DECOR CARMELI 2012

Juan Dobado Fernández


 

   

 

El origen de la devoción a Nuestra Madre del Carmen en Córdoba se remonta a la llegada de los Carmelitas Descalzos en el año 1586, precisamente de la mano de San Juan de la Cruz, quien también traerá a las Carmelitas Descalzas, en Santa Ana, tres años después, en 1589. Establecidos los religiosos primero en la Ermita de San Roque, junto a la Catedral, pasarán luego, en 1613, junto a la Puerta del Colodro, hasta el día de hoy, como un nuevo Monte Carmelo cordobés. Desde los inicios, la devoción a la Santísima Virgen del Carmen fue creciendo en el vecindario hasta convertirse en advocación esencial de los cordobeses a lo largo de los siglos.

Sin duda alguna la expansión del Carmelo Descalzo en tierras cordobesas conoce momentos históricos irrepetibles en los siglos XVII y XVIII con los siguientes conventos de frailes: Córdoba, Guadalcázar, Lucena, Aguilar de la Frontera, Desierto de San Juan Bautista de Trassierra, Benamejí, Montoro, Bujalance y Espejo, sumándose en el siglo XX Las Ermitas. A ellos se unen las descalzas en Córdoba, Lucena, Aguilar, Bujalance y San Calixto. Desde estos conventos se propaga la devoción a la Virgen del Carmen, creándose numerosas hermandades y cofradías en gran parte de los pueblos de la Diócesis, siendo Patrona de numerosos de ellos como Rute, Palenciana, Llanos de Don Juan, Zambra, etcétera.

La devoción a la bellísima imagen de Nuestra Señora del Carmen del Convento de San José (San Cayetano) se ha mantenido a través de los siglos, conociendo momentos de gran esplendor como los inicios del siglo XVIII, cuando su Archicofradía decora el templo con las pinturas murales que lucen aún hoy y le dan su característico aspecto tan barroco. Es la imagen más antigua que procesiona en Córdoba, siendo difícil su datación, ya que las fuentes de archivo aportan en 1670 el siguiente dato: "Adquirióse en su tiempo una imagen de Nuestra Señora que se venera en las procesiones, con dos vestidos y demás adornos". Ello permite fijarla a finales del siglo XVII, pero su estética nos lleva más hacia el XVIII, recordando el quehacer del escultor Alonso Gómez de Sandoval, que tanto trabajó para este convento. No sabemos si la imagen se remodela o se hace una nueva, lo que sí parece claro es que su estética es totalmente del Setecientos. Su rostro se caracteriza por un óvalo de gran finura, con hermosos ojos, nariz y boca pequeñas, insinuando una leve sonrisa. Siempre llevó su precioso Niño, de igual estética a la de la Madre. Sin duda alguna, es la imagen mariana de gloria por antonomasia del siglo XVIII cordobés. La datación de su hábito más antiguo, bordado hacia el año 1735, puede sugerir una fecha de su realización, coincidiendo con la hechura del San Rafael del Juramento.

A lo largo del siglo XIX, la devoción al Carmen de San Cayetano se consolida como una de las principales advocaciones marianas, a la que pertenece toda la nobleza cordobesa, como los Marqueses de Benamejí o los Duques de Hornachuelos. En las últimas décadas del siglo XIX la Archicofradía cuenta con 2.167 hermanos, siendo una de las imágenes más populares de la ciudad. Entre sus hermanos figura Teodomiro Ramírez de Arellano, quien en su famosa obra Paseos por Córdoba se detiene en la devoción tan arraigada de la Virgen del Carmen entre los cordobeses. También se anota como hermano el torero Lagartijo y otros personajes ilustres de la ciudad. El patrimonio de la imagen es espectacular, con bordados y joyas procedentes de donaciones de la nobleza, destacando sus juegos de coronas del siglo XVIII.

En el siglo XX protagoniza la procesión de gloria con el mayor cortejo de la ciudad, al salir tres pasos con las imágenes del Niño Jesús de Praga, Santa Teresa de Jesús y la Virgen del Carmen. El número de fieles que se imponen el escapulario delante de la Virgen del Carmen de San Cayetano entre 1940 y 1959 son 11.579. Ello, unido a la fundación del Colegio Virgen del Carmen, por el que han pasado varias generaciones de cordobeses en sus 60 años de historia, hacen que la devoción a la Madre del Escapulario sea cercana para toda la ciudad.

Por dicha devoción de siglos, por la consolidación de sus novenas (la de mayo de sus alumnos, y la de julio de la ciudad), por su notable prestigio en el mundo cofrade cordobés y por sus obras de caridad en el Comedor Infantil de Tucumán (Argentina) y en la Asociación Española de Ayuda contra el Cáncer, la imagen es Coronada Canónicamente el 12 de mayo de 2012 como prueba de fervor y afecto del pueblo de Córdoba.

La celebración del Solemne Pontifical congregó a 10.000 fieles en el interior de la Catedral, y su cortejo procesional, con más de 100 hermandades representadas, ha sido uno de los más impresionantes en la historia cofrade de Córdoba. Las nuevas coronas, cinceladas por Manuel Valera, se han convertido en las joyas principales de la diócesis cordobesa en este campo, gracias a las casi 900 donaciones de oro y pedrería que han hecho realidad unas preseas con más de 5 kg de oro y 1.000 piedras preciosas de gran valor.

 

   

 

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