En opinión de Vera Mellado, pese al conservadurismo de las formas barrocas del fondonero Andrés de Carvajal, la resolución de sus obras reflejan la profunda religiosidad con la que fueron gubiadas, fruto de un hondo estudio de los textos sagrados y del gran ascetismo de nuestro escultor (1).

Santa Eufemia (289-304), hija de una ilustre y rica familia de la ciudad turca de Calcedonia (en aquellos tiempos, el lugar pertenecía a Grecia) fue una mártir cristiana que sufrió crueles tormentos por negarse a adorar al dios romano Marte (2). A partir del Concilio de Calcedonia, su figura adquiere gran culto, siendo muy popular en zonas de nuestro país como Galicia, donde incluso se la llegó a considerar erróneamente oriunda de la región. Su festividad se celebra el 16 de septiembre, fecha de su martirio, junto con la de otros dos mártires: Cipriano y el papa Cornelio.

Patrona de Antequera, núcleo fundamental de la vida y obra de Carvajal, la santa es representada en talla completa por el imaginero como una doncella de piel clara y muy hermosa (tal y como referían las crónicas de la época), con el rostro heróico y pleno de júbilo, muestra de la grandeza de su valor, y vestida con ampulosos ropajes, ricamente estofados y decorados, propios, al igual que la palidez del rostro, de la estatuaria sacra imperante en el periodo.

Entre otros atributos propios de su condición de mártir, a los pies de Santa Eufemia aparecen dos leones, símbolo de uno de los suplicios que padeció al ser arrojada a cuatro leones y tres osos; si bien, según cuenta la tradición, los animales la respetaron por mandato divino, rodeándola y lamiéndole los pies (3).

BIBLIOGRAFÍA

(1) VERA MELLADO, José Manuel. "Andrés Carvajal y el Pasaje de la Flagelación", en Carrera Oficial, nº VII, Cádiz, 2009, pp. 55-58; SÁNCHEZ LÓPEZ, Juan Antonio. "Perspectiva de la escultura del siglo XVIII en Málaga: entre la tradición y la renovación", en Carrera Oficial, nº V, Cádiz, 2008, p. 58.

(2) DE RIBADENEYRA, Pedro. Flos Sanctorum o Libro de las Vidas de los Santos, Madrid, 1675, p. 518.

(3) Ídem, p. 519.