ANDRÉS DE CARVAJAL (VIII)
SAN FELIPE NERI (ESTEPA)

Sergio Cabaco y Jesús Abades. Fotografía de Jesús Vázquez Jiménez


 

 
 

 

Maestro y asesor de algunas de las grandes figuras del momento, el florentino Felipe Neri (1515-1595) influirá de manera decisiva en el nacimiento de la Arqueología Cristiana en Roma. Ello se debe a la aparición del Protestantismo en Europa, lo que hizo urgente la reforma de la Iglesia Católica (1). Las ciencias históricas -el santo, además de cultivar la poesía, cursó filosofía, teología y humanidades- se ponen entonces al servicio de la Reforma, entre ellas la arqueología, que pretendía demostrar la antigüedad del Cristianismo (2).

San Felipe Neri fue canonizado el 12 de mayo de 1622, junto con los santos españoles Ignacio de Loyola, Isidro Labrador y Teresa de Jesús. Más de cincuenta años antes, fue nombrado sacerdote, residiendo a partir de entonces en la comunidad de la iglesia romana de San Girolamo della Carità, donde pasó 32 años. En dicho templo, su nuevo apostolado conllevará la creación de una nueva congregación formada por sacerdotes seculares y por seglares: la Congregación del Oratorio, aprobada en 1575 por Gregorio XIII (3).

Al igual que otros simulacros escultóricos de San Felipe Neri en Andalucía, como el labrado por Duque Cornejo (1711) para el oratorio del santo en Sevilla, hoy día en el Convento de Santa Isabel regentado por las Madres Filipenses Hijas de María Dolorosa, la imagen estepeña viste discreta sotana y manto -ambos oscuros- por su condición de sacerdote secular. La aparente monocromía cromática del San Felipe Neri de Sevilla queda aliviada por un discreto estofado a base de rayas horizontales y espigadas (4), detalle éste último que se advierte de forma parecida en la talla estepeña, venerada en un retablo lateral de la Iglesia de la Asunción.

Andrés de Carvajal representa a San Felipe Neri como un venerable anciano, hecho frecuente en la recreación de santos doctos que alcanzaron larga vida; con larga barba blanca, al igual que los ralos cabellos, y facciones ajadas, si bien el dulcificado barroquismo de la época, al que se debe también el caprichoso recogido del manto para dar juego de volúmenes a la escultura, modera dicho avejentamiento.

De tamaño inferior del natural, sus facciones son las reconocibles del autor, dirigiendo el santo la absorta mirada a la cruz desnuda que sostiene con la mano izquierda, mientras lleva la derecha al corazón, el cual, según la tradición, creció considerablemente de tamaño por su inmenso amor a Dios.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) MONTORO CASTILLO, Mónica. "Los Oratorianos de San Felipe Neri y los Inicios de la Arqueología Cristiana", en Cuadernos de Prehistoria y Arqueología, nº 34, 2008.

(2) Ibidem.

(3) GALLONIO, Antonio. Vita di San Filippo Neri, Roma, 1995.

(4) RODA PEÑA, José. "Tres Esculturas de Pedro Duque Cornejo para el Oratorio de San Felipe Neri de Sevilla", en Atrio: Revista de Historia del Arte, nº 8-9, 1996.

 

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