tomó un nuevo rumbo, especialmente en el terreno de la interpretación del legado tradicional y en lo que respecta a una imagen de la Antigüedad menos apolínea y más irracionalista y musical.

En el cartel para la primera exposición de la Secession (1897), Klimt elige un tema clásico para escenificar su progresivo distanciamiento con respecto al arte oficial. Desde el margen derecho del cartel, una figura casi plana, representada en forma de bajorrelieve, de Atenea no aparece ya como la refinada protectora de las artes y las letras, la diosa virgen nacida de Zeus sin mediación de mujer que ha llevado la civilización a Atenas; más bien, la imagen parece hacer alusión a los oscuros orígenes de una divinidad originaria de Libia a través de Creta, considerada invencible en el combate y vinculada, a través de su escudo, con las gorgonas, sacerdotisas de antiguos ritos mistéricos. Una Atenea que, alejándonos del mármol inmaculado del Partenón, nos remite a la Grecia arcaica, a las civilizaciones cretense y micénica.

Dicho planteamiento alcanza su mejor expresión con la inquietante y turbadora Palas Atenea, pintada al óleo sobre tabla en 1898. La acusada lateralidad del cartel para la Secession se ha convertido ahora en una rigurosa frontalidad que aproxima la imagen a los iconos bizantinos o a los ídolos más primitivos.

Se mantienen todos los atributos de la diosa guerrera, pero el rostro de la gorgona se ha trasladado al pecho de Atenea en forma de égida; es decir, de manto protector, lo que produce un efecto de reduplicación con respecto a su propio rostro, cuya mirada hipnótica y penetrante resulta de este modo subrayada. Nos hallamos sin duda frente a una diosa guerrera capaz de someter a cualquier adversario, dotada de un oscuro poder con el que doblegar toda resistencia. Una divinidad femenina de los tiempos del matriarcado, que nos remite al pasado oculto de nuestra cultura.

 

FUENTES: CAIROL, Eduard. "Un jardín de estatuas sin ojos. El legado de la Antigüedad
en la Viena fin-de-siglo", publicado en Actas del Congreso Internacional "Imagines", La Antigüedad
en las Artes Escénicas y Visuales
, Universidad de la Rioja, Logroño, 2007, pp. 381-383.

 

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