GABBATHA (II)
FRANS FRANCKEN II - MADRID

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 

Pese a figurar en el lado izquierdo de la composición, Cristo se erige como eje central de la misma. Vistiendo una clámide de color blanco, símbolo de locura, aparece flanqueado por el escriba que lee a las masas su sentencia, y por Pilato, quien lava sus manos como señal de la entrega del reo a la decisión del pueblo. A la derecha de la abigarrada escena se sitúan los ladrones y, en primer plano, los sayones que cargan el madero. Tanto la arquitectura como las ropas de los personajes de La Sentencia de Jesús, se corresponden con su época de ejecución (hacia 1610).

Frans Francken II (1581-1642), llamado también Frans Francken el Mozo, fue el miembro más brillante y afamado de una saga de pintores de Amberes (Bélgica) que gozó de gran prestigio en Europa. Discípulo de su padre, Frans Francken I -algunos expertos afirman que también recibió aprendizaje en París por parte de uno de sus tíos-, obtuvo el título de maestro en el año 1605, especializándose en pequeños cuadros de carácter histórico, bíblico, alegórico y de interiores, aunque también cultivó las grandes obras para retablos y paneles de muebles.

Como podemos observar, Francken es deudor de El Bosco. Ya adelantamos que la obra del holandés influiría decisivamente en la de los pintores posteriores del antiguo territorio de Flandes, tanto por su mensaje moralizante como por su afición a las figuras demoníacas y gesticulantes; visibles, en este caso, entre la sanguinaria multitud que se apiña a los pies del Varón. En el estilo de Francken, que influyó a su vez en el de artistas como Brueghel el Viejo, Rubens o Saenredam, vemos también la impagable repercusión del minucioso Jan van Eyck.

El cuadro, un óleo sobre tabla de 57 x 80 cm, se exhibe en el Museo Nacional del Prado junto con otras creaciones del prolífico autor, caso del Ecce Homo o El Prendimiento de Cristo, ambas realizadas sobre cobre. En dicha entidad madrileña se pueden igualmente contemplar pinturas de su hijo, Frans Francken III, integrante del gran taller paterno, donde también trabajaron yernos de Francken II y otros aprendices. Todos ellos, con más o menos fortuna, siguieron fielmente las directrices del maestro e incluso reprodujeron varias de sus obras.

 

Primera Entrega en este

 

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