HIERONYMUS - 1600 AÑOS
JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS

26/10/2020


 

 

Realizado entre 1609 y 1613, el retablo mayor del monasterio de San Isidoro del Campo está considerado una de las piezas maestras de Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, Jaén, 1568 - Sevilla, 1649). Consta de banco, dos cuerpos con tres calles y ático. Son obras directas de Montañés las esculturas del titular San Jerónimo penitente, mayor del natural y concebido para procesionar, los Santos Juanes y los relieves del Nacimiento de Cristo y la Adoración de los Magos. Las Virtudes Cardinales, los relieves de la Asunción de la Virgen, la Ascensión de Cristo y la Resurrección, así como la imagen de San Isidoro, son obras de aventajados discípulos, atribuyéndose las tres últimas al trabajo de Juan de Mesa y Francisco de Ocampo.

La imagen del penitente, tallada según Hernández Díaz en 1611, es anterior a las primeras obras importantes de sus principales discípulos y a la pintura de Ribera y Velázquez, lo que, debido al énfasis de los conceptos y su extraordinaria calidad, tiene una extraordinaria importancia. Ningún otro escultor de su círculo la superó nunca en fuerza expresiva. Sin la menor duda, es una escultura capital de su tiempo, tanto es así que Martín González reconoció una fortaleza única en la historia del arte, solo equiparable al grupo helenístico del Laocoonte.

San Jerónimo fue además una de las primeras obras que Martínez Montañés talló para el retablo, y, según contrato, lo hizo sin la intervención de ninguno de los cuatro colaboradores acreditados para el conjunto: Francisco Villegas, Juan de Oviedo y de la Bandera, y los mencionados Mesa y Velasco.

Según Luque Teruel, la veracidad y el dramatismo anatómico de la imagen de San Jerónimo Penitente jamás fueron igualados por éste u otro discípulo, menos aún la fortaleza de ánimo, tan humana como sobrenatural por su garra expresiva y la concentración mística en la oración. La policromía al óleo y a punta de pincel de Francisco Pacheco, colaborador habitual de Martínez Montañés, trasciende las posibilidades del género y es equiparable a la excelencia de la talla y las grandes pinturas de inicios del barroco.

Para dicho monasterio Montañés también talló las esculturas orantes de Alonso Pérez de Guzmán y María Alonso Coronel con destino a sendas hornacinas abiertas en los muros del presbiterio. Fueron contratadas en torno a 1609 por los frailes de San Isidoro del Campo para decorar los sepulcros de los fundadores de un cenobio para el que Montañés realizó también un tabernáculo, hoy desaparecido, así como el retablo de la capilla del Reservado, contratado, también en 1609, con Montañés y Andrés Ortega, en cuyo primer cuerpo están las esculturas de la Virgen con el Niño, San Joaquín y Santa Ana, todas ellas de Montañés, mientras que en el segundo aparecen lienzos del siglo XVIII y en el banco una pintura del Niño Jesús coetánea del retablo.

A modo de curiosidad, señalar que en la década de 1870, debido al alto grado de deterioro que ya por entonces presentaba el monasterio, se propuso desmontar el retablo mayor y trasladarlo a la Catedral de Sevilla, donde estaría a buen recaudo y en óptimo estado de conservación, aunque afortunadamente la propuesta no obtuvo la aceptación de la Archidiócesis ni de la Comisión Provincial de Monumentos de Sevilla.

 

FUENTES

LUQUE TERUEL, Andrés. "La importancia (creativa) de Juan Martínez Montañés", artículo publicado en Estudios de escultura en Europa, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert y Diputación Provincial de Alicante, Alicante, 2017, pp. 424-425.

MARTÍN PRADAS, Antonio. "El Monasterio de San Isidoro del Campo de Santiponce (Sevilla). Parcelas de la historia (1868-1878)", artículo publicado en Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, nº 17, Asociación Amigos de los Museos de Osuna, 2015, p. 133.

 

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