JAPÓN: ARTE Y CULTURA (III)
LA CEREMONIA DEL TÉ

Fernando García Gutiérrez


 

 

La planta del té fue introducida en Japón desde China, en los siglos VIII y IX, por unos monjes budistas. La Ceremonia del Té se desarrolló bajo la influencia de la secta budista Zen, quedando sus reglas perfeccionadas en el siglo XVI hasta dejarla tal como se practica hoy. Su fin es purificar y llenar de calma la propia conciencia mediante la identificación con la naturaleza, y supone una exteriorización del esfuerzo intuitivo del pueblo japonés por el reconocimiento de la verdadera belleza en la sencillez y la naturalidad. Las reglas de esta ceremonia están calculadas para alcanzar la más alta economía posible de movimientos, aunque a primera vista pueda parecer lo contrario: se trata de expresar la máxima simplicidad de la belleza.

En términos generales, la ceremonia se realiza de este modo: el dueño de la casa anuncia, por medio de un gong metálico, el comienzo de la ceremonia. Los invitados se levantan y, una vez purificados, pasan al cuarto del té a través de una pequeña puerta, casi arrastrándose, para conseguir así el efecto de humillación que limpia el espíritu. El dueño de la casa, que es quien realiza la ceremonia, coloca una bandejita con pequeños dulces delante de los invitados, limpia con agua los utensilios, pone tres cucharadas de té en la taza (chawan), toma agua caliente y comienza a preparar el té. Cada gesto, cada movimiento, está determinado y estudiado. Cuando ya está hecho el té, el dueño lo pone delante del primer invitado, que lo recibe con grandes reverencias, lo eleva en sus manos, admira la taza, y bebe un sorbo. Después de limpiar el borde con un pañuelo, pasa la taza al siguiente invitado, que repite los mismos gestos, y así hasta el último, que devuelve la taza al primero de los invitados y éste la entrega al dueño. Después de que éste ha recogido todo, hace una reverencia en silencio (todo se desarrolla en silencio) para indicar que ha terminado la ceremonia. Los invitados abandonan la Casa de Té mientras su dueño los ve alejarse.

Algunos de los primeros misioneros católicos, que llegaron a Japón en el siglo XVI, encontraron bastante parecido entre los gestos de esta ceremonia y los de sus misas.

El auge de la Ceremonia del Té en el transcurso de la historia de Japón, hasta llegar a ser una de sus características, hizo que se desarrollaran todas las artes relacionadas con el Arte del Té: la arquitectura, hasta producir un tipo único de construcción en las Casas del Té; la jardinería, ya que los jardines en que están situadas esas casas han llegado a ser algo también único en la historia estética universal; y la cerámica, con realizaciones increíbles para los chawan que se emplean en la ceremonia. Al principio, los objetos empleados en el Arte del Té fueron importados de China o Corea, pero más tarde fueron obras de artistas japoneses.

Hay otras manifestaciones artísticas relacionadas con el Arte del Té, caso de las pinturas colgantes (kakemono) que se colocan en el entrante de la pared (tokonoma, el sitio más importante de la habitación (cha-shitsu) en que se realiza la ceremonia), casi siempre relacionadas con la estación del año en que se está.

Aunque hay muchos tipos de Casas de Té, pueden básicamente clasificarse dentro de dos tipos generales: el kakoi, que es una habitación adherida a otro edificio de mayores dimensiones, y la Casa de Té propiamente dicha, hecha en el estilo sukiya (un ejemplo lo encontramos en la fotografía superior), que es una estructura separada, edificada en un estilo rústico de campo. Este último tipo es el que ha llegado a ser una creación enteramente original de la arquitectura japonesa. Para algunos autores, este estilo sukiya de construcción rústica fue una reacción ante el esplendor y la elegancia de la arquitectura oficial.

Respecto a la cerámica, los chawan o tazas para el té llegaron a ser objetos de un extraordinario gusto artístico. El cha-ire o pequeño recipiente donde se conserva el té en polvo era generalmente de cerámica o laca. Un recipiente mayor, llamado mizusashi, servía para conservar el agua fresca y era también de cerámica. En cuanto al cha-niwa o jardín del té, también conocido como rōji, se diferencia de un jardín ordinario en que éste es sólo un pasadizo que rodea y lleva a la Casa de Té. Debe ser de enorme simplicidad, que recuerde un paso de montaña, y en el que haya árboles y plantas que no llamen la atención por su forma o extraña manera de ser, y por el que vaya un camino hecho de piedras irregulares sobre musgo. En el exterior se sitúan el machiai, espacio cubierto para esperar la llamada de la ceremonia, y el setsuin, pequeño aseo o fuente en el que purificarse los invitados tras dicha llamada.

 

"A propósito de Ishiyama, he aquí otra historia curiosa: dudaba yo sobre el lugar que elegiría ese año para ir a ver la luna de otoño y me decidí finalmente por el monasterio de Ishiyama, pero la víspera de la luna llena leí en el periódico una noticia en la que se informaba que para aumentar el disfrute de los visitantes que fueran al monasterio al día siguiente por la noche para contemplar la luna, habían colocado por los bosques una grabación de la Sonata al Claro de Luna. Esta lectura me hizo renunciar al instante a mi excursión a Ishiyama. Un altavoz es un azote en sí mismo, pero yo estaba convencido de que si se había llegado a eso, sin duda alguna también habrían iluminado la montaña con bombillas distribuidas artísticamente para crear ambiente."

(Elogio de la Sombra, Junichiro Tanizaki).

 

FUENTES: GARCÍA GUTIÉRREZ, Fernando. "El Arte del Té en Japón", en Laboratorio de Arte, nº 10, 1997, pp. 195-210.

 

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