2000-2009: UNA DÉCADA DE ESCULTURA SACRA (XVII)

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

Es difícil encontrar una escultura mediocre firmada por Antonio José Martínez Rodríguez (Beas de Segura, Jaén, 1971) y menos aún una que deje al público indiferente. Si hay una trayectoria artística en la imaginería actual que concite unanimidad de opiniones en cuanto a su valía, ésa es la del artista jiennense.

Aparte de su indiscutible talento, le cabrá siempre el honor de aportar un gran soplo de aire fresco a la escultura sacra de principios del siglo XXI. El dulce realismo de sus obras, hasta hacerse voluptuoso en algunos casos, y la fuerza y la sabiduría en el modelado por parte de quien, aunque le quede mucho por decir, parezca que ya lo ha dicho todo, son razones de peso para afirmar la anterior calificación. Lo suyo ha sido una transgresión en el oficio, tan modesta, sutil y elegante que parece imperceptible, pero una transgresión en toda regla.

Es probable que su residencia en Madrid, donde su trabajo es contemplado por muchos como una rareza, haya afianzado esa modestia. La grandeza suele ir de la mano de la humildad, y obras como el Varón de Dolores para Jumilla (Murcia), la mejor valorada por el experto en el "III Premio La Hornacina", son grandes.

 

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